Más Información
Arrepiéntete y cree en el Evangelio”, dicen los laicos que imponen la ceniza a los cientos de fieles que, de acuerdo con la religión católica y sus rituales, acuden en Miércoles de Ceniza a recordar que polvo son y en polvo se convertirán, acto que da inicio a la Cuaresma, tiempo previo a la Semana Santa.
Desde temprana hora el templo de San Francisco abre sus puertas a los creyentes, quienes fieles a su devoción asisten para tomar ceniza y comenzar la Cuaresma. Los laicos leen un fragmento del libro del profeta Joel. Luego explican lo que les dirán, y lo que deben de responder: “Nos arrepentimos y creemos en el Evangelio”, deben decir luego de que les hacen una cruz en la cabeza.
Cada 15 minutos los tres laicos, dos mujeres y un hombre, se turnan para imponer la ceniza y uno para dar lectura de profeta Joel. Esperan que se reúna un grupo numeroso de fieles para volver a empezar el ritual.
Las personas que llegan son de todo tipo, desde los adultos mayores que acuden en pareja, hasta la joven de no más de 30 años de edad, que entra con una rosa roja al templo, toma ceniza y se sienta en la parte de atrás del templo, donde dedica un tiempo para meditar en silencio.
También van adultos mayores con algún tipo de discapacidad, quienes acompañados por un familiar, llegan a cumplir con su devoción. Mujeres en sillas de ruedas, hombres ayudados con bastones para caminar, y otras personas con aparatos de apoyo para respirar, se acercan al altar, donde los laicos, con las manos ennegrecidas por la ceniza de la mañana, siguen con su labor.
Juana Martínez es una de las mujeres que lleva a cabo la imposición de la ceniza. Explica que además de esta actividad, llevan a cabo las lecturas y apoyan a los sacerdotes en la celebración de la Eucaristía, para lo cual deben de prepararse por un año. Para actividades de mayor importancia, dice, se requiere de más tiempo de preparación.
Ismael Guzmán e Isabel Barragán, pareja de adultos mayores, acuden a tomar ceniza. Salen lentamente del templo. Dicen que acudieron a tomar ceniza porque tienen la costumbre de hacerlo.
“Nuestra religión nos lo dice, para que llevemos un orden con la religión”, explica Ismael, quien indica que tomar ceniza es una forma de recordar que “somos ceniza y que un día regresaremos a serlo otra vez”.
Señala que todo ha cambiado mucho, lo que corrobora Isabel, quien recuerda que hace muchos años no había una explicación del Miércoles de Ceniza o una lectura de la Biblia.
Ismael agrega que estas tradiciones deben de perdurar, que las personas se acerquen a la religión que quieran, para que no haya tanta maldad en el mundo.
Tiempo de arrepentimiento
Fray Gustavo Luna Hurtado, adscrito al templo de La Cruz, explica que la ceniza se hace tradicionalmente con las palmas benditas del Domingo de Ramos, misales, libros que se han usado durante el año, o algunas otras publicaciones.
Explica que dos días antes del Miércoles de Ceniza se prepara para ser distribuida a las distintas comunidades, cuando las parroquias están en zonas rurales. En el caso de La Cruz no es así.
“Para nosotros, los católicos, la ceniza viene a recordarnos el inicio de estos tiempos de la Cuaresma, un tiempo de arrepentimiento, de penitencia, un signo de que queremos vivir este encuentro con Cristo que nos prepara justamente con la Cuaresma y llevarnos al tiempo fuerte de la Pascua”, indica.
Precisa que usar la frase “Arrepiéntete y cree en el Evangelio” y “Polvo eres, y en polvo te convertirás” siguen siendo usadas, son las dos fórmulas que la Liturgia proporciona para reflexionar y hacer conciencia de lo que es la existencia humana.
Agrega que los devotos siguen acudiendo en gran cantidad a los templos en este día, para cumplir con los rituales del catolicismo. Las comunidades y las poblaciones han crecido y la gente vive su fe.
Originario de Morelia, Michoacán, Fray Gustavo recuerda que desde niño quiso ser sacerdote, porque en una festividad vio como un solo sacerdote ofrecía la confesión a una multitud de personas, naciendo en él su vocación.
Otros santos
En San Francisco, en tanto, las fieles no paran de llegar, acuden de manera constante. Reciben la ceniza y se sientan unos minutos en el interior del templo, donde no se escucha más el ruido lejano de la calle.
En la puerta del templo está Dulce Aguas, quien vende los recortes de las hostias y pulseras de San Benito, aunque también tiene de la Virgen de Guadalupe y San Judas Tadeo.
Explica que las pulseras o decenarios sirven “de protección. San Benito es protector para las cosas malas. Era un sacerdote que ayudaba a nuestro señor Jesucristo a quitar las cosas malas a la gente. Protege de las malas energías y esas cosas, es protector y muy conocido”.
Dedicada completamente al comercio, Dulce asevera que fuera del templo de San Francisco sólo vende fines de semana y días festivos, mientras que los demás días comercializa otros productos, pero siempre trabaja.
Las pulseras rojas, dice, no son caras, 15 pesos cuesta cada una, y las vende también como católica, como una manera de ayudar a que la fe crezca.
Es el primer Miércoles de Ceniza que acude a vender sus productos al templo. Vende bien su mercancía. Explica que acudió este día porque mucha gente ha dejado de acudir a misa los domingos, situación que achaca a que se han vueltos malos y no se quieren acercar a Dios, o sencillamente han cambiado de religión.
Del otro lado de avenida Corregidora, en Madero y 16 de Septiembre, en los costados del jardín Zenea, los puestos de comida abren para recibir a la gente que acude al templo. La visita a estos sitios donde se venden guajolotes, enchiladas, buñuelos, jarritos y otros antojitos se convierte ya en parte de la tradición del Miércoles de Ceniza, porque como dicen “polvo eres…” pero mientras ese momento llega hay que alimentar también al cuerpo .