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Hola, me llamo Greta, ¿Puede escucharme? -Hola Gresa.
-No. Gre-ta, como la actriz Greta Garbo, ¿Me escucha bien? ¿Quiere que aumente el volumen?
-Sí Gresa, yo soy María Dolores, para servirle.
La joven deja de responder y mira a la ancianita que le sonríe en silencio. “La señora todavía no escucha bien, suban el volumen por favor”, dice a otros compañeros de la Fundación Starkey, quienes con pequeños toques ajustan el auxiliar auditivo que acaban de colocar a la mujer de la tercera edad. Y vuelven a repetirse las preguntas. ¿Me escucha bien? ¿Le duele cuando le ponemos este audífono? ¿Escucha claro mi voz? Hasta que una clara expresión de sorpresa en el rostro de la abuelita, confirma que el volumen es el correcto y que escucha con claridad.
La Fundación Starkey donó 270 aparatos auditivos a adultos mayores, jóvenes y niños en condiciones vulnerables. La mayoría de los beneficiarios son adultos mayores con una edad entre 60 y 90 años.
“Mi mamá está nerviosa. Todos le preguntan cosas al mismo tiempo y como está delante de todos, se estresa un poco”, cuenta Diana García mientras espera a que el auxiliar auditivo de su mamá María Luisa Navarro quede equilibrado.
“No es fácil convivir cuando ellos no escuchan bien, los veo frustrados, esto le va a ayudar a entendernos mejor, a veces en las pláticas se quedaba un poco fuera y ahora va a acercarse más. Mi mamá no aceptaba que tenía este problema y poco a poco lo dejaba de lado”, comenta Diana.
Junto a ella, Evangelina Chávez Báez, también de la tercera edad, responde preguntas de los médicos y auxiliares que colocan su auricular. Es de una edad avanzada y responde con mucha dificultad a las preguntas, los doctores no saben si el volumen es el correcto, por eso los ayuda Luis Chávez Báez, hijo de Evangelina, quien con más confianza le pregunta ¿Mamá escuchas bien ahí? ¿Me escuchas bien? Entonces la señora responde que el volumen está muy alto y que le molesta tanto ruido; se refiere a la bulla de otros 269 personas que hablan entre sí en el mismo salón.
“A ella no le gustan estas cosas, la veo un poquito inquieta, ya se quiere ir, pero se va a acostumbrar a usarlos, de primer momento es muy duro porque escuchan de repente todos los ruidos que antes no escuchaban”, comparte su hijo Luis.
Entre los que esperan su turno, también se encuentra Juan de Dios Reyes, un niño que está cerca de cumplir tres años. Perdió casi al 100% la audición porque cuando tenía ocho días de nacido se le subieron los niveles de bilirrubina, una enfermedad común entre los recién nacidos porque el hígado de los bebés aún no funciona por sí solo.
La madre del pequeño, Juana Sixtos, cuenta que a raíz de esta enfermedad su niño dejó de escuchar casi por completo, pero ahora tiene un par de auxiliares auditivos, lo que le cambiará la vida y le permitirá comenzar a hablar.
Poca audición, magnifica vista.
Georgina Quiróz Méndez tiene 88 años, y es quizá, la persona con el problema de audición más grande entre los 270 beneficiarios. Escucha sólo el 5%, dejó de escuchar casi por completo a los 10 años, cuando una fuerte tos ferina le ocasionó daños severos en ambos oídos, y años más tarde un accidente terminó por dañar su tímpano izquierdo.
Por eso le han probado varios auxiliares auditivos de diferentes potencias, pero ninguno le funciona. Está acompañada de su sobrina Patricia Armida Guzmán, quien no pierde la esperanza de que alguno de los muchos aparatos disponibles le permitan a su tía, que la crió y es como su segunda madre, escuchar con claridad.
Intrigados por la poca efectividad que los aparatos tienen en Georgina, deciden llevarla a un lugar más privado y hacer pruebas ahí, sospechan que tanto ruido y ajetreo la distraen y por eso no escucha con claridad la voz de quien le habla. Es verdad, Georgina escucha mucho mejor cuando no hay tanto ruido, pero aún así entiende muy poco las palabras, por eso tuvieron que fabricarle un auxiliar auditivo especial, mucho más potente que los otros.
La propia Georgina reconoce que su oído izquierdo no volverá a funcionar, pero el derecho sí, espera escuchar un poco más claro y fuerte de lo que escucha ahora, por eso espera contenta su turno para que vuelvan a atenderla, ésta vez con un auricular con mucho más volumen.
Su sobrina Patricia está cansada, ambas llegaron a las 6:30 de la mañana al lugar y a la una de la tarde aún no encontraban el auxiliar adecuado para su tía, pero está contenta con la disposición de la fundación al tomar el tiempo necesario para fabricar algo especial para su tía de 88años.