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Eduardo García Ibarra tiene el gusto por coleccionar y modificar autos a escala. Desde hace 15 años empezó a realizar este pasatiempo que se asemeja al tunning o las modificaciones que en talleres mecánicos se le realizan a los autos para personalizarlos en motor, llantas, chasis o pintura.
A esa analogía a nivel miniatura Eduardo la llama customizar. Perteneciente al Club de Autos a Escala Querétaro (CAEQ), intercala su trabajo como taxista con el pasatiempo para mantener un equilibrio en sus actividades.
Su acercamiento a este pasatiempo surgió desde su niñez debido a las carencias, la falta de juguetes le generó un vacío que no pudo llenar hasta que logró ser independiente económicamente y comenzar a comprar sus colecciones de autos a escala.
“Esto comienza con algo triste porque en mi infancia hubo carencias, como niño lo que quieres son juguetes y carros. Fue triste tener esos vacíos lo que te motiva a hacer algo bonito, y agarré el gusto por los coches, cuando económicamente tuve a posibilidad de solventar este gusto”, cuenta.
Eduardo bromea acerca de no saber si su pasatiempo es una espina clavada o un trauma de la infancia; sin embargo, reitera que desde siempre se inspiró en los detalles y acabados de los autos a escala.
“A mí lo que me gusta es modificarlos, en el argot es customizar pero yo te puedo hablar de esto, pues tengo en esto 15 años como un hobby”, asegura.
Para Eduardo la imaginación es invaluable ya que el pasatiempo le ha permitido potenciar su creatividad en nuevos diseños y modificaciones que realiza en los pequeños autos.
En aras de hacer lucir sus autos modificados, también se ha esmerado en armar maquetas para ambientar los diseños personalizados. En su estante, colocó una maqueta con palitos de madera que es parecida a una estación de servicio con un arcotecho de cartón corrugado.
La maqueta tiene múltiples carritos de edición limitada que sacó la empresa Coca-Cola, a los cuales les ha hecho modificaciones. Al ser miniaturas de los camiones que repartían el producto, algunos los ha convertido en mini autos monster, carrozas funerarias y hasta en grúas con poleas armadas con plástico.
Los autos miniatura que eran rígidos en su diseño, mediante herramientas específicas se han transformado según las ideas que rodean en su mente. Eduardo comenta que en una ocasión tuvo la oportunidad de diseñar una limusina con varios carritos Hummer a los que les hizo cortes y fue pegando hasta tener el nuevo vehículo alargado.
La imaginación no tiene precio. Sus diseños en los autos a escala, junto a las maquetas, han generado que en las exposiciones en las que participa como parte de su club, las personas le pidan precio por sus creaciones o encargos personalizados. En este sentido, Eduardo refiere que su imaginación no tiene precio y que prestarse a hacer algo por encargo, le quitaría toda inspiración.
“Lo que yo hago me gusta, es el gusto verdadero por el amor a un carrito, lo haces por amor porque me han preguntado cuánto vale y no le puedo poner un precio porque lo haces con imaginación, con el deseo de que lo que traes en la cabeza lo puedas plasmar en algo”, comparte.
Destaca que si bien no ha medido el tiempo que invierte en su pasatiempo, ha habido ocasiones en que modificar sólo un auto a escala le lleva hasta seis meses.
En las últimas modificaciones que hizo a un automóvil de la Coca-Cola, se desveló hasta las cuatro de la mañana retirando el pequeño toldo de plástico y haciendo piezas para pegar una batea y transformarlo en una camioneta. Dependiendo de la disposición y la imaginación es el tiempo que le invierte a su pasatiempo.
“En el caso de estos coches no vas a ver uno igual, yo lo creé y lo corté del plástico modificado, por eso tiene muchos cambios. No he medido realmente el tiempo porque no lo hago de la noche a la mañana, esto se hace en mucho tiempo, se tiene que invertir demasiado trabajo y a veces me desvelo. Es lo que nos gusta hacer y todos tienen un detalle diferente”, refiere.
En los 15 años que Eduardo se ha dedicado a modificar autos a escala, también se ha enfocado a buscar aquellas piezas coleccionables en bazares y tiendas de antigüedades, proceso que le sirve para imaginar el rediseño y poner manos a la obra.
Cuando ha realizado la alteración a los autos a escala, ha procurado adaptar escenarios con sus maquetas, que al estar finalizadas, tan sólo se queda con la satisfacción de haber llevado a cabo y plasmado su imaginación.
“Lamentablemente no guardo la evidencia, hice algo de Coca Cola, era una manzana, tenía una distribuidora, un yonke y una agencia de autos de competencia. También hice una representación de campo traviesa de los monster de Micro Machines, hice una pista de arrancones de cuarto de milla, en mi casa hay poco espacio para guardar todo eso”, lamenta.
Pese a que su familia no heredó el gusto por los autos a escala, el apoyo ha sido incalculable para Eduardo, por ello nunca ha tenido rechazo ni conflicto por dedicar horas de sus días en transformar pequeñas piezas fabricadas en masa y transformarlas de acuerdo con su imaginación.
El gusto por coleccionar y después por personalizar los autos a escala debe nacer en las personas, concluye, pero lo primero es que quienes no conocen se acerquen y valoren la actividad que pese a ser laboriosa y requiere de esfuerzo.
“Espero que lo que llegue a crear sea del gusto de la gente, que haya una opinión favorable y si tienen la inquietud, se acerquen a nosotros, somos un club sin fines de lucro y creo que es algo muy serio e importante porque si bien hay gente que vende, hay quien aporta con lo que puede y creemos en esto en el espíritu de coleccionar, bien dicen que si tienes un tesoro, pues muéstralo”, cierra.