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En el año 2006, el científico estadounidense George F. Smoot, ganó el Premio Nobel de Física por sus trabajos para conocer la historia del universo a través de mapas esféricos mediante la lectura de la luz que emiten las estrellas de todas las galaxias.
Dos años más tarde, Reynaldo Huerta Cerna, director del Observatorio Astronómico Ilalux, inició formalmente con este recinto en la comunidad de La Mesita en el municipio de Huimilpan, en el cual ha procurado generar el interés de niños, jóvenes y adultos por el conocimiento del universo a través de la observación de estrellas en el telescopio con que cuenta.
Cree que a través del conocimiento que brinda observar de forma detallada las estrellas, es posible conocer sobre el universo, la Tierra y sobre nosotros mismos. La astronomía es una forma en la que se puede descubrir lo frágil que es nuestro planeta, afirma Reynaldo. Poco o casi nada se hace para detener el deterioro que sufre nuestro ecosistema, por lo cual, señala que no es opción querer mudarse a un planeta cercano, porque ninguno ofrece condiciones parecidas a nuestro hogar.
“La astronomía nos da informes acerca de que la Tierra es un sistema débil ecológicamente y que necesitamos cuidarlo porque si se deteriora o se desequilibra no va haber otro lugar a donde irnos, el siguiente planeta habitable podría estar a más de 500 años luz, es muy lejos, tendríamos que fabricar ambientes artificiales en nuestra órbita o en el de Marte, en el sistema solar no existe ningún planeta como la Tierra”.
Originario del municipio serrano de Arroyo Seco, Reynaldo se interesó siempre por observar las estrellas. Afirma que desde que tuvo conciencia leía todo lo que tuviera que ver con la astronomía. Unos años después se mudó a Querétaro para complementar su formación básica, no obstante, la falta de oferta educativa cercana a sus intereses lo obligó a buscarla fuera del país. En 1984 partió a Estados Unidos, donde se formó como astrónomo en la Atlantic Internacional University.
“Desde que era niño recuerdo que leía cualquier cosas de astronomía, hice algunos mapas del cielo cuando era más joven y pues toda la vida me la he pasado en esto, primero como afición y luego como profesión”.
Una mirada lejana.
El Observatorio cuenta con una vista hacia el cielo adecuada por estar a 2 mil 150 metros sobre el nivel del mar. Durante la semana, el espacio sirve para brindar charlas astronómicas en las que se tocan temas referentes al universo, como cuántas galaxias tiene el universo, qué tan grande es o si es posible encontrar vida en otro planeta.
De acuerdo con Reynaldo, el espacio está diseñado también para que haya campamentos y cursos, donde familias o grupos escolares puedan observar los fenómenos astronómicos desde el telescopio que se encuentra en la parte superior del edificio, con espacios nombrados en homenaje a planetas del sistema solar o de astrónomos como Nicolás Copérnico, Johannes Kepler, Galileo Galilei, Anaximandro, entre otros.
“Este observatorio astronómico tiene acceso al público y para ello ofrecemos charlas astronómicas, cursos de astronomía, observaciones telescópicas guiadas, contamos con el tercer telescopio óptico más grande de México, tiene catorce metros de alto, el domo de observación tiene capacidad para 12 personas solamente”, señala.
Reynaldo comenta que desde niño y hasta la fecha, su interés ha sido desde la divulgación científica de los fenómenos del universo, situación que en Querétaro y de forma general en México hace falta impulsar debido a que existen pocos observatorios que estén enfocados al público en general. Según Reynaldo, los observatorios que existen están enfocados en la investigación y no permiten el acceso de las personas.
“El observatorio es un proyecto de divulgación porque existen otros observatorios astronómicos de investigación, aquí también investigamos pero nuestro fuerte es la divulgación astronómica, la mayoría de los observatorios en el mundo y también en México son de investigación, lo que menos quieren esos observatorios es que las personas vayan a interrumpir las tareas de investigación de los científicos, no tienen acceso al público”, señala el investigador.
Tradición de observación.
En México, según los datos del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), existen tres observatorios profesionales, el de San Pedro Mártir en Baja California, el de Tonanzintla en Puebla y el observatorio Guillermo Haro en Cananea, Sonora. Además hay ocho instituciones con grupos académicos que tienen áreas dedicadas a la astronomía.
Reynaldo explica que el nombre del observatorio Ilalux proviene de la mezcla entre la búsqueda de la luz, una de los objetivos principales de la astronomía y Lucila, el nombre de quien aportó los recursos necesarios para crear este espacio. “El nombre Ilalux en latín significa “aquella luz” y tiene una relación astronómica porque la astronomía se dedica a desentrañar la luz y satisfacer la curiosidad humana. Pero también hace referencia a un nombre de mujer: Lucila, esta persona nos proporcionó el primer capital para que esto funcionara, entonces en honor a ella le pusimos Ilalux al observatorio”.
La astronomía —señala Reynaldo— ha aportado avances que en la actualidad se aplican de forma cotidiana, como la medición del tiempo y los calendarios, por ello recalca la importancia de que se pueda dar mayor difusión entre los niños y los jóvenes para despertar el interés, no sólo como afición, sino con un enfoque académico.
“El universo es maravilloso, necesitamos mostrarlo para que se tenga conciencia de lo grande del ambiente en que vivimos. La astronomía es una ciencia que nos lleva a conocer el origen mismo de la humanidad y su entorno, es una diciplina que se originó desde la misma prehistoria, personas sensibles a la mecánica celeste pudieron distinguir hace más de mil años, muchos detalles en el cielo que los llevaron por ejemplo a la medición del tiempo, los calendarios son un producto de la astronomía”.
El investigador comenta que parte de las gratas experiencias que puede presenciar en el observatorio astronómico, es ver la cara de emoción de personas al observar en el telescopio de forma nítida los planetas, cambiando su perspectiva de ver el cielo y las estrellas de un universo que cuenta con 300 mil millones de estrellas, de las cuales, apenas vemos unas cuantas.
“He visto cosas increíbles en el telescopio, me quedó muy grabada la imagen de una profesora que al observar Saturno se puso a llorar de emoción; otra persona vio las montañas de la Luna, los valles, los cráteres y estaba emocionada al ver la galaxia Andrómeda, la gran nebulosa de Orión, hay una infinidad de objetos que se pueden observar aquí”, concluye.