Las tres mujeres llegaron a Querétaro el viernes en la tarde desde Victoria, Guanajuato. María Guadalupe Otero, María Vázquez y Susana Jiménez.
Junto con ellas, llegó un centenar de creyentes de ese estado para unirse a la peregrinación femenil de Querétaro al Santuario de la Basílica de Guadalupe. “Ella [la Virgen] nos lleva de la mano”, dice Guadalupe.
Las creyentes tienen distintas edades, María Guadalupe es adulta, María es adulta mayor y Susana es joven, salieron de distintas comunidades de Victoria el martes pasado para alcanzar a la romería.
Llegaron el viernes por la tarde a las inmediaciones del Templo de la Congregación, para unirse a una tradición queretana que ya fue más allá del territorio del estado, invadiendo con su devoción a los habitantes de las entidades vecinas.
María Guadalupe explica que acude al Tepeyac porque la Guadalupana “Me cuida y me protege, me ayuda en mis problemas, cuida a mi familia en donde quiera que esté. También voy a pedirle que cuide a mis hijos donde quiera que estén. Tengo ocho hijos, cuatro están en Estados Unidos; tres tienen visa y uno está de migrante con su esposa, tienen una niña. Pero ahora con el problema de que no los quieren allá, le vamos a pedir a la Virgencita que los proteja”.
Dice que a lo largo del camino la gente de las distintas localidades por donde han pasado ha sido muy amable, les han ofrecido hospedaje, así como en las parroquias de Doctor Mora y San José Iturbide. “La gente nos ha dado de comer, es muy amable”, agrega.
Apunta que pasan la noche en La Congregación, para el sábado recibir la bendición del obispo de la Diócesis de Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez y en la madrugada, la Misa del Buen Viaje.
Dice que viaja sin la compañía de ningún familiar ni nadie de su comunidad, aunque se acompaña de las demás mujeres de su municipio.
Asevera que las celadoras, mujeres que organizan los grupos para acudir a la peregrinación, son quienes las invitan, y se organizan entre todas para acompañarse.
María Guadalupe dice que no acudía a la peregrinación queretana desde hace cinco años, y este, vuelve a tomar el camino hacia el Tepeyac, para cumplir con la tradición queretana. Dejó de venir porque se enfermó y nació su hija menor, con quien debía estar mientras crecía un poco más. Ahora, ya con cuatro años de edad, su pequeña puede quedarse con su padre.
En tanto, María Vázquez, sosteniendo el estandarte guadalupano, explica que salió de la comunidad de Espíritu Santo, en el municipio de Victoria, siendo esta la quinta ocasión que camina con las fieles queretanas hacia la Basílica de Guadalupe.
Resalta que sólo acude a dar gracias, sin un motivo en especial, aunque el camino es cansado y largo, pues están expuestas a las inclemencias del tiempo, aunque aclara que hambre no pasan, pues los habitantes de las diferentes comunidades les dan de comer, como una muestra de solidaridad y apoyo a su fe y devoción por la Virgen Morena.
Reconoce que sus hijos le dicen que se va a cansar, pero ella les responde que no se cansa, que va a dar gracias a la Guadalupana por todo lo que Dios le ha dado.
“Algunos de mis hijos si van a verme cuando salgo, pero más para acá, no”, abunda.
Comenta que en su caso, salió de su comunidad el 8 de julio y tardan 17 días en llegar a la Basílica. En ningún momento piensan en flaquear, pues María Guadalupe dice que “desde que nos ponemos a caminar la Virgencita nos lleva en sus brazos, no siente uno. Hasta uno no cree que va caminando. Ella nos lleva de la mano, nada más uno dice: voy, y ella se encarga de lo demás”.
Por su parte, Susana, la más joven de las tres guanajuatenses, que no pasa de 24 años, escucha en silencio las experiencias de las otras dos mujeres mayores que ella.
Es la primera vez que la joven camina rumbo al Tepeyac. “Voy a agradecerle a la Virgen por hacerme muchos favores que le he pedido, milagros que me ha concedido. Favores, que me haya permitido terminar mi carrera universitaria en ingeniería civil. Estuvo muy complicado tanto para mí como para mis papás, pero ella, la Guadalupana, fue quien me ayudó a sacar la carrera”, menciona.
Agrega que sus padres la apoyaron en esta travesía que tiene como destino la Basílica de Guadalupe, o La Villita, como se conoce de cariño a ese centro de peregrinar del catolicismo mexicano.
Indica que hasta ahora la experiencia le parece linda, pues todo el camino es muy alegre, además de paz y tranquilidad, porque pese al cansancio llegaron bien a Querétaro, con gusto y ganas de llegar a ver a la Virgen.
Puntualiza que lo primero que hará cuando llegue al Tepeyac será darle gracias a la Virgen, porque siempre le ha ayudado a salir adelante en su vida. “Siempre me he encomendado a ella y nunca me ha abandonado. Ella nunca nos abandona, porque es nuestra madre, siempre está con nosotros”, considera.