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Aline Escalante, licenciada en Historia, egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), se define como mamá de clóset desde hace cuatro años, cuando su hija les dio la noticia de que era lesbiana. Recuerda que fueron momentos difíciles en lo emocional, incluso pensó en quitarse la vida; sin embargo, superó esa primera etapa y decidió crear una asociación, Caipaj, que brinda ayuda a los padres de personas homosexuales y lesbianas.
Aline dice que hace cuatro años su hija les dio la noticia, “más bien confirmó lo que ya sabíamos porque desde que tenía dos años de edad, nos dimos cuenta de que era una niña con comportamientos diferentes a los de las demás niñas, gustos, juegos, juguetes.
Cuando cumplió 18 años ella decide decirnos que es una mujer lesbiana que va a empezar a hacer su vida con su pareja, con una mirada llena de miedo nos dijo: ya lo saben. Quiero saber si me tengo que ir, si me van a correr, si voy a dejar de ser su hija. Inmediatamente le dije que nunca, que seguía siendo mi hija, que la amaba, que la apoyaba, sólo necesitaba unos días para procesar la noticia”, narra.
Aceptación, proceso difícil
Subraya que el amor y el apoyo siempre estuvieron ahí, con su hija, pero tuvo que pasar por un proceso emocional intenso, en el cual lo primero que sintió fue mucho miedo.
“Intenté suicidarme, en la tina del baño intenté ahogarme, porque no entendía [lo que nos reveló mi hija], tenía miedo, tenía culpa, estaba en shock”, abunda Aline.
Sin embargo, salió de esa tina dispuesta a cambiar, a buscar información que le pudiera ayudar a sortear y entender esta nueva etapa de su vida. Reflexiona y señala que quizá lo que intentaba sumergir en esa tina era el miedo que sentía, el miedo de afrontar esta nueva etapa en su vida, pero sobre todo el miedo que sentía era que su hija sería señalada, juzgada, probablemente hasta atacada o lastimada por la sociedad.
Búsqueda de información. Aline decide buscar información en internet acerca de la homosexualidad y no encontró nada que le dejara satisfecha, pues los resultados que obtenía eran basados en prejuicios, creencias, estigmas, religión. Además, dice, encontró resultados como las estadísticas de los países en donde la homosexualidad se castiga con la pena de muerte, se considera un pecado o es mal vista.
Precisa que no era la información que buscaba, no la dejaba satisfecha, y no era la adecuada para un padre, pues ya están confundidos por la situación que pasan y experimentan un rompimiento espiritual, la información no era valiosa.
Usando sus conocimientos profesionales busca más información en fuentes más especializadas, incluso en investigaciones que hablaban del grado de rechazo experimentado en las familias en México. Recuerda que le aterró la estadística que señala que ocho de cada 10 jóvenes de la comunidad LGBTTI son rechazados por sus padres, y que de éstos ocho, cuatro se suicidan y para los otros cuatro la alternativa es la calle, el alcohol, las drogas y la prostitución.
Es cuando Aline decide escribir un libro dedicado a los padres y a los maestros, para que sepan cómo actuar ante el acoso que podrían sufrir los chicos o en caso de que los alumnos les confiesen sus preferencias sexuales, antes de poner los prejuicios propios sobre el bienestar de los alumnos e hijos.
Centro de apoyo familiar
Sin embargo, su trabajo no quedó ahí, se da cuenta que su hija, como todos los seres humanos que nacen en México, “tiene todas las obligaciones, pero por ser de la comunidad LGBTT no tiene todos los derechos. Ahí es cuando nace el Centro de Apoyo Integral para Padres, Adolescentes y Jóvenes LGTB+ (Caipaj), porque peleamos para que nuestros hijos tengan todos sus derechos porque tienen todas las obligaciones”.
La organización surgió hace año y medio, y fue muy arropada por la comunidad de la diversidad sexual en Querétaro, a pesar de ser la única asociación queretana encabezada por heterosexuales.
“No hay asociaciones de papás. Es muy difícil que los papás salgamos del clóset. Tenemos que empezar a visibilizar el poder que tenemos, el rol fundamental de la familia, para crearlos, construirlos o destruirlos”, abunda Aline.
A la fecha, tras año y medio de crearse para acompañar a los progenitores de muchachos homosexuales y lesbianas, Caipaj brinda apoyo a 40 mamás y tres padres, situación que achaca al hecho de que las madres suelen lidiar más con los problemas emocionales de sus hijos, ya sea una adicción, una discapacidad, o algún otro problema. Siempre las mujeres sacarán la cara por los hijos.
“El machismo también influye, sobre todo cuando son hijos varones con una orientación sexual diferente a la heterosexual. Al padre de familia le da mucho en el rol de que quieren tener a aquel hijo macho, mujeriego, que preserve el apellido, es más difícil por cuestión del machismo que los padre acepten [a los hijos]. Las mamás siempre nos desgarramos por nuestros hijos”, precisa.
Trabajo largo
Añade que el trabajo de Caipaj apenas comienza, hay mucho por hacer, y le corresponde a la comunidad heterosexual, la LGBTT lleva 40 años luchando por sus derechos y los padres de esos jóvenes no han luchado por sus hijos.
“Pudimos ver en la marcha por el orgullo [gay, a mediados de año] la fortuna que, cuando dimos la vuelta en Corregidora, la gente que con la cabeza rechazaba el paso de los contingentes, cuando pasaron los padres y [al] decirles de viva voz que respetamos a sus hijos y que respetaran a los nuestros, la postura de los individuos cambió.
Se logra sensibilizar más de mamá a mamá, de papá a papá. Al final si tu eres padre, si alguien patea a tu hijo, vas a salir a querer patear a la persona que hizo eso; desde este lado, desde este amor de mamá, desde el visibilizar que detrás de ellos hay papás y mamás y hermanos, hemos logrado sensibilizar un poco más. Caipaj tiene mucho futuro porque ahora la tarea es incluir a las familias”, expresó.