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Les regalan básculas para pesar kilos de a kilo

Vicenta como otros comerciantes recibió la donación del artículo

Foto: Mario Valdés
21/03/2018 |02:14
Domingo Valdez
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El puesto de legumbres y verduras de Vicenta García González se ubica en la plaza principal del Pueblito. Dice que tiene alrededor de 20 años vendiendo estos productos, heredó la venta de estos artículos de su madre y ahora su hija también se dedica a lo mismo.

Vicenta recibirá, junto con otros comerciantes de Corregidora, básculas que fueron donadas por un empresario local para que puedan trabajar de manera más eficiente.

Son varios los puestos que se ubican en el jardín principal del Pueblito. Todos de verduras y vegetales.

Margarita Salinas Juárez también vende verduras en el jardín que flanquea a la parroquia de San Francisco Galileo, en Corregidora.

Margarita apunta que vende legumbres hace 25 años. Señala que antes vendían por separada Vicenta y ella, pero a raíz de que las cambiaron al jardín las pusieron juntas, homologando también sus carritos color azul.

Vicenta indica que antes que ella, vendía su mamá, pero luego enfermó y ya no pudo seguir con la venta, siguiendo su hermano y posteriormente ella. Su mamá, dice, si hubiera seguido con la venta de verduras ya hubiera cumplido 50 años, pero por desgracia murió.

“De esto, de lo poco que nos queda, nos mantenemos, porque yo no tengo recursos de otro lado, más que de mí puesto. Soy viuda y me mantengo de mi puesto”, sostiene.

Vicenta le da “una manita de gato” a los vegetales. Quita las hojas que ya están un tanto marchitas, limpia un poco y hace todo lo posible para que su negocio luzca impecable.

Acreditada por sus clientes

Comenta que vende de todo un poco: lechugas, papas, nopales, hongos, haba, champiñones, sopas de verduras, entre otros productos.

“Ya tenemos nuestros clientes. Aquí somos bien conocidas, pues somos de aquí,nacidas y criadas aquí. A tres cuadras de aquí está su casa”, enfatiza la mujer comerciante.

Narra que su carrito lo deja encadenado a un poste del jardín, para evitar que se lo roben, mientras que su mercancía la lleva a la casa de su hija, para refrigerarla y se conserve fresca.

Apunta que su jornada de venta comienza a las 7:00 horas, pero a la 4:30 o 5:00 horas acude al Mercado de Abastos para surtirse de su mercancía, la mayoría productos de la región. Incluso las lechugas que vende son orgánicas. A las 17:00 horas termina su jornada laboral.

En la venta, la ayuda su hija, Sofía de León García, quien mientras manipula unas verduras sonríe y posa para las fotografías que le toman. Vicenta explica que Sofía tiene apenas unos cinco años ayudándole en el puesto, pues ella ya cumple dos décadas de comerciante.

“Antes estábamos afuera del mercado, en la banqueta, pero ahora que entró (Mauricio) Kuri ya nos metió al jardín. Estamos mejor aquí, porque tenemos menos riesgo que allá, además de que estamos en sombra”, asevera.

Vicenta agrega que también obtendrá una de las básculas que donó un empresario local, aún sin que se apuntara para recibir este beneficio.

La mujer cuenta que todas las verduras y vegetales que vende le gustan, excepto el germen, pero el huitlacoche, las flores de calabaza, los hongos, todo le parece muy apetecible.

Sus favoritas son las flores de calabaza, que consume en quesadillas, aderezadas con epazote, aunque dice desconocer la receta de la sopa de flor de calabaza, platillo típico de La Marquesa, en el Estado de México.

La clientela no para de llegar al puesto de Vicenta. Amas de casa que aprovechan el paso por el jardín para llevar algunos vegetales frescos que servirán para la elaboración de la comida del día.

Las hierbas de olor y especias no pueden faltar. Tampoco el romero, al que muchos le dan cualidades mágicas, pues dicen que ahuyenta el mal de ojo.

“Yo no creo en eso, pero muchas personas sí”, dice Vicenta, con su voz suave y tranquila, contrario a su hija Sofía, quien habla de manera rápida y fuerte, además de que cada frase la termina con una risa.

Bajo la sombra de los árboles ambas mujeres continúan con su labor diaria. Atienden a la clientela, saludan a algún conocido que pasa por el lugar, toman un encargo para el siguiente día y continúan ofreciendo los productos de la tierra queretana.