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Con tijeras en mano, Martín Dolores, proveniente de Temoaya, Estado de México, arregla un sacudidor de los que vende en su triciclo donde lleva trapeadores, escobas y plumeros. Ofrece su mercancía en la calle pese a las inclemencias del tiempo. Tiene 16 años vendiendo en la vía pública, aunque no siempre productos para limpieza, pues sus productos han sido variados, pero siempre en su “local” que es la ciudad.
Hombre de mediana estatura, padre de cuatro hijos, señala que él junto con algunos de sus paisanos salen a vender a la calle productos de limpieza. En su triciclo acomoda sus escobas, trapeadores, plumeros, recogedores, que ofrece en las calles, que le permiten ganarse el sustento.
Apunta que los productos de limpieza los comenzó a vender hace tres meses, pero al comercio de diferentes productos en la calle siempre se ha dedicado, desde hace 16 años, a vender en la vía pública, con los problemas que presenta esa situación.
“Cualquier temporada es difícil, pues cuando no es lluvia es sol, si no calor”, precisa Martín, quien comienza su jornada laboral a las 10:00 y termina a las 18:00 horas, todos los días, si el clima lo permite, pues en ocasiones cuando los elementos de la naturaleza lo impiden es imposible salir a trabajar.
Martín hace una pausa en su andar, se detiene en la esquina que forman las calles de Del Sol y Pathé, en la colonia San Javier, en esta ciudad. Ahí, bajo la sombra de un árbol, arregla un sacudidor. Le corta las cerdas para que estén cortadas todas al mismo nivel y puedan atraer a los clientes.
Indica que él y sus compañeros “hacen base” en una casa cercana a la avenida 5 de Febrero, donde rentan una casa y ahí pasan la noche. “A Querétaro llegué hace 15 días. Somos varios vendedores, entonces luego decidimos venir a vender a Querétaro, es por temporadas. Somos siete, todos del Estado de México”, asevera.
Explica que la estancia de cada uno de sus compañeros y él mismo varía de los 15 a los 20 días, para luego descansar una semana y posteriormente regresar a las ventas en territorio queretano.
Sin embargo, sostiene que es difícil dejar a la familia durante tanto tiempo, pero es necesario para salir a vender, pero como no tienen un trabajo fijo para quedarse en su lugar de origen, deben de salir a las calles, incluso a las ciudades de otros estados, para poder obtener el sustento diario que una familia requiere.
Apunta que los productos los compran ya hechos y los salen a vender, que no los elaboran ellos mismos.
El triciclo con los productos de limpieza llama la atención de la gente que circula en sus autos y que no puede dejar de ver los largos plumeros coloridos, tan usados en los hogares para sacudir ese capa de polvo que se genera al interior de los domicilios.
De igual forma las escobas que sirven por igual para interiores como exteriores, y los trapeadores y secadores, esenciales en todos los hogares queretanos, y que Javier lleva hasta las puertas de las casas, en las colonias a donde llega al azar o conociendo dónde puede ir a ver, pues los martes toca vender en Milenio.
Asevera que este trabajo lo comenzó a hacer en la ciudad de Toluca, Estado de México, a donde por la cercanía puede ir y regresar a diario a su casa, pero entre sus propios compañeros se decide ir a Querétaro y dejar por un tiempo los fríos aires de la capital mexiquense.
Sin embargo, él no sabe cuánto tiempo permanecerá en Querétaro, pero dice que no hay mucha diferencia entre vender en Toluca o aquí pues en ambos lados hay ventas, y mientras las haya se pueden quedar incluso más tiempo.
Pero no todo es positivo, pues comenta que luego los inspectores municipales los llegan a retirar de las calles.
“Pasan los inspectores (municipales) y si nos levantan. Te levantan, si te encuentran así, vendiendo, te levantan. Siempre llegan diciendo que tienen un reporte de que estamos en la calle, nada más eso y te levantan. Como vienen cuatro, se llevan el triciclo. Luego, para recuperar la mercancía debemos de pagar una multa de 400 pesos”, subraya.
En pagar una multa, agrega el vendedor mexiquense, se va toda la ganancia del día, además de que pierden dos días para recuperar todo, pero es preferible pagar la multa a quedarse sin trabajar.
Acota que sus ganancias diarias pueden variar de 500 a 600 pesos, dependiendo de lo que venda, pues las piezas grandes, como plumeros largos, cuyo precio es de 100 pesos, ayudan a que el día salga antes, mientras que las piezas pequeñas, como trapeadores y escobas, que son de 40 o 50 pesos tiene que venderse en volumen para que salga la venta del día.
Precisa que aunque recorre algunas colonias de Querétaro aún no conoce mucho de la ciudad. Sólo aprovecha algunos cruceros para quedarse unos momentos ahí y esperar que los clientes lleguen a comprar sus productos.
Martín explica que durante el día no come nada, pues al igual que sus compañeros almuerzan “fuerte” antes de salir a trabajar, donde tienen una parrilla y un tanque de gas, donde sus compañeros y él preparan un desayuno comunitario, y hasta que regresan en la tarde vuelven a comer todos juntos.
“Todos los días salimos a trabajar, sábado y domingo también. Mientras estemos aquí así es, a menos que llueva como el domingo, pues ya no salimos y nos quedamos a descansar”, puntualiza Martín, quien añade que el único entretenimiento que tienen lo encuentran en los teléfonos celulares, pues no tienen televisión y no suelen salir a conocer la ciudad.