Las dos mujeres llegan en una camioneta color gris. Preguntan a los hombres que cargan el camión si es ahí donde están recibiendo ayuda para los damnificados oaxaqueños por el terremoto del pasado 7 de septiembre. Responden afirmativamente y de inmediato ambas mujeres descienden para dejar su donativo, que de inmediato es subida al camión que partirá con ropa y víveres a Juchitán, Oaxaca.
La iniciativa de abrir un centro de acopio es de Enoc Linares Sánchez y su familia, originarios de esa localidad, pues saben de la necesidad y la desesperación de sus paisanos en estos momentos.
Radicado hace 30 años en Querétaro, dice que este centro de acopio, en el restaurante Juchitancito, es por el momento de apremio que pasan los habitantes de su tierra, entre los cuales se cuentan muchos familiares.
“Vemos la necesidad de la gente, la desesperación. Por eso, al momento decidimos llevar a cabo esta acción. Gracias a Dios todos están bien (en su familia) no tuvieron lesiones, estuvieron en mucho peligro, pero físicamente están todos bien. Toda la familia está bien. Desgraciadamente, familiares lejanos sufrieron daños y pérdidas humanas”, señala.
El restaurante está lleno de bolsas de ropa, despensas, paquetes de agua, artículos de limpieza, alimentos enlatados, pañales, entre otras cosas que la gente solidaria ha llevado hasta el lugar, esperando sea útil para los habitantes de Juchitán en desgracia por el sismo de la semana pasada.
Enoc dice que su familia le ha dicho que pasan por momento de desesperación. “La desesperación los ha invadido totalmente, porque no hay alimentos, no hay luz, no hay agua. Están desesperados con los niños, sobre todo. A cada rato nos hablan de que ya mandemos algo para los niños, no saben nada de esta cuestión, ellos solamente piden, hay que darles, y no hay nada. Nos urge que esto ya salga, que ya vaya para allá”, indica.
Explica que han tenido buena respuesta por parte de la sociedad, pues el llamado de ayuda para el centro de acopio que abrieron lo divulgaron a través de redes sociales, teniendo buena respuesta de la sociedad queretana.
“Se juntaron los paisanos. Teníamos más o menos identificados a paisanos de allá, de Juchitán, de poblaciones cercanas, como Espinal, Ixtlaltepec, Unión Hidalgo. Nos unimos bastante bien y comenzamos esta acción por la gente”, indica el juchiteco.
Apunta que para el traslado de la ayuda hasta Oaxaca tienen que buscar el transporte, sin que busquen ayuda oficial, pues lo quieren hacer de manera independiente. Incluso, él mismo realizará el viaje hasta Juchitán, para corroborar que la ayuda llegue a quienes la necesitan y no sea usada con fines políticos. El viaje hasta Juchitán es de 15 horas, aunque Enoc hará el viaje en avión, para esperarlos y repartir lo recabado entre la población afectada.
Precisa que son alrededor de seis toneladas de ayuda las que han conseguido en su centro de acopio, aunque esperan juntar más, pues la ayuda se seguirá recibiendo, ya que las necesidades de los juchitecos son muchas.
Sugey Linares, sobrina de Enoc, dice que el restaurante El fogón zapoteco también funciona como centro de acopio, en la calle de Madero, casi esquina con Ezequiel Montes, y aunque Juchitancito ya no funcionará como centro, las personas que así lo quieran, pueden entregar sus donativos ahí.
Indica que en estos momentos hacen falta aceite, azúcar, cepillos de dientes, artículos de aseo personal y comida, principalmente alimentos enlatados, agua, leche en polvo, además de muchos artículos para bebés.
Llega también ayuda de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). Su comunidad, estudiantil, académica y administrativa, se solidariza y manda lo que han recolectado en un par de días.
Verónica Núñez Perrusquia, maestra de la Facultad de Lenguas y Letras, es acompañado por tres hombres, quienes descargan de una vagoneta la ayuda humanitaria. Dice que recibirán donativos para Oaxaca hasta el 14 de septiembre, que aún es día hábil, pero podría extenderse si la comunidad sigue ayudando.
“Trajimos lo que en un solo día se recabó y estamos a la espera de mayores apoyos. Estamos pidiendo víveres no perecederos abrefácil, sobre todo, porque luego la gente cree que hay abrelatas disponibles, y en situación de crisis no es así. Además ropa, agua, artículos de higiene y artículos de salud. Vamos a tener estos días para recibir más apoyo y repartirlo”, abunda.
Los donativos se pueden entregar en el campus Aeropuerto, en la Facultad de Lenguas y Letras, en la dirección de la facultad, de ocho de la mañana a ocho de la noche. En el Tecal CU tienen el servicio desde la siete y media hasta las ocho de la noche.
Sugey da la bienvenida a los recién llegados. Agradece el apoyo y lo acomoda de acuerdo a su naturaleza: ropa de un lado, víveres por el otro lado, artículos de limpieza más allá.
Nacida en Querétaro, pero cuyos padres son juchitecos, explica que sus padre tiene 47 años radicando en este estado, pero siempre apegados a sus raíces, sintió la necesidad de solidarizarse con su gente apenas supieron de la tragedia.
“Nos avisaron el jueves del terremoto que ocurrió. Entonces, por parte de Juchitancito empezamos a publicar en las redes que íbamos a recibir apoyo para la gente de allá, para la familia, y gracias a Dios hemos recibido buena respuesta.
En los diferentes centros de acopio nos juntamos, estuvimos en comunicación y juntamos todo, para que sea más y llevarlo”, precisa Sugey.
Agrega que en este esfuerzo de la sociedad civil organizada participan la Facultad de Filosofía, el restaurante El fogón zapoteco, Dulcería don Panchito y el mismo Juchitancito, que también funciona como centro de acopio, haciendo sinergia a favor del pueblo oaxaqueño.
El camión que partirá a Juchitán arriba al restaurante. Entre todos (Enoc, Sugey, la maestra Verónica, los tres hombres que acompañan a la académica, así como otros voluntarios, cargan el camión. En menos de una hora la caja de la unidad está casi llena. La ayuda tardará un poco más, pero en menos de un día llegará a las manos que la necesitan.