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Qué puede ser mejor que recorrer el país en motocicleta? “Hacerlo acompañado de tu familia”, es la respuesta de Carlos Rivera Ampudia, un empresario mexicano que desde los 17 años de edad maneja motocicleta, ahora lo acompaña su hijo, quien comparte el mismo amor por las máquinas de acero.
Actualmente viaja en una chopper pero pasó por todas las etapas de los moteros: motos scooter, urbanas, de turismo, pisteras (de carreras) hasta llegar a una que le permite viajar cómodo y disfrutar del viaje.
A los 63 años, espera los fines de semana para “transformarse” —como él mismo lo llama— cambiar el saco y los pantalones de vestir, por uno de mezclilla con chaparreras, un paliacate en la cabeza, guantes y chaleco de cuero.
“Vivir para rodar, rodar para vivir… es el lema de Harley Davidson, así se describe la vida arriba de la moto; es un escape a la rutina diaria, de las cuestiones de trabajo. En los fines de semana es un escape que tenemos, nos transformamos un poco, nos gusta sentir el viento, el clima, la lluvia, no importa, rodamos muy a gusto y esto es toda una hermandad”.
Empecé joven, empecé con motos pequeñitas, luego pisteras que normalmente son marcas asiáticas y luego caemos con estas motos que son más para rodadas tranquilas que te hacen disfrutar el paisaje”, dice.
En los días “entre semana” Carlos supervisa el negocio, se dedica a las labores que le permiten llevar el sustento a su familia, comparte con su esposa, sus hijos y cuando hay oportunidad, agarra su motocicleta y recorre la Ciudad de México —de donde es originario— o se escapa a lugares más lejanos.
Pertenecer a un grupo de bikers es vivir en hermandad, pues no solo es acompañarse a viajar, sino involucrarse e interesarse en la vida del otro: sus logros y caídas personales; sus sueños, es ser un apoyo y la constitución de una segunda familia, una diferente al que da el vínculo de sangre.
“Yo soy empresario, me dedico a la producción y transformación del chile habanero en la península de Yucatán, vivo en la Ciudad de México pero esto es de todos los fines de semana, el rodar con Harley.
Las actividades de la semana son otras, sí da la oportunidad de estar o andar en moto, pero salir a rodar, a manera de recreación es diferente a viajar en moto al trabajo o hacer otras cosas, es salir despreocupado de todo y tener el propósito de tener una nueva aventura”, agrega.
Su estilo de vida solo lo contagió a uno de sus cuatro hijos: Carlos, quien supera los 30 años de edad y que desde pequeño acompañada a su padre en las rodadas. La carretera y concentraciones biker fueron el entorno en el que creció y en el que ahora se desarrolla. “Hay muchos que venimos con los hijos, esposa, novia, es familiar, tengo cuatro hijos pero es el único al que le gustan las motos…”.
Su hijo, Carlos Alberto, cuenta que desde niño le gustó la carretera: sentir la velocidad, conocer nuevos lugares, hacer nuevos amigos y tener una convivencia diferente a las de “las familias normales”.
“Al principio él nos llevaba en sus motos a mi hermana y a mí, a mí es al que más me gustó el tema, a nosotros nos daba pendiente que se fuera solo y entonces yo lo acompañaba, ya después yo tuve una moto y ha sido muy grato convivir con él, disfrutar esta pasión mutua y pasar tiempo en familia, sobre todo conocer gente nueva, muy buenos amigos y conocer México”, expone el joven.
Cada que existe la oportunidad los dos Carlos se acompañan, comparten la experiencia juntos los que les ha permitido sentir un lazo estrecho, se trata de una pasión que no toda la familia entiende pero que apoya.
Este fin de semana tocó a Querétaro, llegaron a la capital como parte del contingente que reconoció el trabajo de las Fuerzas Armadas a favor de la sociedad mexicana. Una experiencia diferente a la de otras semanas, pero que igualmente les permitió compartir con sus compañeros de viaje, reconocer rutas y reconocer lugares.
En los 46 años de experiencia, el empresario Carlos Rivera no ha sufrido accidentes de gravedad, pero reconoce que es un riesgo constante y que significó la principal razón para que su familia no siguiera del todo esta parte de su vida.
“Sabemos que andar arriba de una moto es un riesgo de todos los días, es lo mismo que andar en coche o que caminar, siempre hay riesgos pero en una moto el peligro o gravedad es mayor, por la velocidad o por estar tan expuesto”, reconoce.
Añade que “sabemos que es muy peligroso, ayer (sábado) en periférico en la Ciudad de México se mató un biker, se estrelló contra una patrulla, cayó del otro lado y se murió, es peligroso, muy peligroso, a la moto hay que tenerle respeto; por fortuna no me ha pasado, en todos estos años, sí me he caído por estar haciendo payasadas pero nada que me ponga en peligro”.
Invita se sumen a experiencia. Como un motociclista de experiencia, Carlos anima a otros a que se sumen a esta hermandad, todos sin excepción, asegura, están dispuestos a guiar a los más jóvenes para que logren rodar con seguridad y conozcan lo más posible para tener una vivencia grata.
“Yo les diría que se animen, es toda una experiencia, un estilo de vida, para los que van a comprar su primera moto la verdad es que en todos lados encontrarán gente que te enseña; en el caso de Harley tú vas y ellos mismos te ayudan a practicar, luego te integras a los chapters o clubes y aquí estamos gente de mucha experiencia que le vamos enseñando a los nuevos”.
En 46 años, Carlos también ha sido testigo de la evolución de las ciudades, de las formas de movilidad, de la creación de nuevos caminos, sin embargo, reconoce que hay mucho por hacer para lograr una convivencia entre todas las formas de transporte, ya que hay muchos automovilistas que ven a las motos como estorbos y no como un vehículo que tiene derecho a circular tanto como un coche.
Pero reconoce que la relación ríspida también ha sido fomentada por los motociclistas que, en muchas ocasiones, no respetan los señalamientos de tránsito y la circulación de otros vehículos.
“Es un problema con los enlatados, los carros, normalmente no les gusta, te avientan el carro, luego se dan vueltas sin espejear y nada; todavía no lo hay, no hay respeto hacia los motociclistas y tampoco hay respeto de muchos motociclistas hacia los demás, luego se van por lugares de donde son, no hay de las dos partes”.