“Yo creo que todos tenemos una historia de porque decidimos estudiar odontología. En mi caso, hace muchos años existió un grupo de médicos, entre ellos un odontólogo, que iban a varias comunidades a buscar rincones de difícil acceso en los cuales se pudiera dar este servicio”, relata Ema García Morales, médico odontólogo proveniente de la comunidad de San Ildefonso Tultepec, ubicada en Amealco de Bonfil.
Su edad no rebasa los 25 años y debajo de su bata blanca, viste una falda rosa mexicano con holanes blancos, al igual que una blusa de algodón y un cintillo de flores, bordado con hilo verde. Utiliza tacones color crema y su cabello negro y largo, suelto.
Su lugar de origen está ubicado a 40 minutos aproximadamente de la cabecera municipal y a casi dos horas de la capital de Querétaro. De acuerdo con la última publicación del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), Amealco forma parte de los cinco municipios con mayor porcentaje de pobreza con 76% de su población en esa situación.
En el caso de San Ildefonso, la población registrada por el Coneval es de 3 mil 204 personas: 25.2% de habitantes de 15 años o más es analfabeta y 73.6% tienen educación básica incompleta; además, 27% no cuenta con derechohabiencia a los servicios de salud y 74.4% de las casas no tienen drenaje.
“A mí llamó muchísimo la atención el que fuera difícil el acceso de personas con más limitaciones el acudir al odontólogo. Una consulta médica está más a la mano, sin embargo, es una necesidad real, es parte de la salud integral a la que a veces no le damos la atención que corresponde, es por ello que decidí hacerlo”, menciona.
Abriendo camino. Ema cursó la educación básica en su comunidad y con el apoyo de su familia, se trasladó a la cabecera municipal para estudiar la preparatoria. Al terminar y con la decisión de iniciar los estudios en odontología, se mudó a Morelia, Michoacán, para ingresar en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), donde alternó la escuela con otros trabajos.
“Tenía tres opciones para presentar el examen y en ese momento pensé que esa universidad era la correcta. Fue difícil, limitante, pero con el promedio que llevaba obtuve una beca, además trabajaba y me apoyaban mis papás, con todo eso se pudo solventar la carrera”, explica Ema, al señalar que a pesar de la diferencia en el estilo de vida nunca se modificó su objetivo de aplicar sus conocimientos en su comunidad.
“Hice mi servicio en el 2010, 2011 y pedí mi cambio para la ciudad de Querétaro. Posteriormente comencé a trabajar de manera particular en colaboración con otro odontólogo que llevaba años ejerciendo y que me invitó a trabajar con él en su consultorio”, dice.
Con la intención de regresar a su lugar de origen, en 2015 ingresó a trabajar en el Centro de Salud cercano, donde alrededor de 11 mil 200 personas de diferentes comunidades tienen acceso a los servicios médicos.
A la par de su trabajo en el Centro de Salud, Ema trabaja en un consultorio particular por las tardes, donde amplía los servicios médicos, pues hay cierto tipo de tratamientos que no otorga el Seguro Popular y que convierten en necesaria una consulta privada.
“Cuando tienen una necesidad más allá, por ejemplo, de una restauración o una prótesis, ya no lo solventa el Seguro y los pacientes deben ver la manera. Mi compromiso es ofrecerles accesibilidad para que no digan… ¡No sé puede!, y como no se puede, me quedo sin masticar porque no tengo muela! También la intención es que le vayan dando importancia”, dice.
Problemas de salud. Algunas de las diferencias más importantes que observó en su comunidad, una vez que inició a trabajar como odontóloga, fueron problemáticas bucales provocadas por los hábitos de higiene.
Señala que también la alimentación debe ser adecuada para mejorar la salud de los pacientes, buscar la prevención y aplicar la higiene en la casa para evitar posibles enfermedades ocasionadas por la falta de tratamiento.
“Desde la primera consulta ellos ven que no les vamos a quitar las muelas. Pueden percibir la explicación que se les da de su salud, la manera en cómo se les trata, la manera de explicarle antes de hacer; porque si uno llega y le abren la boca, pues dicen ¡qué onda!, pero si desde antes das una explicación van tomando confianza. Es tener una comunicación adecuada”, agrega.
“La idea es no buscar tanto una remuneración económica. Lo que yo les comentó a los pacientes es que a veces se gasta más en cosas que no benefician a la salud y si eso lo ahorras para beneficio propio, puedes pagar por el servicio”, concluye.