Víctor Ignacio Mejía Nieves es originario de Guanajuato, pero desde hace dos años vive y trabaja en Querétaro de enfermero, profesión que abrazó desde hace cinco años. De niño quería ser soldado, pero con el paso de los años se dio cuenta que era mejor ayudar a la gente desde el punto de vista médico.
Víctor, de 25 años de edad, trabaja en dos nosocomios, en el Hospital del Niño y la Mujer, y en otro particular. Dice que lo hace porque le apasiona su trabajo, además de que así gana un dinero extra que le ayuda a su economía: “A veces no te pagan tan bien”, reconoce Víctor con una sonrisa.
Sin embargo, señala que su trabajo le da satisfacciones que van más allá de lo económico, aunque también tiene un lado intenso, pues en muchos casos sufre junto con los pacientes y familiares, las enfermedades.
Dice que esto es más complicado cuando los pacientes son menores de edad y tienen enfermedades que concluirán irremediablemente con el deceso del enfermo.
“Es muy duro. A veces los niños sufren más por cómo ven a sus papás [preocupados y abatidos] que por su propia enfermedad”, asevera.
Pese a ello, dice que disfruta mucho su trabajo, actividad que lo apasiona y llena de satisfacción, pues puede ayudar a su prójimo.
Unas de las actividades esenciales que hace un enfermero —dice— es tener un primer diagnóstico de los pacientes, pues los pesan, miden y toman los signos vitales, para que el médico tenga un panorama básico de la persona y ahorre un poco de tiempo.
“Esto es en consulta, pero en urgencias es el primer abordaje, y se tiene que ver en qué condiciones viene. En urgencias es un equipo multidisciplinario, cada uno tiene ciertas funciones".
“Desde antes que llegue a urgencias [el paciente] ya sabemos qué debemos hacer. Es un equipo multidisciplinario, ya que cada uno tiene sus funciones, desde antes que llegue la urgencia ya delegamos funciones. Uno se encarga de monitorización del paciente, que es el que está vigilando los signos vitales del paciente, y dar las señales de alarma cuando algo no está bien. Otro se encarga de dar las indicaciones, que por lo regular es el médico, y otro se ocupa del área de fármacos, mientras que otro es responsable del área de choque, que se encarga de las desfibrilizaciones en caso de que se necesiten. Un enfermero o enfermera se encarga de las vías aéreas del paciente”, explica.
El equipo de urgencias está conformado por cinco integrantes, cada uno con funciones específicas, las cuales deben de ser conocidas y dominadas por las enfermeras y enfermeros. El director, como se le llama al médico que encabeza los trabajos, es quien coordina a todos los integrantes del grupo.
Víctor plática con emoción el trabajo que deben de hacer en esa área, una de las más estresantes de la medicina, además de que tienen que dominar todo. El joven enfermero dice que su función favorita es administración de fármacos, porque tiene que estar un paso más adelante, pues debe estar atento a la evolución del paciente y a las órdenes de la dirección.
De hecho, Víctor comenta que le gustaría hacer su especialidad en enfermería de urgencias, pues disfruta de atender esa área, y estar de primera mano a los pacientes.
Narra que en el área de emergencias también se viven situaciones dramáticas. Recuerda una con un paciente que llegó al hospital donde trabajaba con traumatismo cráneo encefálico, con exposición de masa encefálica, pero con el paciente consciente, algo que lo impactó mucho.
Esta situación no duró mucho, pues por la pérdida de sangre del paciente, que había sufrido un accidente automovilístico, y no llevaba el cinturón de seguridad puesto, perdió el conocimiento.
Agrega que tras estabilizarlo fue ingresado a terapia intensiva. Ya no supo qué pasó con ese paciente.
Relaciones interpersonales
Dice que lo positivo de trabajar en urgencias es que no se hacen lazos afectivos con los pacientes, algo que pasa con mucha regularidad en las zonas donde están internados los enfermos.
Aunque ello, precisa, también tiene sus ventajas y satisfacciones, pues no son pocas las ocasiones en las que los pacientes, ya recuperados, regresan a darle las gracias o invitarlo a comer, derivando en muchas ocasiones en amistades profundas, nacidas en momentos difíciles.
En estos cinco años de carrera considera que su mayor satisfacción es cuando las personas se van satisfechas por el servicio que se le brindó y porque recuperaron la salud.
Se siente bien “cuando las personas dejan en uno toda la confianza para atender a su familiar, a su ser amado en manos de alguien que no conocen, en un desconocido, pero en el que confían. Eso me llena mucho de satisfacción, que me tengan confianza y sepan que se están haciendo las cosas bien en aras de la recuperación de su enfermo”, enfatiza el enfermero.
De todas las áreas de enfermería, Víctor quiere especializarse en urgencias o terapia intensiva, pues emocionalmente es menos desgastante, pues no se crean esos lazos afectivos que se llegan a generar en el área de hospitalización, donde por la convivencia del día a día se estrechan estos lazos que a la larga, cuando los pacientes fallecen, pueden generar depresiones, señal del compromiso y sentido del deber que tienen estos ángeles de blanco que muchas veces pasan inadvertidos.
Víctor Mejía Nieves continúa en su labor, reconfortando a aquellos que lo necesitan, extendiendo la mano a las personas que requieren de un amigo, de alguien que les diga que todo estará bien.