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Juana Loredo Hernández es maestra de manualidades en el Centro de Atención Familiar (CAF) de Menchaca, actividad que le gustó desde niña por influencia de su abuela. “En mis tiempos no se acostumbraba a mandar a las niñas a la escuela y sólo estudié hasta segundo de secundaria”, dice.
Actualmente enseña a sus alumnas a hacer muñecas con distintos materiales para que puedan “ganarse un dinerito extra”.
En el puesto de Juana hay más mujeres; junto con ella, acuden a los CAF para aprender algún oficio que les ayude en los ingresos familiares o hacer comunidad con sus vecinas.
Juana tiene 52 años; da clases en Menchaca, Bolaños, Peñuelas y Centro Histórico. Lleva 19 años dedicándose de lleno a la elaboración de muñecas con foami, acrilán, tela, encajes, fieltro y estambre. Esta actividad le gustó porque su abuela hacía flores de papel: “Dicen que lo saqué de ella, siempre me han gustado las cosas de manualidades”.
La mujer muestra una Caperucita Roja que con un par de movimientos se transforma en la abuelita de Caperucita, pero detrás es el personaje del Lobo. El diseño llama la atención por ser tres muñecas en una. Juana confiesa que el diseño no es suyo: una señora le dio una muestra para ver si podía hacer una réplica, la cual —presume— logró hacer, luego de que muchas maestras de manualidades no pudieron lograrlo.
Asevera que en un día, con los materiales y el tiempo, puede hacer hasta tres muñecas. El material es económico, razón por la que muchos clientes no quieren pagar el precio de sus creaciones, aunque no se dan cuenta del trabajo y dedicación que amerita confeccionarlas.
Apunta que muchas mujeres “no se animan a venir a los talleres. Nosotras las hemos invitado y no han querido venir a los talleres. Les digo que qué hacen en su casa, acá pueden trabajar, se vienen a distraer. Las motivo a que vendan sus cosas, a veces las saca de un apuro”.
Comenta que en ocasiones sus alumnas (cada grupo que tiene es de 10 mujeres) dejan de ir a los talleres porque sus esposos no las dejan o porque no tienen dinero para los materiales, a pesar de que ella no les exige materiales especiales.
“No me gusta vender mis cosas, las tengo en mi casa, pero cuando me las piden sí las vendo”. Juana es soltera, vive con sus padres, a quienes sostiene con lo que gana de las clases.
Comenta que desde los 15 años de edad optó por las manualidades, porque “no era muy buena” para la escuela y no la obligaban a estudiar:
“Yo era burrita. Le dije a mi mamá: ‘No voy a poder sacarle la secundaria’. Nada más estudié hasta segundo de secundaria. Sé hacer cortes de pelo, corte y confección, pero me gustaron más las manualidades”.
Las creaciones de Juana llaman la atención. Van desde muñecas clásicas hasta personajes de cómics, como un pequeño Batman que destaca por su color negro y su escudo con un murciélago en el pecho.
Un oso de estambre, con apariencia tierna también sobresale por la combinación de beige y naranja.
Las manualidades, dice, le han ayudado a salir adelante, a pesar de no tener estudios. Recuerda que llegó a ser maestra en los CAF de manera fortuita: primero fue a tomar clases y luego la invitaron a impartirlas.
Al principio se negaba a hacerlo, ya que pensaba que no tendría la capacidad, pero aceptó la invitación… y ya lleva 16 años viendo el paso de varias administraciones.
Juana vuelve a su puesto, con sus compañeras, en la explanada del Centro Cívico del municipio capitalino. Acomoda sus muñecas para que luzcan más atractivas. Los presentes, invitados a la inauguración de la Séptima Expo Talleres de los Centros de Atención Familiar, y algunos ciudadanos que acuden al edificio a hacer algún trámite, se detienen a ver las muñecas, acomodadas entre otros productos en los que las mujeres dejan parte de su alma y su ser.