Don Pablo tiene más de 60 años. Sus manos son testigos fieles de su labor. Manos anchas, con algunas callosidades debajo del residuo de la mezcla de arena y cemento que se acumulaba mientras arreglaba la fachada de un local que funciona como restaurante en la venta de alitas de pollo, muy cerca del panteón de los Queretanos Ilustres.

El trabajo nunca falta para quien se dedica a la albañilería, aunque “hay que ser movido” para encontrarlo.

En más de 30 años de dedicarse a este oficio, don Pablo Luján reconoció que no es una labor sencilla pero con la que afortunadamente pudo sacar a sus cuatro hijos adelante en sus estudios, algo que lo hace sentir orgulloso y además, es la actividad que le sigue dando lo necesario para vivir.

Desde que aprendió el arte de construir en su natal Querétaro, supo que era mucho más redituable trabajar por su cuenta, que ingresar a empresas de grandes desarrollos inmobiliarios que pagan muy poco. Un oficio que se perfecciona con el tiempo y en el que entre mejores trabajos se entreguen, mayor es la demanda de sus servicios.

“Desde los 23 años me metí en esto y aquí seguimos, a ver hasta cuando nos dan chance”, comentó con EL UNIVERSAL Querétaro.

Su encargo actual requerirá levantar una barda de ladrillo rojo sobre la fachada de poco más de dos metros en la fachada exterior, además de que tendrá que levantar otra barda al interior del local, en la zona del balcón, con el mismo material.

Un trabajo para sólo a él contrataron, situación que aceptó, alargará unos días la fecha para entregar la obra por la falta de un ayudante.

“Ando batallando, esta chamba era para terminarla en unos tres días máximo, pero como no traigo a nadie que me ayude avanzo más lento. Le comenté al joven que me contrató que necesitaba a alguien más pero dijo que así sólo lo hiciera, además para empezar me trajo dos costales de arena y ya se terminaron así que el tiempo para terminar también depende de cuánto tarden en traerme el material”, contó don Pablo, quien gana 500 pesos por día por este trabajo.

No obstante, en los trabajos de albañilería que ha hecho y hace en la actualidad no siempre se gana lo mismo, pues depende de varias circunstancias como la cantidad de metros de la superficie que se construirá, si se contratan a más trabajadores e incluso por la experiencia que se tiene en el oficio.

Un oficio que aprendió a los 23 años “a puros panzazos” pues inició como un obrero sin ninguna experiencia “pero conforme pasa el tiempo los patrones te van viendo que sabes hacer varias cosas y te van jalando para ganar un poco más así que uno debe ponerse vivo”, comentó.

Don Pablo aprendió el oficio “con un muchacho de Colón, de Ajuchitlán, que tan sólo con ver un muro sabía si estaba bien hecho o no, algunas veces me hacía tirar el muro que ya había construido y me regañaba, incluso me llegó a revolcar en la mezcla”.

Fueron cinco años de trabajar con aquel primer patrón el señor Luján y tras el aprendizaje decidió dedicarse de lleno a la albañilería, donde se especializó en el manejo del tabique rojo “pues antes no había bloques de concreto y buscaba trabajo donde veía que utilizaban este material le entraba”, aunque también se encontraba con nuevas labores y técnicas que aprendió.

“Así aprendí, con canijos que me iban enseñando poco a poco con todo y regaños”, afirmó.

Otras complicaciones que don Pablo reconoció son las largas jornadas bajo el inclemente rayo del sol, algunas veces sin comer y en ocasiones a veces hasta ir al baño.

“Aquí donde me contrataron ahora no hay problema por la comida, hay puestos cerca, pero ha habido veces que en algunos lugares donde he trabajado que no hay nada alrededor y hay que aguantarse el hambre y las asoleadas, sí es un trabajo en el que se sufre y es muy matado, uno trabaja para ganarse unos centavitos, pero se los gana uno a pura sangre porque uno trae luego unos golpazos, machucones, piquetes de alambre, callos, ampollas, y uno se tiene que ir a curar, a vacunarse contra el tétanos, algo que he hecho cuatro veces para prevenir cualquier cosa”, platicó don Pablo.

“Una vez me caí de un andamio y me golpee muy fuerte la cabeza pero en ese entonces trabajaba para una empresa contratada por gobierno y me llevaron a revisión”, percance que le significó un mes de incapacidad laboral.

Pero independientemente de lo riesgoso de su labor, reconoció que el crecimiento de Querétaro ha servido para que oficios como el de albañil tengan un aumento de trabajo.

Sin embargo, para él las empresas que trabajan en grandes desarrollos inmobiliarios y comerciales son las que menos pagan. “Actualmente están dando 150 pesos el día, ya no alcanza para nada”.

Esa es la razón por la que don Pablo trabaja por su cuenta, pues bien organizado es una labor con la que logró sacar adelante a sus cuatro hijos.

“Hay veces que llegan chambitas buenas en las que en una semana te ganas 10 o 12 mil pesos, pero hay veces que quieren pagar el metro construido a 50 pesos y no se gana nada”.

Son más de 30 años dedicados a la construcción, al oficio de albañil, que el día de hoy (ayer) gremio que está de fiesta por la celebración del Día de la Santa Cruz, pero que sin duda es uno de los trabajos más pesados y menos remunerados que existen, pero bien lo dice don Pablo “hay que ser movidos para ganar lo necesario para vivir”.

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