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Alfredo Hernández Villalobos es un ingeniero mecánico que decidió tener un reloj en su casa. En el recorrido por tiendas buscó opciones, pero nada concreto de acuerdo a su imaginación o su gusto. Fue entonces que decidió comprar el mecanismo del reloj y comenzar a diseñar el propio.
“La verdad me hacía falta un reloj de pared en mi casa pero no me gustaba ninguno de los que tenían en las tiendas y se me ocurrió hacer uno de las piezas de mi coche y así empezó, con uno de los discos de freno”.
Desde niño, Alfredo tuvo el gusto y curiosidad por los relojes de pared, de mano y de bolsillo. No era coleccionista pero tenía el gusto por siempre saber la hora del día. Alfredo define el tiempo como el recurso más valioso que tienen las personas, bien organizado, se puede disfrutar cada faceta de la vida.
“Creo que el tiempo es el recurso más valioso para todos, igual me voy a poner muy profundo pero hay veces que uno lo desperdicia mucho, hay tiempo para todo para descansar, para trabajar, la familia, holgazanear, convivir, lo que sea”.
En el instante en que decidió diseñar su propio reloj, lo que era tomado como una necesidad de tener un instrumento para medir tiempo se fue convirtiendo en un pasatiempo que le fue dando dividendos, al menos para pagar la gasolina comenta Alfredo.
“Iniciamos con este concepto alrededor de dos años, en 2015, la idea consiste en hacer relojes personalizados de pared, pues vimos esta área de oportunidad que no había en Querétaro relojes a la medida, simplemente nos pueden dar la pieza, podemos hacer imágenes, alterar las manecillas, las formas, los colores, lo que deseen, los clientes nos dan la pieza y lo modificamos”.
Reutiliza materiales.
A partir de materiales usados o viejos, Alfredo convierte las piezas en arte y un nuevo estilo de medir el tiempo; desde embragues de automóviles, frenos de disco y hasta sartenes sirven para moldear los relojes.
De acuerdo a las ideas que los clientes y que él mismo tiene, es que busca los materiales. En algunos casos quienes le encargan un reloj le llevan una pieza de auto, un sartén o cualquier cosa que se pueda reciclar, ya sea por el gusto o porque tienen un valor sentimental. En otros casos, consigue piezas en yonkes y talleres mecánicos.
En su casa, tiene unos cuantos relojes que elaboró a partir de rines y frenos. Por lo pesada de las piezas, Alfredo comenta que a los clientes siempre les recomienda que ese tipo de piezas, las coloquen en la orilla porque la gravedad puede hacer que se caigan sobre alguien.
“Voy a los yonkes o tengo amigos mecánicos que me dan las piezas, también algunos clientes me dan sus discos de sus autos deportivos y los hago. De hecho el primer reloj que hice para mi casa lo vendí, me gustaba mucho, lo tuve que vender porque a una persona le gustó, de ahí nació la idea y tengo ya gran variedad”, cuenta.
Alfredo comenta que en Querétaro no hay quien se enfoque en este rubro dedicado a transformar la basura y materiales inservibles en relojes. Si bien hay quienes se dedican al reciclaje en otras áreas y otros fines, reciclar en instrumentos que midan el tiempo, sin duda es algo poco común.
Alfredo afirma que no compite directamente con los fabricantes de relojes, pues él se enfoca en el gusto, los pasatiempos y la imaginación tanto suya como de los clientes, situación que no ocurre en las tiendas, donde el reloj es vendido de forma genérica.
“Son mercados distintos, ahora sí que partí de piezas que son distintas y las vuelvo a reutilizar y es la esencia del tema, hago relojes en MDF, cortados en contorno, tablas para picar las puedo hacer relojes, entonces son mercados distintos y estoy enfocado en esto en particular. A la gente le gusta mucho porque es algo distinto y se les da mucho la opción de alterar colores, cualquier forma, o también me platican su idea y la aterrizo a cosas factibles”, platica.
Sentado en un sillón junto a una mesa alargada al fondo de su sala, Alfredo saca de su caja de herramientas una lija, comienza a quitar impurezas y rebaba de las pequeñas manecillas que colocará en los engranes metálicos que se vinculan con el mecanismo del reloj.
Para consentir al niño interior.
El encargo que tiene por hacer es un Halcón Milenario, nave estelar del universo ficticio de Star Wars. El proceso de elaboración pasó por la búsqueda de algunos vectores, para después pasarlos a un programa de diseño en la computadora, dibujar los contornos y posteriormente, llevar la imagen para imprimirla en vinil. La misma imagen es llevada con especialistas en corte láser y en unos segundos, el tablero de fibra es cortado de acuerdo a las especificaciones.
“El Halcón Milenario en particular ya estaba avanzado porque ya le había pegado el vinil, lo había cortado en contorno y nada más era instalarle la maquinaria. Básicamente ya está, sólo es encontrarle el centro de gravedad para que cuelgue bien. Los dejo funcionando un día o dos para evitar que haya fallas, porque luego es un regalo y lo que me quiero evitar es que se despegue, o que la maquina no funcione, entonces está en un 80%”.
Alfredo se ha propuesto el reto de crear relojes que sean contorno puro con símbolos, tales como una clave de sol, un infinito o cualquier figura que implique mayor complejidad, para medir el tiempo con un estilo distinto.
Alfredo actualmente está enfocado en el sector aeronáutico, sin embargo, lo ideal sería que a partir del diseño de relojes, pueda desarrollar la actividad como un negocio más grande.
Para sacar los pedidos que le hacen, acude con proveedores quienes le hacen los cortes o le imprimen los vinilos pero en un futuro inmediato espera poder capitalizarse para conformar el negocio con la maquinaria necesaria para construir los relojes personalizados.
“Trabajo para la aviación pero también en los relojes por el momento, si bien empezó como un hobbie siempre ha estado abierta la opción a hacerlo como negocio. Mi taller, una parte está en mi casa, otra parte mis proveedores y me gustaría ser autónomo para controlar la fabricación, la geometría a mi gusto y el del cliente”.
Alfredo asegura que a partir del diseño y la fabricación de los relojes, ha percibido en la gente el tamaño de su imaginación, que veces es complicado de expresarla o trasmitirla.
“La gente tiende a sacar a su niño interior o fantasías, a veces parece que estoy negociando con un niño, quiero que me hagas un Darth Vader, algo de Cars o de tal color las manecillas, es muy interesante la imaginación que tiene la gente pero luego cuesta mucho trabajo transmitirla”.