Limón, mantecado, mamey, todos sabores naturales (hasta llegar a 14) y hechos de manera artesanal, vende la familia Luna Campos, en Hércules, desde hace más de 35 años, en una tradición que comenzó por apoyar la realización de las fiestas patronales del barrio queretano.Es casi mediodía, y aunque el clima no es caluroso, los habitantes y visitantes de Hércules se acercan al puesto que atiende Romualdo Luna Campos. Los niños en uniforme, acompañados de sus padres, comienzan a inundar las calles del centro del típico barrio queretano.

Frente a la Iglesia de la Purísima Concepción, Romualdo atiende a quienes quieren aplacar la sed o simplemente quieren satisfacer el antojo de una nieve de Hércules, pues dicen que si se va a ese sitio y no se come nieve, es como si no se hubiera ido.

Bajo un frondoso árbol, cuyas hojas verdes anuncian la llegada de la primavera, Romualdo, en su puesto de nieves, recuerda que su padre, Pedro Luna Mora, inició con este negocio hace 35 años.

“Él fue encargado de las fiestas titulares [de la iglesia] con otros compañeros, y para recaudar fondos empezaron a hacer nieves. Un señor que se llamaba Ángel Gómez sabía elaborarlas y les dijo que hicieran nieve para hacerse de fondos para las fiestas de Hércules. En el periodo que estuvieron de encargados, hacían nieve y la vendían. Al terminar su periodo de encargados de las fiestas, dejaron de venderla, pero Ángel Gómez le insistía a mi papá que siguiera con el puesto, porque nosotros estábamos en la escuela y éramos varios hermanos, y que de ahí se ayudara, y fue como se decidió a continuar con la venta”, narra.

Dice que sólo se vendía los domingos, a la salida de misa, pero con el tiempo comenzó a hacerlo todos los días y hasta la fecha se instala el puesto de lunes a domingo.

Su padre, indica Romualdo, era obrero en la fábrica de Hércules. Una familia típica del barrio que durante mucho tuvo como motor económico la fábrica textil que se inauguró en 1838.

La variedad de las nieves es amplia, pues son 14 sabores, todos de frutas, pero el más vendido es el de mantecado, que es pedido por los clientes en combinaciones con fresa, mamey, nuez, chocolate, coco, limón y guayaba.

Explica que este producto se elabora con la receta original, usando leche o agua, fruta natural y “con su hielo y su sal, y darle vueltas hasta que se haga la nieve”. Dice que la sal hace que se enfríe y dure más el hielo en los botes metálicos que son colocados en tinas de madera.

Señala que las nieves se preparan de un día para otro, todos los días, y el tiempo de elaboración es variable, pues no siempre se acaban todos los sabores, y se elabora mayor cantidad de la que más se vende, dependiendo de los litros y la fuerza que se tenga.

“Esto es de pura fuerza: el darle vuelta al bote no implica mucha fuerza, pero despegarla del bote para que vaya teniendo la consistencia de la nieve es lo que sí está difícil; se pega muy fuerte, se adhiere al bote y es difícil despegarla. Ese es el trabajo”, apunta.

Dice que a pesar de que es un negocio familiar, el encargado del puesto es su hermano, Raúl Luna Campos, y él desde agosto pasado le ayuda de tiempo completo, ya que él es herrero.

Romualdo comenta que como herrero tuvo la oportunidad de visitar, en la década de los 90, países como Argentina y Brasil, pues la empresa en la que laboraba hizo trabajos en Sudamérica. Pero las nieves están en su familia.

Para todos los gustos

La calle se comienza a poblar de más gente. Un grupo de jóvenes se detiene frente al puesto y una chica de cabello negro y tez blanca pide una nieve de mantecado. Recibe su vaso, lo paga y se une a sus amigos que la esperan. Pero del grupo se desprende otra chica que, contagiada del antojo, pide una de fresa.

El antojo no reconoce edades. Una familia que acudió a las oficinas de la delegación Cayetano Rubio, con un bebé en brazos, se acerca y observa detenidamente la lista de sabores. Mantecado, limón y nuez, es la selección que hace los cinco adultos.

Muchas de las personas que pasan por el lugar saludan de manera familiar a Romualdo, ya lo conocen: las nieves son parte de la historia y la tradición de Hércules.

“Aquí, cuando se hace la Feria de la Nieve y la Barbacoa, todos venimos con él, con Raúl, y le ayudamos. Hasta cierto punto sigue siendo un negocio familiar. El día que quiera ponerme un puesto lo pongo, y seguimos con el negocio”, agrega.

Resalta que en Hércules la única familia que se dedica a hacer nieve es la suya, pues la mayoría de los puestos que se ponen en los alrededores son de gente que vive en La Cañada, en el municipio de El Marqués.

Su padre, quien ahora tiene 83 años, aún está al pendiente del negocio, donde les dice qué está bien y qué está mal hecho. Sin embargo, reconoce que ellos, como la segunda generación dedicada a las nieves, le han querido dar otra calidad de vida a sus hijos y les limitan el acceso al negocio familiar, aunque también confiesa que las nieves y su elaboración deben de pasar de generación en generación.

“Cuando me hacen pedidos, mis amigos o un cliente, mi hijo, quien tiene 10 años, me ayuda a hacer la nieve. A mis hijos sí se los he transmitido, pero mis hermanos luego no quieren involucrarlos [en el negocio]. Qué más quiere uno que los hijos estudien, que tengan su profesión y que no se dediquen a esto, porque es pesado. Te levantas temprano, te acuestas noche; hay que ir al mercado de abastos, hay que recibir el hielo temprano, es más desgaste físico que mental”, añade.

Romualdo es optimista sobre el futuro de la tradición que inició su padre, pues apunta que “entre más crezca Querétaro, más van a vender. Bendito Dios, la gente se comunica entre sus conocidos, porque aquí llega gente nueva, a la que le recomendaron la nieve. Habrá gente que le guste, habrá a la que no, pues muchos están acostumbrados a los sabores artificiales de los helados, pero éstas son naturales, no es más que fruta, agua o leche, y aquí seguimos vendiendo, donde todo es natural”.

Los clientes no paran de llegar al puesto de Romualdo. Poco a poco los botes se vacían y los clientes se marchan satisfechos con sus nieves, que son parte ya del patrimonio de la hermana república de Hércules, cuyos habitantes pueden presumir que tienen las mejores nieves de Querétaro.

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