Son las 11 de la mañana en el parque Carretas. Daisy, Era, Laica, Mosaico, Arya, Pancho y otros caninos son entrenados con ejercicios de paciencia, atención y socialización. Carlos y Carmen repiten los nombres de los cachorros mientras dan indicaciones a los dueños. ¡Más arriba la correa!, ¡haz que se concentre!, ¡que el perro se mantenga sentado, por favor!
Son aproximadamente 20 personas, cada una con un perro sentado a su izquierda. Entre todos forman un círculo y al centro los adiestradores —y también esposos— enseñan ejercicios para controlar malos hábitos en los caninos, aunque son pocos los dueños que cumplen al primer intento con las indicaciones.
Los asistentes con más antigüedad en estos adiestramientos dominicales logran al primer intento que el perro se siente, se acueste, permanezca quieto, que socialice con los demás y que sea capaz de convivir con otros de su especie sin ladrar, morder o enseñar los dientes.
Por otro lado, los principiantes se distinguen a primera vista porque, generalmente, no tienen control sobre sus mascotas. Sean grandes razas o pequeñas, mestizos o de raza pura, tanto animales como dueños lucen confundidos con las indicaciones de Carlos y Carmen, que por más claros y precisos sean, las distracciones son infinitas cuando apenas se comienza a entrenar a un perro desequilibrado.
No obstante, los dueños siempre son auxiliados por los entrenadores y se cumple con la finalidad del ejercicio. Carlos y Carmen se muestran pacientes, no avanzan en otras actividades hasta que los perros hayan superado sus dificultades.
Los animales primerizos también saltan a la vista. No se quedan quietos, algunos son agresivos con sus compañeros de cuatro patas; los adiestradores, ocasionalmente, toman a algún perro indisciplinado como ejemplo de lo que no debe ser, en estos ejemplos se nota la experiencia del entrenador, aunque el perro sea un animal complicado.
Las actividades que se realizan cada domingo duran dos horas, de 11 de la mañana a una de la tarde. Para el término de los ejercicios, hasta el perro más testarudo y necio del grupo termina sentado a la izquierda de su dueño. En algunos casos los avances son pequeños, pero significativos.
Para la una de la tarde, las clases terminaron, pero no las asesorías. Los dueños esperan su turno para resolver alguna duda personal con los adiestradores. En algunos casos, Carlos y Carmen tienen una relación más cercana con los animales a los que entrenan, debido a que éstos han asistido a más clases, eso les permite saber si el perro ha mejorado domingo a domingo o si necesitará otro tipo de adiestramiento.
Cuando finaliza el entrenamiento dominical, dueños y caninos vuelven a su casa con una misma tarea: repetir los ejercicios de paciencia y obediencia con el fin de reforzar los conocimientos para la siguiente semana de entrenamiento.
“Comencé a ser adiestradora desde que rescaté a un perrito y quise prepararlo, adiestrarlo. En ese momento supe que era maravilloso capacitar animales y jamás dejé de hacerlo”, dice Carmen Valdez, adiestradora de caninos desde hace ocho años.
“Me di cuenta que es bien importante el adiestramiento para que nuestros perros sepan comportarse en casa, en calle, en todos lados. Desde hace ocho años me dedico a esto profesionalmente. Mi esposo y yo hemos adiestrado perros y ganado varios concursos; el último fue este año, sacamos el primer lugar en la competencia que hace en Querétaro la Federación Canófila, en la Expo Can, hemos ganado primeros lugares también a nivel nacional”, destaca.
Su esposo, Carlos Vado, es adiestrador desde hace dos años, pero al igual que su esposa, el amor que siente por los perros es de toda la vida.
“Yo, de profesión soy sommelier, experto en vinos, muchos años viví de esa profesión. He amado siempre a los perros; en el adiestramiento canino descubrí que es un mundo fascinante, casi tan fascinante como el mundo de los vinos. Encontré una nueva pasión”, expresa Carlos.
Un perro con malos hábitos, en realidad deja ver los malos hábitos de su dueño, comenta Carmen, y afirma que cualquier perro puede ser adiestrado. Dice que la raza, tamaño, carácter o edad no son impedimentos para que el animal aprenda, aunque adiestrar a un animal de edad avanzada sí representa mayor dificultad.
Carmen y Carlos coinciden en que un perro equilibrado es producto de la disciplina y la buena comunicación entre el animal y su dueño. Por el contrario, si el animal no conoce límites, no sabe qué lugar ocupa en la manada y no sabe qué reglas debe seguir para complacer a su dueño, el resultado será un perro ansioso, nervioso y poco sociable.
Para algunas personas, el adiestramiento canino puede tener un costo económico elevado, pero Carlos se pregunta: “¿Qué tan costoso es que puedas salir a la calle con tu perro y disfrutar del paseo sin que agreda a un perro o a un humano? Ganas satisfacción, bienestar. Debes tener una muy buena relación con tu perro, esté adiestrado o no. Se debe pensar qué queremos para nuestros perros”.
Desde hace cuatro meses, Carlos y Carmen colaboran con la Alianza para el Rescate y Rehabilitación de Fauna Silvestre y Urbana, asociación que se dedica a proteger animales en condición de calle; por ello, dan clases abiertas todos los domingos en el parque Carretas, por las que cobran la cantidad simbólica de 50 pesos.
Sin embargo, como adiestradores profesionales también entrenan perros a domicilio, todo depende de las necesidades de los dueños y del animal. Pueden encontrarlos en el número 442 451 87 01 o en la página de Facebook: Ace Mas.
Carlos insiste en que por más adiestramientos, ejercicios y prácticas que reciba un animal, si su dueño no coopera con él, el animal no será adiestrado nunca.
“Al inicio del adiestramiento, el éxito depende un 50% del animal y un 50% del dueño; sin embargo, con el paso del tiempo el éxito depende casi 80% del dueño porque las personas deben ser constantes con lo que le enseñamos a los perros. Si sólo lo hacen de vez en cuando, entonces no funcionará”, comparte el adiestrador.