Por primera vez, cuenta Ricardo Tomeoni, interno del penal de San José El Alto de la capital queretana, se hizo casting para formar parte del Viacrucis con el que se conmemora la Semana Santa dentro del centro penitenciario.

Él es asistente del director, director de escena y actor en diversos roles, el principal de ellos como Judas Iscariote, el discípulo traidor de Cristo, además de soldados durante los azotes y camino al Calvario.

Son 13 años los que ha participado en la representación del Viacrucis, mismos que lleva en el lugar, como parte de su condena por “una decisión tonta que me llevó a caer a un lugar como este”. Un año en el que las autoridades penitenciarias apoyaron en mayor medida “eso nos facilita el hacer las cosas, antes no habíamos participado con gente de módulo cerrado, que son los más complicados, latosos, los más peligroso, y este año se autorizó.

“Pensamos de un principio que podían ponerse rejegos, que no aceptaran alguna orden, pero se prestaron, se les dio una plática y les dio mucho gusto que se tomaran en cuenta, algunos de los que no fueron elegidos les dicen a los otros que también los invitemos a la representación, pero es una cuestión de vigilancia y el comportamiento de cada uno (de los internos)”, platicó el joven tras revivir la pasión de Cristo en la explanada del lugar.

Son 13 años los que Ricardo ha vivido privado de su libertad. No lo niega, la extraña, pero él ha entendido muchas cosas ahí adentro. “Debes llevar una línea y todo se te da. Depende de cómo uno quiere llevarse este Cereso, esta cárcel y las autoridades lo están facilitando.

“Sinceramente, a 13 años puedo decir que aquí hay libertad, aunque estemos internados, aquí te permiten tener tus actividades y marcarte como tú lo quieras llevar, para el que se quiere portar bien las puertas están abiertas, para el que se quiere portar mal, aquí adentro todavía hay lugares más cerrados. Vas entendiendo que si caes dentro de otra cárcel en la cárcel, el que está mal es uno, no las autoridades ni la sociedad, porque vuelves a tropezar”.

El traidor de Cristo, el que lo vende por 30 monedas de plata, para Ricardo es el papel que más se complica interpretar durante un Viacrucis, “casi nadie quiere personificarlo porque los agarran y les dicen traidores y se presta al bullying que no muchos aguantan”.

Un personaje bíblico que le ha servido para reflexionar sobre su vida y sus acciones, “tiene mucha carga, te pones a estudiarlo a fondo y al trasladarlo a la vida personal sí pega, porque maneja una decisión de la que se arrepiente, decisión tan tonta que en mi caso me llevó a caer en un lugar como estos.

“Las decisiones tan drásticas por sentimientos es lo que hay que controlar, eso nos enseña este pasaje y el personaje que me tocó representar, tomar las decisiones sin la sangre caliente, siempre pensar varias veces para decidir bien”, platicó.

Un montaje que requirió dos meses de preparación, desde el casting, pues este año se necesitó el filtro de selección “lo que no habíamos hecho en años anteriores, había muchos interesados en participar, alrededor de seis querían ser Cristo pero no llenaban el perfil y mi compañero que este año lo representó hasta físicamente tenía parecido y la fuerza interior que desprendió, hizo que ganara el papel”.

Al ser parte de la coordinación de la recreación religiosa de la muerte de Jesucristo, Ricardo reconoce que es una forma de unión, de convivencia, entre sus compañeros internos, que hace más ligera su estancia en la penitenciaría. “De por sí esto que vivimos, la cárcel, nos une, vivo con cuatro personas en un dormitorio y somos casi familia, debes ir aprendiendo a convivir con cada uno de ellos y con las diferencias que existen entre cada uno. El que participaran compañeros de módulo cerrado en este Viacrucis, a los que te imaginas recios, fuertes, es algo bueno, se forma una gran unión entre todos”.

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