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En 2017, el 3 de mayo se cumplen 23 años de que Felipe Ávila llegó a Querétaro. Dejó la Ciudad de México para establecerse en un nuevo sitio que vio desarrollarse y crecer hasta lo que es ahora. También trajo a su familia, que con el paso de los años ha crecido también.
Radiólogo de profesión, tuvo la oportunidad de conocer y trabajar en todas las minas del país, aunque ya no ejerce la carrera. Sin embargo, su inquietud y el deseo de que su familia estuviera bien le permitieron desenvolverse como vendedor de automóviles, labor que también le dio grandes satisfacciones como el asistir al Mundial de futbol de Alemania en 2006.
Fiel seguidor de los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México, cada 15 días durante la temporada de la liga de futbol, se reúne con toda su familia para ver los partidos de los felinos. Rito que ha perdurado con el paso de los años y su mudanza a Querétaro.
Hijo y hermano a la distancia (su madre, padre y hermanas viven en la Ciudad de México), esposo, padre y abuelo muy cercano, ha recorrido gran parte del país por cuestiones laborales y por placer. El término de nuevo queretano lo ostenta a la perfección con más de 20 años de antigüedad.
El motivo de la mudanza
A punto de cumplir 60 años de edad, en charla con EL UNIVERSAL Querétaro, el señor Felipe Fidel Ávila Torres hace memoria. Estudió radiología industrial y en ese entonces, en 1994, se construían los edificios de la compañía Celanese en la zona industrial. “Me mandaron traer de la Ciudad de México porque no había radiólogos en Querétaro, así que me vine por, supuestamente, tres meses a trabajar y supervisar toda la estructura de los edificios nuevos.
“Por lo mismo que no había radiólogos aquí en Querétaro, me salió más y más trabajo, por lo que llegó el momento de traerme a mi familia, en septiembre de ese año, y ya nos arraigamos, primero en la colonia Las Hadas, donde rentamos una casa y después vendimos el departamento que teníamos en la Ciudad de México para poder comprar aquí una casa”, recuerda.
Recién llegado a Querétaro, platica Ávila Torres, cuando acababa de pasar el problema de la devaluación en México supo que varias casas en la zona de Candiles fueron financiadas por Bancomer, pero con la devaluación a la gente les fue imposible pagar. “Cuando llegué a la colonia había muchas de esas casas abandonadas, algunas saqueadas a las que les habían quitado los muebles de baño, ventanas, puertas.
“Era una colonia que sólo tenía una entrada a la altura de lo que ahora es Constituyentes y todo el camino era empedrado, algunos terrenos todavía eran sembradíos, era la única entrada y salida, y luego era algo peligroso porque había unos macetones en medio donde los fines de semana había varios accidentados, pero pese a ello pude comprar un terreno ahí y es donde construimos nuestra casa”.
Cambia radiología por ventas
Al preguntarle por qué dejó la radiología, don Felipe recuerda que fue la misma pregunta que le hicieron el día que renunció, aunque se siente afortunado por haber conocido todas las minas del país. “La profesión hasta la fecha sigue porque se trata de hacer pruebas no destructivas a los materiales, lo que pasó fue que el manejo de esto es peligroso porque se trata de radiactividad un poco alta, se trabaja el iridio 192, que es muy potente, más que los rayos X, que con el tiempo sí dañan la salud.
“Cuando decidí dejar la radiología ya estaba establecido aquí, me empezaron a gustar las ventas y comencé a trabajar en Telecable, cuando comenzaban a traer la señal al estado, había colonias donde no había, incluso en calles del centro hacía falta, así que entré de lleno a ofrecer el servicio”, rememora.
Después el señor Ávila Torres recibió una oferta de trabajo como vendedor de autos, lo que al principio le desconcertó, pues nunca había reparado en ello y creía difícil, pero con la construcción de la agencia en Constituyentes.
“Me ofrecieron un buen ambiente, trabajo, aprender, pues daban cursos con frecuencia y me gustó, le agarré el modo, por lo que los siguientes 12 años los pasé ahí desde que inauguró la agencia hasta 2010”.
Un lugar donde la venta era bien recompensada. Se trataba de grupo de agencias originario de Michoacán. Conforme pasó el tiempo, a Felipe le asignaron el puesto de gerente de ventas en Zitácuaro, Michoacán.
“Junto al equipo de personas que colaboraban conmigo pudimos colocarnos entre los primeros lugares nacionales de ventas, por lo que nos tocó como premio el asistir al Mundial de Futbol de Alemania en 2006, que consistió en 15 días para presenciar los partidos de la Selección Nacional y darnos una vuelta por Europa, una gran experiencia sin duda”, reconoce, aunque después de 12 años decidió dejar aquel gremio.
Querétaro, totalmente diferente
Cuando llegó al estado también se encontró con ritmos completamente diferentes a los que estaba acostumbrado, pero supo adaptarse. “La primera diferencia que encontré fue el horario, en la Ciudad de México es muy vertiginosa y allá nos daban media hora o tres cuartos de hora para comer, y al llegar aquí lo primero que me dicen es que todos los negocios cerraban de dos a cuatro de la tarde para comer, no sabía qué hacer con tanto tiempo, todo estaba cerrado, es de las cosas a las que tuve que acostumbrarme”.
“Era muy tranquilo el estado cuando llegué, Bernardo Quintana era un libramiento para no pasar por la ciudad que entraba de la carretera de México y salía rumbo a San Luis Potosí, circulaban muy pocos autos por esa vía, la transitada era 5 de Febrero, pero el tránsito vehicular era un paraíso a comparación del de la Ciudad de México, un libramiento que casi no se usaba pues toda la circulación se concentraba en el centro de Querétaro”, cuenta Felipe Ávila.
No se arrepiente de elegir a Querétaro como su nueva casa, al contrario, “siento que he sido parte que con un granito de arena he contribuido al crecimiento del estado”.
Él, desde muy joven comenzó a viajar, algo que siempre le gustó. Toda su familia radica en la Ciudad de México, así como la familia de su esposa, quienes cuestionaban su decisión sobre su mudanza a otro lugar. “El trabajo así lo requirió”, afirma.
“Ahora que voy y veo cómo la Ciudad de México está llena de tráfico y gente, sí creo que fue una gran oportunidad el poder radicar aquí en Querétaro, hay más tranquilidad; mucha gente se queja de que hay tráfico, pero no se compara con lo de allá. Estoy muy contento, he encontrado buenos apoyos, buenas personas, amistades y buen ambiente para que los hijos se desarrollen en otro ambiente no tan pesado y tan rápido como el de la ciudad”.
Felipe viajó por toda la República Mexicana, pudo vivir en diversos estados y uno de los lugares que más le atrajo siempre fue Querétaro, así que no dudó quedarse en la entidad.
“He visto que mis hijos se han desarrollado muy bien, con buenas amistades, todos mayores y ahora mis nietos que empiezan a vivir, ellos ya son queretanos y también me da gusto que estén en un lugar más tranquilo, menos contaminado y con menos riesgos”, acepta.
Pero también hay cosas que no cambian con una o varias mudanzas. Los colores de don Felipe son azul y oro, al igual que toda su familia que se reúne los fines de semana para disfrutar los partidos de los Pumas de la UNAM.
“Estudié en la UNAM, estuve desde la preparatoria en contacto con ella y de corazón fui Puma, pero mi afición viene del futbol americano, con los clásicos del Politécnico contra Pumas, me consideraba Cóndor, que era el equipo de la universidad. Luego llegó el futbol y me hice aficionado y con la familia aprovechamos los juegos para convivir”, confiesa don Felipe, que con más de 20 años a cuestas en el estado se considera, orgulloso, un nuevo queretano.