Las historias son similares: una beata que se ve pasar por los ventanales del ex convento de Santa Rosa de Viterbo. Otra, que la misma beata se mezcla entre la gente que acude a misa y luego se esfuma. Es la leyenda de La Beata Bonita, aunque no es el único fenómeno que se presenta en éste recinto, pues los vigilantes dicen que a algunos de sus compañeros los han arrastrado por el suelo, golpeado y han visto sombras que se pasean en el patio del recinto.
El templo y convento del siglo XVIII, considerado la joya del barroco queretano, alberga una historia añeja, pues además de ser un recinto religioso para monjas, también fue hospital. Actualmente son oficinas gubernamentales y museo.
En cronista del estado, Andrés Garrido del Toral, explica que todas las historias de fantasmas y aparecidos son leyendas, algunas tienen rasgos históricos, pues el personaje y las situaciones fueron ciertas, pero con el tiempo la memoria colectiva las convierte en mitos y ficción, aunque todas con una explicación sociológica.
“La madre de todas las leyendas en México, incluyendo al estado, es La Llorona, que lo mismo se aparece en el río Querétaro, que en el río de Tolimán, en el arroyo de Bernal, en las noches de Cadereyta. Es la más universal. Es el grito de la raza conquistada por los españoles, de manera violenta”, abunda.
Sobre La Beata Bonita, mal llamada monja, pues en ese lugar sólo beatas, que eran aquellas mujeres que se preparaban para casarse, no para tomar los hábitos de manera definitiva.
Nadie sabe por qué se enclaustró. Algunos dicen que por un prometido que la traicionó. Otros porque su padre era pobre, y la metió de monja para que no cayera en una vida de libertinaje. Todos los viejos de Querétaro del siglo andaban tras ella por guapa, pero para casarse, nada para otras cosas.
Cuentan que ahí murió. No alcanzó a ser absorbida por las leyes de reforma y muere ahí; sin embargo, los veladores, las enfermeras que trabajaban en el hospital civil (mi abuela entre ellas), policías, auxiliares, todavía los que están afuera de Santa Rosa, juran que se deja divisar por las ventanas altas del convento y que ha asustado a más de uno, que llega hasta la fuente de Santa Rosa… esa mujer sí se ha manifestado varias veces. En otras ocasiones los barrenderos que están a las seis de la mañana la alcanzar a ver por la calle de Arteaga y Ezequiel Montes.
Todos los vigilantes de Santa Rosa son nuevos. No llevan más de un año y medio trabajando en el lugar, pues muchos de los elementos de seguridad se van luego de experimentar un fenómeno anormal.
José Carmen Carrillo Nieves actualmente se desempeña como vigilante privado desde 2000, antes fue policía bancario. El hombre dice que incluso a sus compañeros que trabajaban en Santa Rosa, los han llegado a arrastrar por el suelo, tanto en la entrada como en uno de los auditorios de la planta alta.
“Como se duermen, se quedan ahí, en el suelo, los arrastran, tanto aquí como en la planta alta. Precisamente a los guardias a los que les ha sucedido se han ido. A La Beata la han visto por los ventanales, donde se les aparece”, detalla el vigilante.
Indica que también cuentan algunos de sus compañeros que trabajaron ahí, que en una ocasión, a las tres de la madrugada, a uno de ellos le intentaron abrir las puertas de los salones de la planta alta del ex convento, una por una. Otra historia que se cuenta es que hay ocasiones, entrada la noche que se escucha el órgano del templo.
Como vigilante privado y ex policía, José Carmen ha experimentado algunos fenómenos que escapan a la lógica. Narra que en la Hacienda Juriquilla, donde también prestó sus servicios, experimentó algunas situaciones.
Explica que una ocasión, cuando mandaron reparar la patrulla y se quedó en la hacienda, mientras estaba en ruinas, antes de rehabilitarse. Esa ocasión vio dos personas en el interior de las instalaciones, también a las tres de la madrugada.
Comenta que alcanzó a escuchar lo que le decía una persona a la otra. “Pasa, anda. No pasa nada”, se escuchaba en la conversación, narra José Carmen, y lo llevó a las caballerizas, pero al regresar se despidieron, uno entró a una habitación, pero no salió. “Cuando llegaron a recogernos a mí y a los que estaban en otros lados de la hacienda, le dije al supervisor que me dejara registrar el cuarto donde se metió la persona. No tenía llave, y había una escalera, pero sellada. Nunca salió esa persona de ese cuarto”, abunda.
Agrega que antes también trabajaba en la Disco Qiu, donde una presencia lo sujetó y no lo soltaba, sin poder moverse. Antes sintió una escalofrío que recorrió su cuerpo. Recordó lo que le habían dicho de hablarles mentalmente a este tipo de presencias, para saber que querían. Así lo hizo, escuchando dentro de él una voz hueca, aunque no entendió nada de lo que le dijo.
Pasaron unos minutos hasta que José Carmen se sintió liberado. Cuando pudo moverse trató de tomar su lámpara y su arma de cargo, las cuales estaban en la mesa frente a donde estaba sentado, pero cuando las buscó estaban como a tres metros. Corrió a donde estaban los controles de las luces, para encenderlas, y sólo alcanzó a ver una sombra.
Garrido del Toral, en tanto, comenta que hay muchas personas que dicen haber visto al fantasma de Maximiliano de Habsburgo, que se pasea del Panteón de los Queretanos Ilustres hacia el templo de La Cruz. Apunta que los testigos dicen que ven una figura alta, delgada, de barba, que corresponde a la imagen que se tienen del príncipe austriaco.
“Dicen que va ofreciendo una moneda. Es una sombra alta, delgada. Con la mano derecha ofrece una moneda de las que usaba. También ven a Bebeyo, el perro de Maximiliano, un labrador que adoptó en su estadía en Querétaro, en 1867. Dicen que en la noche aún aulla por en barrio de Campanas, en busca de su amo.