Más Información
Cuando Lorena concluyó sus estudios de posgrado, supo que había escogido la profesión equivocada. Poco tiempo después, por “hobby”, empezó a trabajar creando vitrales, oficio que realiza desde hace 30 años después de quedar fascinada con esta artesanía.
Camino a San José de Los Olvera, en el municipio de Corregidora, se ubica el taller de Lorena Ireta Soto. Paredes blancas, pinceles, botellas de vidrio, lámparas y un sin número de objetos más, forman parte del taller de la artista, que después de estudiar una licenciatura en Química Agrícola incursionó en la pintura vitral.
“El día de mi titulación uno de mis sinodales dijo que había personas que no merecíamos un título… y me quedé pensando mucho tiempo y después empecé a trabajar lo de los vitrales y pensé que mi maestro había tenido toda la razón… Muchas personas estudiábamos porque los papás querían que estudiaras. Indudablemente tomé la profesión equivocada y cuando empecé a hacer los vitrales, como me gusta mucho hacer manualidades muy detalladas, me enamoré del vidrio y sigo enamorada del vidrio”, afirma.
Al interior del taller hay botellas de vidrio aplastadas en forma de botaneros, vasos fabricados con envases de cerveza o refresco, lámparas de vidrio cortado, macetas fabricadas con botellas, además de numerosas herramientas que son utilizadas por Lorena y sus dos hijas para la elaboración de vitrales y reciclado de botellas.
Sin embargo, antes de que se dedicará a este oficio, Lorena abrió una maderería en los años 80, la cual no prosperó debido a la devaluación del peso a finales de esa década.
Para sustituir el negocio de la maderería, con el material sobrante decidió abrir un taller de carpintería pese a no contar con una experiencia previa.
En ese taller había un vitral sobre la puerta “y las personas me preguntaba sobre el vitral y yo decía ¿qué serán los vitrales? Porque ni si quiera sabía que era un vitral… pregunté —porque no me gusta quedarme con ninguna duda— investigue qué eran y en una ocasión que fui a Estados Unidos a exportar muebles, nos dijeron a grandes rasgos cómo se hacían; compramos material y ahí empecé a practicar y a practicar”, añade.
Lorena regresó a Querétaro para crear pintura vitral y con el tiempo, se especializó en una técnica denominada grisalla, la cual explica, es de origen europeo y consiste en pintar a mano el vidrio para después hornearlo a mil 500 grados Fahrenheit y darle varias “quemas” hasta que quede al “gusto”.
Diez años después de incursionar en la pintura vitral, Lorena logró ganarse una beca para perfeccionar la técnica de la grisalla en Seattle, Washington, Estados Unidos.
“Después me puse a practicar, practicar y practicar porque esto aunque tomes muchos cursos, no hay como que practiques para que proporciones tus ideas… Empecé con vidrio de vidriería normal a hacer mis pininos y de ahí fue que empecé a caer en todos los errores posibles y eso me fortaleció más”, cuenta.
En esa época, realizó una de las piezas de las que se considera más orgullosa: el vitral de una Virgen de Guadalupe con incrustaciones de lámina de oro en el contorno de su túnica y que está adornada con un marco de vidrios pequeños pintados de azul y rojo.
Esta pieza, al igual que el retrato de una de sus hijas, son las obras más valiosas para Lorena, y por eso la atesora en su lugar de trabajo.
“El retrato de mi hija lo hice hace siete años para un concurso en Argentina… yo mandé esa grisalla, pero en realidad era un concurso de escultura en vidrio. Una parte importante es que desde hace 20 años realizamos mis hijas y yo el reciclado de botellas; hacemos lámparas y también las metemos al horno a fundir para que sirvan de charolas o el uso que tú le quieras dar”, explica.
Vitrales: una artesanía de paciencia
La duración en la elaboración de vitrales puede ser muy variada. En una de las mesas del taller hay una lámpara roja fabricada con pequeñas piezas de vidrio sobrepuestas y que tienen la figura de un caballo negro en el centro. Para elaborar esta lámpara, a Lorena le tomó casi un año por lo pequeño de las piezas. Por esta razón, explica, lo más importante es tener paciencia; otro de los motivos por los que el número de personas dedicadas a este oficio, ha disminuido a través de los años de acuerdo con la artista.
“Vitralistas quedamos muy poquitos y no nada más en Querétaro. Yo creo que a nivel nacional ya hay pocos porque es una artesanía que necesita mucha paciencia y los jóvenes ahora viven aceleradísimos y lo que menos tienen es paciencia”, dice.
El procedimiento para la elaboración de vitral, explica, consiste en hacer el diseño de la pieza al gusto; después recortar las piezas y pintarlas a mano para finalmente pasarlas al horno.
“Para que quede una pieza necesito pintar y pintar. Para el rostro de la virgen tuve que darle nueve quemas para que quedara así. No es como la pintura al óleo que aplicas sombra y luz; aquí pintas y pintas y para oscurecer tienes que quemar y quemar”, dice, mientras con uno de los pinceles explica cómo con pequeños golpes, se logran dar los acabados deseados.
Pese a haber contado con algunos trabajadores,
afirma que prefiere continuar elaborando su propio material para expresar sus ideas, pues crear pintura vitral ya no tiene la finalidad de un crecimiento económico, sino personal.
“Ahorita las únicas personas que me ayudan son mis dos hijas y nosotros elaboramos lo que realmente nos gusta, no sólo lo que la gente nos pide. Más bien desarrollamos una idea, la exhibimos y se vende; ya no es tanto por la economía, es una proyección personal”
“Soy una persona que siempre toma sus decisiones y he hecho con mi vida lo que yo quiero. Eso me ha hecho desenvolverme en esto de los vitrales, en expresar mis ideas, en ser yo”.