Maximino García Barrera y Amalia Ávila Guerrero son esposos desde hace 41 años, ambos nacieron en la Sierra Querétaro, en Pinal de Amoles, y llevan el huapango en las venas. Disfrutar de este género músical es una herencia cultural que dejarán a su descendencia.
Aprovechan cada oportunidad para zapatear y dar brinquitos, usar faldas largas y camisas con bordados de colores, esa es su forma de honrar a la música que tanto aman, que traen en la sangre desde pequeños; recuerdan que cuando eran niños bailaban en las fiestas de adultos, aunque sólo fuera un momento.
“En mi tierra cuando se casaban los mayores hacían fiestas y nos metíamos en el entablado, tenía yo como seis años, toda mi familia bailaba y nos metimos en medio de los grandes y se oía bien bonito. No es difícil bailar huapango, nomas hay que llevar el ritmo de la música, dejarse llevar. Para el huapango no hay edades, todos bailan”, recuerda Amalia.
“También, yo recuerdo fiestas con huapango y me escapaba de mi casa, me iba yo solo a las fiestas porque mi papá o mi mamá no me querían llevar, pero yo quería bailar y entonces me iba solo”, cuenta entre risas Maximino.
Ambos son bailarines líricos, debido a que nunca necesitaron un maestro, a diferencia de los jóvenes que aprenden en escuelas y academias de música sobre los pasos y el vestuario tradicional que se debe portar.
“De un tiempo para acá ya se está rescatando el huapango, se le ha dado difusión pero sí se estaba perdiendo, tiene como cinco años que lo vemos y escuchamos más seguido, también parece que a los jóvenes les interesa; yo veo varios jóvenes, si no bailando, están entre el público. Incluso en la escuela lo usan como actividades para participar en la cultura, ellos ya son bailarines académicos, nosotros somos líricos porque desde niños aprendimos. Mi familia también tiene el gusto por el huapango. Casi todos los que venimos a bailar aquí somos de la sierra, somos como una gran familia”, afirma Maximino.
Con orgullo, cuentan que son muy solicitados para asistir a cumpleaños y otro tipo de eventos sociales, donde las familias les piden que deleiten a los invitados con su baile.
También asisten a concuros. Este año participarán en un concurso de huapango que se realiza en Jalpan. Lo hacen por amor a sus raíces, porque lo importante no es participar, sino difundir la cultura, coinciden.
Como cada sábado, la pareja acude a distintos centros culturales y plazas públicas de Querétaro, según el punto donde se realice el programa “Vengan a bailar huapango”, creado por Radio y Televisión Querétaro.
El último fin de semana, en el Centro Cultural Manuel Gómez Morín se concentraron alrededor de 150 personas entre público y bailarines, para disfrutar del Trío Misterio Huasteco, que amenizó con música en vivo. En la explanada del Gómez Morín, los bailarines, en su mayoría adultos mayores, se dieron cita para taconear y coquetear entre vuelta y vuelta, a propósito de la candidez del baile.
Todos son amigos, se hacen llamar “la familia huapanguera” porque cada fin de semana se reúnen los mismo bailarines para deleitar al público que poco a poco se hace más grande.
En este recinto también hay vendimias artesanales, nieves de garrafa y más, los transeúntes compraban una nieve y escogian un lugar entre las sillas para disfrutar del espectáculo. Entonces, cada vez, había más aplausos para músicos y bailarines, cuando terminaba cada una de las piezas musicales.
En el mismo lugar, una tarima fungió como escenario para los músicos y para la presentadora del programa, Carmen Martínez, quien entre pieza y pieza invitaba a los transeúntes a quedarse un momento a escuchar o bailar huapango, contaba un poco de historia sobre las canciónes y, al mismo tiempo, recibía papelitos del público que pedía una u otra canción de Lola Beltrán, Mercedes Tapia de la Rosa, de Guillermo Velázquez Benavides, entre otros.
Amalia, de 55 años, usó falda larga y blanca, blusa del mismo color, un cinto bordado con flores de colores ajustado a su cintura, el cabello recogido y atado con un listón rojo; su esposo de 68 años, una texana clara, camisa de manga larga en azul turquesa y pantalón gris oscuro, ambos bailarón en compañía de otras dos mujeres, todos formaban un círculo y compartían el gusto por la música.
“Desde hace 15 años bailamos aquí, en el programa”, dijo una de las mujeres que acompañaba a los esposos, mientras otra compañera comentó: “antes nos ponían nada más un cassette con música de huapango, pero ahora ya tenemos música en vivo. Yo soy de las más nuevecitas, bailo huapango apenas desde hace cinco años”, refirió.
Para Carmen, la productora de este programa que inició hace 25 años, es una gran oportunidad para rescatar y difundir la música. Al igual que los esposos, celebra que cada vez se encuentren más tríos de huapango integrados por jóvenes.
“Cuando inició el programa se ponia musica grabada en cassettes, después en discos compactos y hasta después se invitó a los tríos, ahora hay una gran cantidad de trios de varios municipios de Querétaro y lo más importante es que hay trios de jóvenes que aprenden todo el significado cultural y que permitirán que la música huasteca siga en en Querétaro por mucho tiempo. Para los bailadores los sábados son sagrados, no pierden la oportunidad de venir a bailar. Ellos son bailadores tradicionales, son los auténticos bailarines de huapango, así se baila en el campo, no son bailadores académicos”, resalta la productora del programa.
El programa “Venga a bailar huapango” inició desde hace 25 años para dar difusión al Concurso Nacional de Baile Huapango en el municipio de San Joaquín, pero gustó tanto al público que, desde ese entonces, se realiza cada sábado de manera ininterrumpida.