Hace tiempo López Obrador tomó una decisión sobre los dos perfiles que encabezarían las candidaturas más importantes en 2024: La presidencia para Claudia Sheinbaum; la jefatura de gobierno de la Ciudad de México para Rosa Icela Rodríguez.
La decisión sobre Claudia está tomada desde hace tiempo; la de Rosa Icela es más reciente, aunque se evidencia —entre otras—, al ver cómo está presente al menos dos veces por semana en las mañaneras.
La de Claudia, a estas alturas, es una candidatura promovida desde el aparato gubernamental, e incluso desde la propia estructura nacional de Morena.
A tal punto está enfilada Claudia que los apoyos para promover su candidatura ya caminan solos. En ese contexto, más de uno busca subirse al barco.
Según una fuente dentro del gabinete y algunas del mundo empresarial, el propio presidente del CCE, Francisco Cervantes, participó en una reunión organizada con empresarios, a la cual convocaron Julio Scherer Ibarra y Alfonso Ramírez Cuéllar, quienes también están ya pasando charola entre hombres de negocios para la futura campaña.
Cada vez es más evidente que la propia candidatura de Adán fue pensada para abonarle el camino a Sheinbaum. En la inteligencia política de López Obrador, lanzó ese nombre a la competencia para restarle a Marcelo Ebrard. No sería de extrañar que en el momento oportuno —el que el Presidente decida— el secretario de Gobernación anuncie que declina a favor de la jefa de Gobierno.
En un escenario reñido, donde la distancia entre Claudia y Marcelo no sea significativa, la decisión que AMLO le pida tomar a Adán Augusto inclinará la balanza a favor de la jefa de gobierno. Eso ayudaría a contener a Ebrard, quien no podría romper tan fácilmente en un contexto así.
Por ello, conviene en este momento que Adán Augusto crezca, tanto mediáticamente como en su estructura de apoyo, pues esta eventualmente iría a engrosar y robustecer las filas del claudismo.
La forma en que a lo largo de este año el presidente ha utilizado a Adán para bajarle puntos a Marcelo es evidente.
Revisamos la evolución del comportamiento político, el discurso y la agenda del secretario de Gobernación.
Durante los primeros meses del año, se reunía con empresarios y buscaba vincularse a los factores reales de poder, un terreno en el que Ebrard tiene ventaja sobre Sheinbaum.
En julio, incluso tuvo una reunión para “dialogar” con el cardenal de Guadalajara, Francisco Robles Ortega.
Entre agosto y septiembre el Presidente parece haberse dado cuenta que, en realidad, Adán Augusto le estaba restando a Sheinbaum. En ese contexto le habría pedido a su amigo bajar el perfil, cosa que fue notoria.
Hoy el secretario de Gobernación está nuevamente a la carga, y ensaya una estrategia distinta. Ese político que al ser nombrado secretario de Gobernación fue celebrado por propios y extraños como un negociador y conciliador nato, hoy recurre a un discurso pendenciero con el que buscaría conquistar a la base obradorista.