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Ismael de Ligorio Hernández vivió la mitad de su vida en Estados Unidos, donde formó una familia, tenía su negocio y vivía con comodidades pero fue deportado. Ahora abrió una lavandería en San Fandila, la única en esa comunidad, para empezar de nuevo y esperar a que en agosto regresen su esposa e hijos para iniciar una nueva vida juntos.
La pared pintada de verde anuncia el negocio de Ismael, de 38 años, y su hermana Liliana, de 36, quienes recibieron apoyo de la Secretaría del Trabajo estatal para abrir la lavandería.
“El gobierno nos ofreció estas iniciativas para poder empezar nuestros propios empleos y generar nuestro propio sustento. Yo era residente legal en Estados Unidos, en la ciudad de Tulsa, Oklahoma, fui repatriado por cuestiones del sistema, pienso que el gobierno americano falló en mi caso. Fui arrestado el 23 de marzo de 2016 y liberado el 24 de febrero de este año”, explicó.
Mencionó que llegó a la Unión Americana desde 1998, allá se casó, fundó un pequeña compañía, tenía su hogar, vivía bien, pero a raíz de la detención y repatriación perdió todo: casa, trabajo, y una vez deportado su familia decidió venirse a vivir con él.
“Mi esposa es americana, mis hijos son americanos, y me los voy a traer a vivir acá conmigo. Por cuestiones de migración mexicana, ellos traen pasaportes y todo, pero para poder hacerlos ciudadanos mexicanos y que tengan los mismos derechos de nosotros, me preguntaron por unos papeles que deben de traer para las actas de nacimiento, y por esa razón regresaron a arreglar eso, y cuando lo tengan van a venir para acá”, asevera.
Junto a Ismael se encuentra su hermana Liliana, quien escucha con atención la historia de su hermano, ahora socio de la lavandería, que cuenta con una lavadora, una secadora y una plancha.
Ismael explica que en Estados Unidos tenía una compañía que se dedicaba a la construcción y remodelación. “Básicamente yo era contratista general allá. Hacía residencias, o trabajaba para grandes y pequeñas empresas en negocios de construcción, hacía casas, edificios”, precisó.
Destacó que cuando los mexicanos son deportados, son recibidos en las oficinas aduanales y les informan de cómo llegar al país. Ahí, añade, le dieron los teléfonos del Servicio Nacional de Empleo, donde llamó por teléfono para pedir más información, y encontró iniciativas para considerar y empezar su propio negocio.
“Mi familia me ha estado apoyando, el gobierno provee toda la maquinaria, me ofrecieron varios proyectos. A mí me gustó la lavandería, porque pienso que la comunidad necesita una . Mi familia me apoyó con cosas para seguir adelante y poder poner el comercio, pero básicamente el gobierno nos dio la maquinaria que son la lavadora, la secadora y la plancha, para poder empezar”, señaló.
Consideró que su proyecto de lavandería cuajará como negocio, al tiempo que explicó que cuando retornó a México estuvo en la casa de sus padres, de quienes tiene el apoyo, además de sus hermanos, tíos y abuelos.
Comentó que se fue a Estados Unidos cuando tenía 19 años de edad por necesidad. “A esa edad muchos de mis primos iban y venían de Estados Unidos. Yo me gradué aquí, soy técnico en electricidad, y tengo una carrera corta del técnico en mantenimiento de computadoras. Cuando me fui estaba graduado, había estudiado y no tenía necesidad de irme a Estados Unidos, pero me fui para conocer, porque llegaban mis primos, contaban [de allá] y me decían que fuera. Una vez allá el trabajo y la vida son diferentes, entonces me quedé, me gustó la vida americana”, precisó.
Resaltó que en Estados Unidos se trabaja más, pero se vive mejor, además existen mayores oportunidades. Sin embargo, ahora que regresó piensa que la vida es igual, algo que no podía ver a sus 19 años, cuando habitaba en San Fandila, pero ahora que ha retornado a su tierra natal y que sabe más de la vida, piensa que las oportunidades al norte y al sur de río Bravo son las mismas, sólo hay que buscarlas, la prueba es la lavandería, pues buscó la oportunidad y se le dio, de la misma manera en que en Estados Unidos.
Precisó que sus hijos tienen 16, 14,12 y nueve años de edad, quienes se enamoraron de México cuando lo conocieron. “Ya no se querían ir, pero tienen que regresar para cumplir con las leyes de migración, y en cuanto tengan los papeles deben de regresar para acá. Les encanta mi país. Esperemos que para agosto ya estén aquí y ya los tenga conmigo”, enfatizó.
La inversión hecha en la lavandería fue de 37 mil pesos, y forma parte del programa Fomento al Autoempleo.
Luego de recibir de manera oficial por parte del secretario de Trabajo, José Luis Aguilera Rico, y el director del Servicio Nacional de Empleo, Alberto Torres González, el equipo de la lavandería, la familia de Ligorio invitó a los presentes a almorzar unas tradicionales gorditas queretanas de maíz quebrado, acompañadas de refrescos, en una muestra de hospitalidad por parte de la familia del queretano, quien todavía no tiene a todos sus parientes en México; sin embargo, pronto estarán reunidos nuevamente, y tendrán un futuro esperanzador.