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La “oficina” de David Saavedra Vega es única. Es amplia, fresca, bien iluminada y con 14 mil libros, algunos con más de 400 años. Como bibliotecario del Museo Regional de Querétaro tiene bajo su cuidado una de las bibliotecas conventuales, del siglo XVI al siglo XIX, más importantes del centro del país.
Dentro hay ejemplares muy antiguos. Algunos sólo están disponibles para investigadores, pues los siglos de impresión hacen frágiles los materiales.
“La biblioteca se rescató cuando era director del Museo Regional el profesor Eduardo Loarca Castillo en 1980. Estamos hablando de [hace] 38 años prácticamente. Yo estoy (trabajando aquí) desde 1976, como 44 años, más o menos”, indica.
Explica que el acervo de la biblioteca está conformado por cerca de 14 mil volúmenes, que van del siglo XVI al XIX y prácticamente se tienen todas las disciplinas de la ciencia, aunque los temas que más se tienen son teología, filosofía y los temas bíblicos, aunque también hay de matemáticas, derecho civil, derecho eclesiástico, literatura, por lo que cuentan con material muy completo.
“La conservación se da siguiendo el mismo desarrollo natural que se tiene. En Querétaro, afortunadamente, tenemos una media entre 32 a 38% de humedad relativa, hasta diríamos que un poco seco. En tiempo de lluvias se nos eleva, por mucho, 50%, pero si nosotros mantenemos un 35, un 50% de humedad, es favorable. La temperatura entre 22, 26 grados, por mucho a 28. Entonces el mismo clima que tiene Querétaro es propicio para estos materiales.
“Aquí, por ejemplo, no tenemos problemas de hongos, como es un clima seco, no es propicio para los hongos, lo que si podemos tener es problemas de polilla, pececillo de plata, pero con las fumigaciones que se hacen periódicamente con eso se mantienen”, abunda.
Explica que la mayoría de las ediciones son europeas, pues cuando llegaron las órdenes religiosas instalaron sus conventos, y los frailes traían sus propios libros y fueron formando sus bibliotecas. Desgraciadamente, precisa, México se “echó” casi un siglo de pleito entre liberales y conservadores, lo que propició un deterioro muy fuerte para el patrimonio cultural.
“Cuando vienen las leyes de Reforma, esos colegios franciscanos, agustinos, jesuitas, disgregaron todas sus colecciones. Afortunadamente en Querétaro hubo dos personajes muy importantes, Próspero C. Vega y don Nicolás Campa, entonces esos libros que fueron abandonados por los conventos por las leyes de Reforma, ellos crearon el Colegio Civil de Querétaro. Dio la oportunidad para que estudiantes en derecho, teología, filosofía y lenguas usaran este material que era de las órdenes religiosas”, explica.
Precisa que en la biblioteca se tiene material de México, Puebla, Zacatecas, Oaxaca, Guanajuato y Querétaro.
Para 1950, 51, dice, surge la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y entonces, nuevamente, viene un cambio de estudios y terminó el Colegio Civil, dando oportunidad a nuevos planes y programas.
En ese entonces, a la universidad no le interesó todo el material bibliográfico, por lo que se hizo una selección y se quedaron con lo que más les interesaba para las ciencias y lo demás lo abandonaron en bodegas.
Luego de estar en el abandono, se juntó el acervo bibliográfico con el acervo que se tenía de los franciscanos y entonces nace una biblioteca rica, tanto en su encuadernación, contenido, grabados y lingüística.
Apunta que 94% de los materiales está en latín. La razón es que fue una lengua oficial para todos los colegios, conventos y la religión católica hasta 1956, hasta que entra en vigor el Concilio Vaticano II, y el latín deja de ser lengua oficial.
“Nuestros materiales están muy seleccionados, todo lo de carácter teológico, filosófico y bíblico; tendríamos una carga muy alta de latín y griego. Los materiales que se usaron para la evangelización, toda la parte de la homilética, lo tenemos en latín, español, italiano, francés, portugués, las lenguas romances están inmiscuidas ahí”, abunda.
David comenta que en la biblioteca hay muchos libros excepcionales, pero hay aproximadamente 350 que fluctúan entre 1528 y 1570, el siglo XVI.
“Hay uno en especial que es muy tardío, es del siglo XIX, pero está escrito en 150 idiomas, es una oración que se llama La Magnífica. Es un poema hacia la Virgen María, pero también viene por continentes. Están todos los idiomas europeos, idiomas africanos, americanos, asiáticos, los cuatro continentes que se manejaban en aquel entonces.
“También viene acompañado de un análisis herbolario. Por ejemplo, los emblemas a María. Dice que el emblema de María para China es tal, y se representa con las flores. Cada hoja es un idioma, pero también es un análisis cultural de la región donde se habla. Para México registra dos idiomas: el maya y el náhuatl. Es curioso cómo lograron juntar tantos idiomas y tantas plantas”, agrega.
Asimismo, se tienen algunas colecciones, como las de Cornelio A. Lapide, jesuita que hizo análisis de los apóstoles, de los evangelios, un trabajo que califica como impresionante. De los autores más conocidos, don Juan de Palafox, con una colección donde hace apología de los indígenas, colecciones invaluables y muy valiosas.
Quienes deseen consultar los materiales deben, para empezar, saber latín, pues la mayoría del material está en ese idioma, pero se suman otros dos requisitos básicos: ser investigadores que sepan tratar el material y que tengan un anteproyecto de investigación.
Además de que se tiene que usar guantes y cubrebocas, pues al abrir un material de esa antigüedad no saben lo que se pudiera reactivar, algo que tuviera el libro en su papel, también se puede dañar el libro con la grasa de las manos, pues el papel es tan fino que se puede romper.
David Saavedra precisa que hace mucho tiempo que no reciben donaciones a pesar de que hay muchos materiales dispersos en las tres bibliotecas coloniales que tiene Querétaro, que son el Convento de La Cruz, que se conserva integra, la del Museo Regional, y la de la UAQ, con 4 o 5 mil volúmenes (poco del siglo XVI), que está en la Sala del Tesoro, en el Patio Barroco, joyas históricas únicas en el país.