El camión de tres y media torneadas avanza lentamente por las calles angostas. El chofer debe maniobrar con cuidado e incluso replegar los espejos para no golpear coches y postes. Se detiene y Alejandro Crespo desciende de la parte de atrás con un cilindro de gas que lleva a un domicilio, en una estampa que hasta hace unos años era común y que ahora, por la oferta de gas natural, así como los tanques estacionarios, parece estar condenada a desaparecer.
Son las calles de la colonia Santa Mónica y El Tintero, que lucen comercios abiertos, tránsito cargado a todas horas y avenidas angostas que serpentean, haciendo más complicado circular por las mismas.
El ruido de los tanques chocando unos con otros es de los más característico e identificable para algunas personas. Alejandro viaja acompañado de Raúl Ribera, quien también maneja la unidad, pero igual se baja a descargar cilindros de gas.
Cada entrega no tarda más de cinco minutos, luego de lo cual ambos hombres regresan a su unidad, las tradicionales camiones cilindreros, que antes eran mucho más grandes, pero con el paso del tiempo fueron haciéndose más compactos, e incluso en algunos casos desaparecer, por el uso de los tanques estacionarios y del gas natural.
Alejandro dice que ellos entregan los cilindros de gas en donde se los piden, pues contrario a las camionetas de otras empresas, que se anuncian con tonadas pegajosas que hacen alusión al color morado de sus cilindros, en la firma donde labora entregan a domicilio y bajo pedido.
Los dos hombres se apresuran y suben el cilindro vacío al camión. Al mediodía aún no terminan el reparto. Alejandro acelera el camión, que acaba de hacer una entrega en Santa Mónica. La unidad gira en una pequeña calle. Se detiene en otro domicilio. Raúl desciende rápidamente y sube al área de carga, donde toma otro cilindro e ingresa a un domicilio donde ya lo esperan. Aquí la entrega por parte de Raúl se demora un poco más.
Alejandro acomoda los cilindros del camión mientras recuerda que tiene 10 años dedicándose a este trabajo, siempre en la carga y descarga de gas, trabajo físicamente demandante, por las ocasiones en las que se deben de subir y bajar los cilindros.
Raúl regresa al camión y arranca. El próximo destino no está lejos, apenas media cuadra, en una lavandería, donde ya esperan el gas. La entrega se hace de manera rápida. Raúl sube al camión y acelera el vehículo de tres y media toneladas que gira en una calle a la izquierda y desaparece en las callejuelas de Santa Mónica.
En esa colonia y la vecina El Tintero aún hay casas que piden su tanque de gas. Las cilindreras todavía recorren las pequeñas calles, pero lo hacen desde temprano y pelean los clientes que cuando escuchan la tonadita o el grito grabado de “el gas”, salen a pedir su cilindro. Las diferentes empresas tienen identificados sus cilindros con colores para evitar la mezcla de tanques.
Sin embargo, en la mayoría de los nuevos fraccionamientos que se construyen la red de distribución de gas natural está instalada y sólo basta con contratar y abrir la válvula para contar con el servicio.
Rogelio Olvera viste uniforme caqui. Espera a un costado de la pipa que transporta gas mientras la unidad se termina de cargar. Dice que cuando empezó a trabajar cargaba cilindros de gas en un camión, como cualquier trabajador, pero luego de unos años empezó a manejar la pipa y entregar a tanques estacionarios, tanto a domicilios particulares como a empresas.
Rogelio sostiene que ese trabajo, cargando y descargando cilindros de gas es “muy matado”, pero como para casi cualquier trabajo, dice, hay que tener maña para no lastimarse al levantar los tanques.
“Tiene su chiste cargar gas, cargar los cilindros. Es un poco complicado. Ahorita ya casi no se vende por el gas natural, ha bajado mucho la venta, ahora ya es sobre pedido (la entrega de gas)”, indica.
Precisa que cerca de El Tintero puede ir a recargar las pipas, las cuales circulan con mayor frecuencia que los cilindreros, es más frecuente ver estas unidades que a las clásicas con los cilindros.
Agrega que las ventas han disminuido, pues además de la competencia del gas natural, enfrenta la competencia de otra gaseras que han incursionado en el mercado y que reclaman su parte.
Sin embargo, ya tienen sus clientes a quienes surten periódicamente el gas para sus negocios o casas, pues para muchas personas, el gas LP sigue siendo el método más socorrido para calentar el agua del baño o preparar los alimentos en sus cocinas, mientras que en los negocios sigue siendo socorrido para lavanderías, tortillerías, cocinas económicas y restaurantes.
Rogelio refiere que además de ello, estar en pipa es más descansado, aunque esta transición fue casi natural, ante la disminución de la demanda de los tanques de gas en los domicilios. Recuerda que hace 10 años, cuando empezó a trabajar, se vendían más cilindros, era más económico.
“Ahorita ya ha subido mucho el gas, mucha gente trata de prender menos el boiler, no sé, la gente ya no compra igual”, abunda el trabajador.
Actualmente, dice, hay rutas en donde las empresas mandan cilindreras a ciertas colonias donde aún se venden, “pero ya son pocas las cilindreras”.
Sobre lo litros que contienen los tanques, puntualiza que los cilindros nunca deben de llenarse hasta el tope, siempre deben de estar a 95% como máximo de llenado, pues las válvulas pueden ceder a la presión del gas.
Rogelio termina de cargar su pipa, y se dispone a salir al reparto del combustible. Los tiempos en los que subía y bajaba del camión con los cilindros al hombro quedaron atrás. Ahora, con un poco más de comodidad, aunque no siempre tranquilidad, por la sustancia que maneja, tiene otro ritmo de trabajo, cambiando el clásico “perico” para cambiar los cilindros, por las pinzas de presión, para abrir válvulas de tanques estacionarios. Los tiempos son otros.