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Hambre, temperaturas extremas y mucho agotamiento han sido la constante en la vida de Alex David Portillo en las últimas semanas. Con 22 años de edad, lleva 49 días viajando desde Honduras para buscar el sueño americano y dar mejores oportunidades a su familia.
Con una bandera de Honduras en las manos y portando la playera de la selección de futbol de su país, el indocumentado pedía dinero en el cruce de avenida Constituyentes y avenida Cimatario, donde platicó a EL UNIVERSAL Querétaro la complicada vida que ha llevado en los últimos días.
Nacido en San Pedro Sula, ubicada en el norte de Honduras, Portillo dejó atrás a sus padres, cinco hermanos y dos hijos, con el único objetivo de poder brindarles una mejor calidad de vida, pues en lo que era su hogar, hay violencia, falta de oportunidades, muerte y la presencia de pandillas como la Mara Salvatrucha.
“Estamos viendo hacia el futuro, viendo hacia el frente, buscar una mejor vida porque ahí en el país de donde venimos nosotros hay mucha violencia, mucha muerte, mucho robo y por muchas de esas razones venimos a emigrar”, relató.
Para llegar hasta Querétaro —donde hizo una breve parada para buscar comida, un lugar para dormir y dinero para continuar su travesía— Alex viajó desde San Pedro Sula a la frontera de Honduras con Guatemala, un punto donde cruzar no le resultó complicado. Y dijo que el problema fue lograr atravesar hacia México, porque hay que rodear y pagar para poder pisar el país.
“Primero crucé Guatemala, indocumentado pero ahí no hay problema, ya en México sí (…), cuando uno viene entrando por Palenque, Chiapas o por Tenosique la verdad es que la ves cabrón”, comentó.
Explicó que la primera caminata que realizó del municipio de Benemérito de la Américas a Palenque, en Chiapas, fue la más pesada, pues la realizó en 72 horas, lo que le provocó heridas en los pies.
“Fueron tres días, a cuenta y caso, cuando llegué mis pies iban llagados, pana, ya no aguantaba, llegué a la casa del migrante a curarme”, comentó.
Ya desde Palenque, Chiapas, Alex Portillo se dirigió a Tabasco donde tuvo que abordar diversos transportes que lo trajeron hasta tierras queretanas y desde donde saldrá para ir a Saltillo, Coahuila que será su última parada antes de llegar a la frontera con los Estados Unidos.
El viaje en tren es casi imposible, comentó, pues con la seguridad que han implementado las empresas para proteger la carga que llevan, están disparando o golpeando a todos aquellos que pretenden abordar el vehículo, por lo que en algunos tramos tienen que buscar alternativas de transporte para poder llegar a su destino.
“Hasta en el tren ya no los quieren dejar subir porque ya los andan hasta agarrando a tiros porque cuando te subes al tren, pues viene con carga y los guardias pues te agarran a tiros. No te puedes venir solo en tren”, dijo.
Durante su estancia en el país, mencionó que ha sido tratado muy bien por los mexicanos, quienes siempre brindan alimento, abrigo y una moneda para apoyarlo en su camino para buscar un futuro mejor para su familia.
“Para el pueblo mexicano mis respetos, porque pues gracias a ellos sobrevivimos y podemos seguir adelante”.
Evita a toda costa toparse con los agentes de Migración y continuar su viaje este fin de semana para llegar a Missouri, Estados Unidos, donde espera encontrar el trabajo.
Reflexionó que de alguna u otra manera se sufre, pues además del dolor que implica no tener cerca a la familia, han tenido que pasar por la pérdida de compañeros que se han quedado en el camino por morir de hambre o por los golpes y hasta por las balas de quienes resguardan el tren.