A un año de las elecciones que significaron la catástrofe electoral para cuatro partidos, éstos aún no logran reponerse, y aunque han hecho del Senado su principal dique frente al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la oposición aún es exigua y vulnerable a las divisiones internas, por lo que poco puede hacer ante el apoyo que tiene el Mandatario.

Pero en democracia, a la oposición sólo le queda insistir, fortalecer sus argumentos y esperar que un desgaste del gobierno y su partido les permita aumentar sus bonos, consideran expertos.

Aunque ya antes ha habido derrotas que han dejado a los opositores en crisis, el arrase de López Obrador de 2018 con 53% de los votos puso a Morena en dominio excepcional.

Tiene la Presidencia de la República y la mayoría calificada (61%) en la Cámara de Diputados, aunque no por sí mismo, sino sumados sus aliados de PT, Encuentro Social (PES) y el respaldo emergente del PVEM y experredistas. En el Senado tiene 53.9% del peso; es decir, sin mayoría suficiente para aprobar por sí solo reformas constitucionales.

Es frente a este escenario que los analistas ven un PAN que, pese a tener 10 gobernadores, no cuenta con ellos como contrapeso ante el gobierno federal. El PRI es apreciado como fuerza sumida en división interna y un panorama poco esperanzador; al PRD lo ven rumbo a la extinción, mientras que Movimiento Ciudadano (MC) podría tener una oportunidad, exponen.

Sin más opción que persistir

El director del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), Sergio López Ayllón, considera que la oposición no está desaparecida, sólo que, sin mayoría en las cámaras del Congreso, su contrapeso deberá ser “argumentativo, de debate”.

“La oposición es fundamental para que cualquier sistema democrático opere adecuadamente, así que su papel en un contexto como el actual (...) es muy relevante.

“Por eso lo que esperaríamos es que [dialogara] con el gobierno y [fuera] capaz de construir un auténtico contrapeso”, considera.

Pero este diálogo frente a un gobierno como el de López Obrador se antoja disparejo y difícil, reconoce el politólogo Luis Carlos Ugalde, expresidente del extinto Instituto Federal Electoral (IFE) y director de la consultora Integralia, precisamente porque la oposición está aún débil y carece de liderazgos fuertes.

“El PRI, por ejemplo, mantiene a 12 gobernadores (...) pero no se ve fortalecido”, señala.

Vislumbra ese panorama porque el puntero en la contienda por la dirigencia del tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas, se ve sin plan claro ni posiciones contundentes: “No se le percibe capaz de llevar al PRI al liderazgo como oposición”.

Para Rodrigo Salazar Elena, profesor investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), la oposición vive el peor escenario que le ha tocado y no se ve favorecida en ideas o personajes.

“Es lo que cabe esperar después de una derrota electoral catastrófica (...) Es difícil tener algo alternativo qué ofrecer cuando la mayoría de la gente está bastante satisfecha con lo que tiene por buenas o malas razones”.

Por eso la oposición, asegura, debería evitar una imagen de obstruccionismo a toda costa, pues es muy dañino negarse a todo y obstruir la toma de decisiones. “Ahí está el PRD para ver el daño que eso hace”, señala el investigador.

El Senado, la esperanza

Tanto Ugalde Ramírez como Salazar Elena afirman que la actividad más relevante de la oposición es ser contrapeso de decisiones que afecten el Estado de derecho, las libertades y la división de poderes.

Es por su presencia en el Senado, cierta recuperación en las urnas e incluso la presencia de un gobernador por lo que le ven ciertas posibilidades a Movimiento Ciudadano.

No obstante, mientras Ugalde Ramírez ve cierta recuperación en el PAN, Salazar Elena alude que el fortalecimiento opositor dependerá de la caída de la popularidad presidencial, no de los partidos.

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