Desde hace 17 años, Araceli Chávez Hernández trabaja en la carnicería y cortes selectos “Don Daniel”, en el Mercado Escobedo; un negocio familiar que es completamente atendido por mujeres.
Ahí, Araceli de 34 años de edad es la administradora del negocio; ella organiza cuentas y pedidos, atiende clientes, afila cuchillos y realiza cualquier corte de carne, todo esto combinado con su otra profesión, -aunque no remunerada- su trabajo como madre de una adolescente de 14 años de edad.
“Soy mamá de una niña de 14 años y mi maternidad nunca me impidió seguir con mi trabajo. Muchos clientes se sorprenden de que una mujer haga este tipo de trabajo, yo creo que ven que soy mujer y que soy joven y piensan que yo no puedo hacer estos cortes de carne”.
Desde las primeras horas del día, las mujeres llegan puntuales al local para realizar la limpieza; ahí reciben proveedores, acomodan los grandes trozos de carne y comienzan las ventas. Saben que con los primeros clientes inicia un día agitado de trabajo que casi siempre dura más de 8 horas de trabajo, lo que es una jornada laboral para cualquier otro trabajador.
Sin embargo, el trío de mujeres realizan orgullosas su labor, pues saben que son pocas las mujeres que penetran en estos oficios considerados, anteriormente, casi exclusivos para los hombres.
La carnicería es atendida por Araceli, su hermana Daniella Chávez y su mamá Xóchitl Hernández. Esta es la cuarta generación que se dedica a atender las carnicerías familiares, pero la sucursal ubicada en el mercado Pedro Escobedo, es la única operada al 100% por mujeres. Incluso, es probable que sea la única en el estado con esta organización femenina.
Araceli recuerda que desde su infancia, ya acompañaba a su padre Daniel Chávez a trabajar en la carnicería, así fue como poco a poco se adentró en el negocio familiar, hasta que comenzó a trabajar oficialmente ahí, acompañada de su madre y su hermana, que actualmente trabajan en equipo para mantener a flote dicho negocio.
Años después de aquella primera experiencia en el negocio familiar, la historia se repite en los zapatos de su hija Danna Paula, quien desde sus primeros años de vida acompañó a Araceli en sus arduas jornadas.
“Este es un negocio familiar, yo soy la cuarta generación que trabajamos en estas carnicerías, pero esta es la única que es administrada por mujeres, yo no he visto otra carnicería igual, es muy probable que sea la única en el estado, aquí trabajamos en equipo y hacemos de todo. En mi caso llego aquí a las 6 de la mañana para tener todo listo y termino mi trabajo aquí a veces hasta las 7 de la noche”.
“Cuando nació mi hija, desde sus primeros meses tuvo que acompañarme, la tenía aquí en el local mientras yo trabajaba en la carnicería, en ese momento aún vivía mi papá Daniel y a él le tocaba sacarla a caminar un ratito por los pasillos del mercado, todos me ayudaron, esto es un trabajo en equipo”.
Actualmente, Danna Paula tiene 14 años y es amante de la natación, no le interesa involucrarse en el negocio familiar, y Aracelí lo acepta, reconoce que “ella tiene sus propios sueños, quiere seguir con la natación y también le gustaría estudiar diseño”.
Araceli Chávez Hernández considera que la etapa más difícil de equilibrar trabajo y maternidad ya pasó, pero también reconoce que la entrada en la adolescencia de su hija Danna traerá nuevas dinámicas al interior de su familia.
“Cuando mi niña estaba chiquita pues la podía traer conmigo a todos lados, pero cuando entró a la primaria fue cuando se complicó un poquito porque tenía que atender la carnicería y saliendo de aquí me iba corriendo a mi casa para ayudarle con las tareas, entonces era trabajadora, mamá y hasta maestra”.
"Ahora mi niña ya está grande, ya es más independiente, ella y yo tenemos dinámicas distintas, a veces sólo la veo un ratito en las mañanas y un ratito en las noches, pero nos hemos acoplado bastante bien, como siempre digo, es un trabajo en equipo”, detalla.
Sea con la ayuda de familiares o no, para Araceli la maternidad nunca se contrapuso con su trabajo al frente de la carnicería, aunque sí reconoce que la crianza fue un trabajo compartido entre ella y su esposo, José Hernández.
Araceli celebra que cada vez sean más las mujeres que realizan esta doble actividad, pues dice, la maternidad no se contrapone con la vida laboral de las mujeres.
“A las mamás yo les recuerdo que la maternidad no nos impide seguir con nuestros objetivos, una cosa no se contrapone a la otra. Yo, por ejemplo, nunca pensé en dejar de atender este negocio familiar, mi trabajo es tan importante como cuidar y atender a mi hija".
“Sí es verdad que las mujeres que trabajamos y además somos mamás, las cosas se nos hacen un poquito más difíciles, pero sí se puede, es cuestión de estar decididas y no renunciar a nuestros sueños, más bien buscar ese equilibrio entre las dos cosas”, comenta la mujer de 34 años.