Más Información
Originarios de Celaya, los padres de Paola y Rogelio encontraron su hogar en Querétaro desde hace tres años. Gracias a los dotes deportivos que tienen estos chicos, de 14 y 18 años, Querétaro los recibió con una beca deportiva y la aspiración de llegar a lo más alto del basquetbol.
“Todo empezó por mi papá, él, de chico, jugó básquet, estuvo en profesional aquí en México. Se casó muy joven y lo tuvo que dejar, pero siempre le quedó el amor por el básquet, y como fuimos creciendo nos quiso inculcar lo mismo”, cuenta Rogelio.
Paola también relata su versión de la historia: menciona cómo el plan de su papá dio resultado para que ellos iniciarán su carrera en el basquetbol, con apenas 11 y ocho años.
“Llegamos a un acuerdo con mi papá, de que iríamos un mes, pero si no nos gustaba nos salíamos y cuando terminó el mes, nosotros estábamos listos para irnos a entrenar y mi papá nos dijo que ya había terminado el tiempo acordado, pero le dijimos que sí nos queríamos quedar”, explica la basquetbolista.
Ambos son seleccionados estatales por lo que conviven, viajan y en ocasiones entrenan juntos, lo que ha resultado ser una aventura y se han convertido realmente en hermanos de la duela.
Selección nacional
Paola mide 1.85 metros con apenas 14 años, mientras que Rogelio llega a 1.96 metros de estatura a sus 18 años, por lo que ambos han sido considerados para formar parte de la selección mexicana en categorías mayores a la de ellos. En el caso de Paola, se quedó en preselección.
“Fue una experiencia muy padre para mí, ya que todas eran mayores que yo, había muchos golpes, hay que agarrar experiencia, sí fue complicada la primera semana, pero lo fui procesando y me acomodé. Era muy pesado porque eran tres entrenamientos al día, de 9 a 11, comer una hora, entrenar de 2 a 5 y en la noche volver a entrenar de 7 a nueve o 10, dependiendo el coach, dormíamos tarde y nos despertábamos temprano”, comenta.
Por su parte Rogelio, aunque le costó mucho trabajo, finalmente fue convocado a la selección mexicana y ya ha vivido un campeonato con ellos en la U17.
“Las primeras veces que me llamaron fue con chavos un año más grandes, tres veces me llamaron, para Centrobasquet, Concava y un premundial, las tres veces no quedé, la última vez tenía más oportunidad de ir, pero en Olimpiada Nacional me rompieron la nariz y me tuvieron que operar, perdí esa oportunidad y me dio coraje. Seguí trabajando y me llamaron, ahora sí, para mi categoría y fue una experiencia muy padre y pesada, era un ambiente muy competitivo. Estuve en concentración como un mes y medio, cuando el coach Luis Moreno dio la lista de los 12… Me tocó, además de estar en el cuadro titular”, señala.
Ambos recuerdan que al principio no se sentían atraídos por el basquetbol, pero ahora consideran que es de lo mejor que les ha pasado en su vida. “Es un deporte muy bonito, hay convivencia, pero sobre todo consigues oportunidades, los viajes, por ejemplo, si no estuviéramos en el deporte a lo mejor no hubiésemos salido tanto. Las amistades que se crean de otros estados es algo muy padre”, menciona Paola.
Los sacrificios se han vuelto parte de buscar el éxito y de la disciplina que deben seguir como deportistas de alto rendimiento, al principio fue complicado, sobre todo para Rogelio, quien es el más extrovertido de los dos.
“Yo, en la secundaria sí era muy amiguero, siempre me invitaban a los 15 años, pero creo que solamente fui a uno o dos, por lo mismo de que siempre estaba jugando o entrenando. Me pasó de que al salir de la secundaria yo organicé la despedida y no fui, tuve un torneo y ya no pude ir [ríe]”, explica el deportista.
Futuro prometedor
Gracias a su talento y dedicación, Rogelio recibió una beca del 100% por parte del Tecnológico de Monterrey campus Toluca, donde asistirá este verano a estudiar la licenciatura en mecatrónica y buscar uno de sus sueños, que es jugar para el equipo de baloncesto profesional Capitanes, ya que varios de sus amigos están ahí.
“Mi idea es acabar mi carrera en mecatrónica y después hacer una maestría en administración, tengo en mente buscar un lugar en Capitanes, espero conseguirlo. Cuando me retire del básquet ejercer mi carrera, aunque también me gustaría ser coach de algún equipo”, menciona.
Por su parte, Paola aún no tiene claro lo de una licenciatura, a sus cortos 14 años piensa más en lo deportivo, ya que su meta es llegar a la selección en la categoría U15.
Ambos juegan como poste o ala, en Querétaro hay pocos reflectores en el basquetbol amateur, a pesar de que han ganado diversas competencias nacionales y olimpiadas. La opinión de estos dos jugadores es que en el estado hay buen nivel, pero hay falta de organización.
“Falta de organización, a mí me pasó en la última olimpiada, nos juntaron muy rápido para jugar el regional, siento que falta preparación, pero creo que aquí en Querétaro sí se juega mucho basquetbol”, comenta Rogelio.
Ambos están orgullosos de su padre y agradecen que los haya obligado a realizar aquel mes de prueba, ese fue el comienzo de lo que hoy es la prioridad en su vida y de lo que los ha acercado como hermanos.