Con un ramo grande de flores de cempasúchil, Constantina Gregorio Santiago llegó temprano al panteón de la delegación de San Ildefonso, en la zona indígena del municipio de Amealco; ella vive en la comunidad de Bothé, a unos 40 minutos de la delegación y aprovechó que fue día de mercado para ir a comprar sus flores y dejarlas en la tumba de su esposo, quien falleció hace poco más de un año.
Constantina trae puesto el traje típico que usan las mujeres adultas en esa parte de la región otomí, trae una bolsa de plástico que está tejida y lleva un bote con agua; con esos instrumentos acomodó y limpió el sepulcro de su esposo para después colocar flores, muchas flores en unos botes que asemejan un florero , después realizó una cruz con las flores encima del sepulcro y dijo que ya estaba terminado el trabajo.
El esposo de Constantina murió súbitamente. Según el relato de su mujer, ella y él caminaban rumbo a su comunidad cuando de repente su esposo cayó. Constantina se apuró a revisarlo y acomodarle la cabeza; después se fue a buscar a uno de sus nietos para que le avisara a alguien de la familia que el abuelo se había caído y no respondía.
Minutos después llegó una de las hijas de Constantina y le dijo a su mamá que el abuelo no contestaba porque ya estaba muerto. Al recordar el momento, Constantina reflexiona y se dice conforme con la manera en que murió su esposo, con quien vivió cerca de 48 años.
“Al menos no sufrió, eso es lo que me dice un sobrino, que su tío no sufrió ni estuvo enfermo; fue muy pronto, nomás un día que no lo esperábamos y ya se fue. Me quedé solita”, relata.
El difunto trabajó durante su vida dedicándose a la alfarería, actividad muy común en la zona, mientras que Constantina se ha dedicado a bordar y hacer algunas artesanías de la zona. Ahora vive con uno de sus hijos y logra hacer pocas artesanías porque tiene problemas con su vista, pero sigue pensando en su esposo, reconoce que lo extraña pero entiende que el tiempo de él en este mundo ya había terminado y ahora a ella le toca vivir por el tiempo que le quede.
Alrededor de una hora le llevó a Constantina arreglar la tumba de su esposo; también platica que colocó flores en la tumba de una nieta, pero ya no puede llevar lo mismo a las tumbas de sus padres, porque los restos fueron sacados hace un tiempo del antiguo panteón que estaba en el atrio de la iglesia. Constantina dice desconocer porqué se realizó esa acción, pero menciona que ella esperará a sus difuntos en su casa.
Para recibir a su esposo, nieta y a sus padres preparó tamales y café, compró pan tradicional y unas veladoras, sin olvidar las flores. Estos dos últimos elementos son muy importantes para que sus difuntos encuentren el camino hacia su casa y puedan visitarla a ella y a su familia en el Día de muertos.
Mientras Constantina termina de acomodar sus flores y levantar la basura que les quitó, más gente de la comunidad va llegando al panteón para empezar a arreglar las tumbas; familias completas llevan flores tradicionales, veladoras y hacen trabajos para limpiar y acomodar las tumbas; el festejo apenas empezará y los muertos pronto regresarán.
De acuerdo con la cronista del municipio de Amealco, Virginia Chaparro, las festividades por el Día de Muertos en las zonas indígenas comienza a partir del 31 de octubre; en algunas localidades inicia el 31 de octubre con la preparación para la llegada de los espíritus de los niños y continúan el 1 y 2 de noviembre a través de diferentes actividades.
Virginia Chaparro explicó que la festividad por el Día de los muertos es muy importante en esa zona del municipio en razón de que es una de las tradiciones más antiguas y en la que convergen costumbres de los pueblos originarios, así como de la influencia de la religión católica, con lo cual se ha conseguido establecer una mezcla cultural muy particular.
“En el fondo es similar para los pueblos originarios y ya con la religión católica, se está festejando a los mismos, pero también se festeja la vida y es la única fiesta en la que coincidió la conquista española con los pueblos primarios… en la festividad de todos los santos es cuando mejor se da toda esta ritualidad que tienen los pueblos”, indicó.
La cronista expresó que cada región indígena del municipio tiene devoción a diferentes santos y advocaciones de la Virgen, sin embargo en lugares como Santiago Mexquititlán, en la zona sur del municipio, se tiene la celebración de las Almas del Purgatorio, a las cuales se dedican rezos especiales, ya que éstos no son solamente para los familiares directos, sino que se dedican a todos sus ancestros.
“Hay muchas actividades que son diferentes en cada lugar y casi en cada familia, pero hay coincidencias por ejemplo en la zona de Santiago ahí ellos dedican sus rezos y sus cantos y hacen una velación a los ancestros, no solo al papá que acaba de morir sino a toda la familia”, precisó.
Asimismo, manifestó que la riqueza cultural de las zonas indígenas, referente a la fiesta del Día de los Muertos es muy vasta y diversa por lo cual es que, desde hace varios años, ha intentado fomentar que la gente del municipio y de otros lugares conozca el misticismo con el que las personas de la zona indígena colocan sus ofrendas; la solemnidad que le dan a la realización de sus rezos y sus cantos, pero sobre todo la importancia que para ellos siguen teniendo sus difuntos.
Para Virginia Chaparro también es necesario que se trabaje en el rescate y preservación de las capillas otomíes que existen en la zona de Santiago Mexquititlán donde hay datos de que existen más de 80 de estos lugares, sin embargo el trabajo para poder documentar la presencia ha sido complicado.
La cronista subrayó que la riqueza de la cultura otomí en el estado de Querétaro, y particularmente de Amealco, se manifiesta de diferentes maneras, por lo cual se requiere trabajar para preservarla y fomentar que más personas la conozcan y valoren la aportación cultural e histórica con la que cuentan.