Cuando Sebastién Essomba toca los tambores se puede escuchar su retumbar a 15 kilómetros... aunque en este caso se escuchan desde Monterrey, donde radica, hasta su natal Camerún, tierra que dejó hace 12 años para “romper esquemas y demostrar que un camerunés puede cantar con mariachi”.
Sebastién viste ropa típica de su país: camisa y pantalón bordado de tela muy ligera. La mayoría de la ropa de su país es colorida, alegre; llama la atención por sus colores, aunque el camerunés, ya con 12 años radicado en México, dice al estilo de estas tierras y con buen humor que no es la ropa, “sino la percha”.
Explica que Camerún es conocido también como el “África en miniatura”, pues tiene todos los ecosistemas en su territorio, desde la selva, mar, bosque hasta la sabana; incluso hay 260 grupos étnicos, aunque los idiomas oficiales son el inglés y el francés.
Esta riqueza cultural de hábitats le dan una variedad a su gastronomía, pues mientras en el norte comen más granos, como el trigo, además de carne, en el sur hay más vegetación, por lo que consumen más acelgas, yuca y otros elementos que se encuentran presentes en el medio ambiente.
Pero a Sebastién lo que le interesa es la música. Cuenta que debido a la variedad de grupos étnicos las expresiones artísticas son muchas, pues existe la música de cuerdas, hecha con arpas muy antiguas e instrumentos de más de 2 mil años, así como el tambor de hendidura que usa en su país y cuyo sonido puede alcanzar los 15 kilómetros.
Sebastién muestra cómo se toca el tambor y de inmediato la gente acude a ver la demostración del hombre, pues el retumbar del tambor impacta en el pecho, que funciona como caja de resonancia.
Narra que inició su carrera en su natal Camerún y actualmente en México hace una mezcla de la música mexicana y los ritmos africanos para interpretar a su estilo canciones como “Deja que salga la luna”, de José Alfredo Jiménez, que canta muy a su estilo, mientras es observado por un grupo de personas que se sorprenden de escuchar canciones tan mexicanas en voz de una ciudadano camerunés.
“No sólo es aprender un idioma”. “Porqué un ciudadano camerunés no puede cantar mariachi, también hablo francés, inglés, español, portugués, chino y etón. Hay un campo de ritmo y oportunidades. No solamente es aprender un idioma, es aprender la cultura, la cosmovisión de cada pueblo. Después fusionar todo eso para crear algo que permita que la gente se abrace más”, asevera, para luego cantar “Bésame mucho”; primero en español y luego en francés, para luego hacerlo en portugués.
En el stand de Camerún lucen, principalmente, ropa, instrumentos musicales y unas cuantas golosinas de ese país. La riqueza que quieren mostrar es la musical y la de la vestimenta, cuyas combinaciones de colores y diseños llaman la atención.
En Camerún, asevera, se vive estabilidad social, pues jamás ha habido conflictos serios que afecten de sobremanera a toda la población: “Está bastante estable, acoge a la gente”.
Precisa que la mayoría de los insumos en Camerún se compran en el extranjero, pues es una nación agrícola, con riquezas naturales y un buen número de empresas, que son los pilares de la economía nacional.
“Hay otros países como Ghana, Angola, Nigeria, que se enfocaron más y se diversificaron hacia la industria, a procesar su petróleo, con un crecimiento anual de 20%. Hay flujo de dinero, para una minoría quizá, pero hay dinero”, agrega.
El pabellón de África en el festival es de los módulos más ricos y vistosos visualmente, además de tener una variedad de expresiones culturales amplia. Lo mismo se encuentran expresiones tradicionales de África, como la de Camerún, como las del norte del continente, por ejemplo Marruecos, Libia, Egipto, con sus climas desérticos. También hay expresiones como las de Sudáfrica, nación moderna, cuyo pasado de segregación racial parece un periodo lejano.