Los ojos de Rafael Morales Hernández se humedecen y afloran los sentimientos cuando recuerda el Viernes Santo en la tarde, cuando regresa a su casa, luego de haber traicionado a Jesús, pues interpreta a Judas Iscariote en el Viacrucis en la Cañada, en el municipio de El Marqués.
Rafael, de 40 años de edad, hombre de estatura media, cabello crecido y barba ligera, se recarga en uno de los escenarios de la representación de la Pasión de Cristo. Observa a una de sus compañeras que a la distancia pinta otra pieza, de las que en estos días santos servirán para hacer una representación de Jerusalén y sus palacios.
Explica que con éste serán seis años de representar al traidor, ese que según los Evangelios entregó a su maestro por 30 monedas, para luego arrepentirse de sus actos, cuando era demasiado tarde.
“Se dio la oportunidad (de interpretar a Judas). He estado en el grupo 12, 13 años participando con diferentes personajes. Aquí es voluntaria la participación de quien quiera hacer el personaje, hice una audición y, afortunadamente, me quedé con el personaje”.
Dice que representar a Judas significa algo importante y especial, tanto en lo personal como en lo espiritual, pues es la contraparte de Jesús, lo que provoca que en su ser afloren sentimientos encontrados.
“Siento que es un personaje muy importante dentro de la vida de Jesús, que marcó la historia y el rumbo de la Pasión del Nazareno. Para mí representa mucho este personaje, es muy fuerte tanto en los ensayos como representarlo en los escenarios”, dice Rafael, quien se gana la vida como empleado del IMSS.
Apunta que por no ser cualquier personaje, el sentimiento que genera el él es muy fuerte, además de que los ensayos son difíciles, por la cuestión de que tiene muchos textos.
“Es difícil interpretarlo, al menos a mí me ha costado hacerlo, y hacerlo como fue esa persona, creo que nunca nadie lo hará, más allá del corazón que le ponga cada uno para hacer la interpretación. A mí me ha costado mucho el personaje, a pesar del apoyo del comité, del director de escena, Román García”, asevera.
Subraya que el apoyo de su esposa y sus dos hijos, una niña de 5 años y un niño de año y medio, es fundamental para poder llevar a cabo esta representación, en la que como residente y oriundo de La Cañada le gusta participar y tomar parte.
“El apoyo de mi familia es básico. De parte de mis hermanos, igual, el apoyo es incondicional; me llena de orgullo pertenecer al Grupo de Tribunales de Jesús… creo que todos los que participamos, tanto comité como staff técnico, siempre tenemos el apoyo de la familia, para que esto se lleve a cabo”.
No deja de mencionar el apoyo de toda La Cañada, que ve en su representación del Viacrucis uno de sus tesoros culturales más importantes, y ven su apoyo en cada domingo de colecta de recursos, desde el primer domingo de enero. Apoyo y donativos son esenciales para la realización de esta tradición.
Sobre el personaje, dice que a Judas le gusta mucho el dinero, es ambicioso, a tal grado que traiciona a su maestro. La traición lo marcó, aunque también ya estaba predestinado para cometer esa acción.
Rafael explica que se prepara física y espiritualmente para la representación. Su cuerpo lo prepara con ejercicio, saliendo a trotar todos los días, ya que el desgaste físico es mucho, pues sus actividades comienzan desde el Domingo de Ramos, cuando se representa la llegada de Jesús a Jerusalén, actividad que se lleva a cabo desde El Socavón hasta la plaza San Pedro.
Por otro lado, debe de checar todo lo referente a la escena en la que se ahorca en un árbol, luego de comprender que vendió a Cristo. “Debo checar el árbol, el arnés, el lazo que me tiende, eso importante para mí. Lo llamo preparación, porque si falla algo técnico, las consecuencias en mi persona serían serias”, comenta.
Rafael se despide. Mete sus manos en los bolsillos de los jeans. Se acerca a donde unos hombres preparan la escenografía que servirá para darle más realismo al Viacrucis de La Cañada. Se le ve serio, pensativo, como quien representará al que quizá sea el personaje más odiado e incomprendido de la historia, y que según el Evangelio, entregó a su maestro con un beso.