Nuestras Historias

Venta de artículos patrios, una forma de vida

Adolfo y Yesenia llegan a la ciudad a vender sus productos

Yesenia dice que la gente aún no compra muchos productos para celebrar la Independencia. (Fotos: LUIS SÁNCHEZ)
05/09/2017 |02:30
Domingo Valdez
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Las banderas ondean con las rachas del viento fresco que recorren la ciudad de Querétaro. Yesenia Pérez Rómulo, originaria de Toluca, Estado de México, observa su mercancía que por temporada ofrece en la capital, permanecerá hasta el 15 de septiembre para ofrecer además de lábaros patrios, artículos como cornetas, rebozos, vestidos para niñas, tambores, rehiletes, entre otros. Las personas llegan a un súper mercado donde Yesenia atiende un puesto tricolor, donde vende banderas, tambores, incluso rifles de madera, para aquellos más pequeños que quieran vivir con más emoción el mes patrio.

Son dos puestos los que flanquean las puertas de la tienda de autoservicio. En uno atiende Adolfo García Galindo, quien dice venir de la Ciudad de México y lleva dos semanas al igual que Yesenia en Querétaro, para ofrecer los productos patrios.

El joven no habla mucho, prefiere guardar silencio. Yesenia, en cambio, platica que viene de Toluca, ciudad de la cual salió hace 15 días para ganar dinero un poco de dinero con motivo de las festividades de septiembre.

Dos niños se detienen frente al puesto. Observan las trompetas, cornetas y tambores. Le piden a su madre que les compre uno. La mujer, sin detenerse y sin siquiera voltear les dice “no” y les pide seguir caminando. Los pequeños obedecen y la siguen. Hoy no tendrán su juguete patrio.

Yesenia dice que la gente aún no compra muchos productos para celebrar la Independencia. “Rara la vez, hay veces que sí compran, hay veces que no. Dicen que todavía no está cerca la temporada”, comenta.

La mercancía que ofrece la joven mexiquense es variada, al igual que sus precios, pues hay banderas desde 10 pesos, hasta 200 la más grande. Los rebozos tricolores, 50 pesos. Tambores, 35; trompetas, 25; bigotes, 25; rehiletes, 15; pelucas, 50; sombreros, 85. Hay para todos los bolsillos.

Apunta que sus compañeros, la mayoría del Estado de México, rentan una casa durante las semanas que venderán banderas y artículos para las fiestas patrias. La mayoría de los vendedores de banderas vienen de aquella entidad, pasando en Querétaro cerca de un mes, ofreciendo sus productos. Lo que no se vende, se guarda para la siguiente temporada.

Los puestos de banderas llaman la atención desde lejos. El colorido anuncia el mes de la patria. Contrario a lo que sucede en otros lugares, como la Ciudad de México, la gente no suele poner banderas en sus automóviles. Son pocos los que lo hacen, y la mayoría son nuevos queretanos que continúan con esta tradición. Explica que ella sólo viene a vender en esta temporada de septiembre, pues no asiste en octubre, a la venta del tradicional Día de Muertos.

Menciona que al regresar a Toluca continuará con sus estudios de preparatoria, pues es joven y desea continuar con el nivel universitario.

Yesenia acomoda la mercancía para que luzca mejor a la vista de los posibles compradores de banderas. No son los únicos puestos que se colocan en la ciudad. Actualmente casi en todas las esquinas del primer cuadro queretano se puede observar estos tradicionales sitios donde la gente compra algún objeto decorativo.

Desde una semana atrás las calles del centro histórico de Querétaro luce la iluminación septembrina. Verde, blanco y rojo dominan las noches queretanas, además de las palabras en color dorado y algunos bustos de los héroes que dieron a los mexicanos patria y libertad.

Yesenia, en tanto, agrega que lo que más ha vendido en estas semanas que lleva en Querétaro “han sido pulseras, banderas y algunos adornos para las casas u oficinas”, pero aún es tiempo para vender más de sus artículos.

Yesenia comenta que su jornada laboral comienza a las ocho de la mañana y concluye a las seis de la tarde, todos los días, sin que tenga oportunidad de pasear y conocer Querétaro. Tras concluir sus actividades laborales regresa a la casa que habita con sus compañeros y descansa, para el otro día volver a trabajar.

A pesar de que los precios no son elevados, dice que hay personas que llegan a pedirles descuento en sus productos, a lo que accede cuando así lo puede hacer, rebajando cinco, 10 pesos al costo y de acuerdo a la mercancía de que se trate.

Yesenia regresa a su trabajo. Tras acomodar la mercancía, espera que los clientes lleguen. La ubicación junto a la salida del supermercado le asegura un flujo constante de personas, posibles clientes de la joven que sólo espera que pasen las fiestas patrias para regresar a su salón de clases en su preparatoria.

En el centro de la ciudad el flujo de personas es mayor, pues además de los habitantes del estado, los turistas que siempre se pueden ver recorriendo las calles queretanas son clientes, más cuando se acerca el 15 de septiembre, pues muchos pasan aquí las fiestas patrias.

Paradójicamente, Yesenia y sus compañeros dejan la ciudad ese día, para regresar a sus lugares de origen, sin que tengan tiempo de celebrar la noche mexicana junto a las personas a quienes quizá les vendieron una bandera o un motivo patrio.