Fue un día especial para los pequeños pacientes del Hospital del Niño y la Mujer. Hubo payaso, espectáculos con princesas, e incluso Batman arribó al lugar, con motivo del Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer Infantil. Regina estuvo presente. A sus cinco años de edad, dice su madre, Guadalupe Viviana Ramos Reséndiz, ha recaído de histiocitosis de células de Langerhans, enfermedad en la que proliferan células anómalas que pueden derivar en leucemia, por lo que debe de someterse a quimioterapia de manera constante.
Regina Reséndiz Ramos, con abrigo rojo y vestido rosa mexicano, corre de un lado para otro. Le dice a su mamá que quiere jugar a pescar los pececitos de madera que tienen colocados imanes, para que con una caña de pescar otro imán los atrape. Emocionada atrapa uno, dos, tres peces que caen y vuelve a atrapar. Sonríe con el juego.
Su mamá, Guadalupe, narra que Regina en este momento está en una etapa de recaída.
“Ella empezó [con la enfermedad] cuando tenía dos años cuatro meses. Duró su tratamiento un año cuatro meses. Por la gracia de Dios me la pasaron a vigilancia, donde duró un año, y volvió a recaer. El 30 de mayo le hicieron una cirugía en su cráneo porque traía un problemita, unos hoyos ahí. Le hicieron la cirugía y de ahí mandaron a patología su huesito y nos dijeron que nuevamente había regresado la enfermedad”, dice Guadalupe.
El pasado 23 de junio, indica, su hija regresó a las quimioterapias que, a decir de Guadalupe, nunca han afectado sobremanera a la pequeña Regina. No se ha puesto mal, abunda, aunque ocasionalmente presenta vómito y náuseas y muestra decaimiento.
Señala que en estos momento no saben cuántas quimioterapias faltan para el tratamiento de Regina, pues eso le corresponde a su doctora, de acuerdo con los estudios que le hagan y los resultados que obtenga.
“Ella está muy bien. Todo el tiempo ha estado fuerte, con esas ganas de salir adelante. Ella tiene muchos planes a futuro, entonces ella en estos momentos está bien, gracias a Dios está muy bien. No se ve que tenga la enfermedad”, abunda.
Golpe familiar. La señora Guadalupe explica que Regina ha hecho una vida normal, acudiendo a la escuela, pues a la fecha está en el tercer año de preescolar.
Sin embargo, como familia sí “les pegó”, pues no sabían nada de la enfermedad y cómo se iba a tratar.
“Nos pegó bastante económica y moralmente. A mí físicamente, fue tremendo, pero hasta ahora Regina hace una vida normal. Ella no se acuesta. Llega de sus quimioterapias y se la pasa jugando. Le gusta cantar, le gusta bailar. La quimio no la tumba. Es una niña bien fuerte y hace una vida normal, como un niño sano”, indica.
Mientras su mamá platica, Regina corre de un lado a otro, en la pequeña verbena que se organiza en el estacionamiento del Hospital del Niño y la Mujer, con motivo de la conmemoración del Día Internacional de Lucha contra el Cáncer Infantil. Su papá y su hermano vigilan sus pasos. Quienes están en los puestos la conocen, son voluntarios, y la llaman por su nombre.
La primera etapa de la enfermedad de Regina fue complicada, pues Guadalupe recuerda que por una semana de quimioterapia, descansaba una y la tenían que internar. Eso fue por cuatro meses, pero ahora, cuando nuevamente presenta la enfermedad, las quimios son cuatro días cada seis semanas.
No están tan seguido en el hospital, [viven en El Salitre], pero el tiempo no les ayuda mucho, pues con cierta regularidad Regina enferma de gripa.
Regina es la menor de la familia. Tiene dos hermanos más, uno de 18 y otro de 13 años. Su papá es hojalatero y pintor.
“En un principio nosotros tuvimos que pagar todos los estudios, para saber qué era lo qué tenía mi hija. Pero a través de nuestro doctor particular nos canalizó aquí [al Hospital del Niño y la Mujer], no hemos pagado un solo peso. Hasta ese momento descansamos; y si el hospital no lo llega a tener medicamento, nos vamos a AMANC y ellos nos lo dan”, asevera.
El espectáculo del payaso comienza. Una docena de niños, pacientes del hospital, ocupan las sillas de la primera fila. Sus ojos se iluminan cuando ven al personaje que comienzan con su rutina.
Algunos de los pequeños prestan atención al payaso y de reojo voltean a ver a otros personajes que están ahí: la princesa Elsa, Blanca Nieves, Batman y Mickey Mouse, quienes posteriormente tendrán su espacio en el escenario.
Las risas de chicos y grandes estallan con los chistes del saltimbanqui. Por unos momentos dejan las camas, los catéteres, los fármacos, para concentrarse en los vasitos de fruta, de ensalada, de panqués, que también se ofrecen en el lugar. Otros prueban su destreza en diferentes juegos, como las canicas, los bolos gigantes, y el lego gigante.
Guadalupe sigue charlando de Regina. La niña dice que quiere ser veterinaria, aunque en un principio decía que estudiaría para ser enfermera.
“Ella [Regina] está haciendo planes a futuro, porque ella dice que se va a sanar. Yo también lo creo. Dice que va a hacer sus 15 años, se va a organizar sus 15 años. Ella tiene planes a futuro, entre ellos, que va a trabajar para comprarnos una casa. Son muchas cosas que ella tiene planeadas. No piensa que se va a ir, a pesar de que sabe que muchos de sus compañeritos se han ido. No piensa en eso. Piensa en lo que hará más adelante”, abunda.
Los ojos de Guadalupe se humedecen mientras su gesto se tensa ligeramente, pero no es dolor, es de esperanza, pues habla del papel que ha jugado la fe en este trance que pasan como familia y que atraviesa Regina.
“Hubo momentos bien difíciles, más en esta recaída. Para mí fue un golpe bien fuerte porque no nos esperábamos esto, pero lo primero que ella hizo, porque realmente me sorprendió, dijo: Mamá tengo fe en que Dios me va a sanar. Ella siempre está con eso: Dios está conmigo, Dios me va a cuidar, y si y tengo fe, la fe en Dios me va a curar. Yo tengo la esperanza de que mi hija se recupere de esto y que sea algo pasajero, que sea un día, un recuerdo triste”, precisa.
Regina, su padre, su madre y su hermano recorren la verbena y aprovechan para degustar los diferentes alimentos que se ofrecen. La pequeña, luego de unos momentos, se sienta a ver el espectáculo del payaso, donde algunos chico “voluntarios” pasan y participan en el mismo.
Los otros pacientes también se acercan, movidos por la curiosidad, el sonido, la música, la carpa que se instaló y la gente que se aglomera en el lugar.
El aire frío de la mañana, paulatinamente deja su paso a uno más cálido. El espectáculo y la fiesta continuarán por un tiempo más. Luego los pequeños pacientes y sus familias regresarán a su rutina, a sus tratamientos, a los medicamentos, pero con otra actitud ante la situación que viven. Al final, mañana será otro día.