Lentes oscuros, camiseta sin mangas, una patineta en la mano y en la otra una bocina, son el sello de Alejandro García, de 20 años de edad, quien dice dedicarse a cantar rap urbano en las calles de Querétaro, donde habla de los acontecimientos que afectan a la sociedad queretana, actividad que, señala, comenzó a hacer por necesidad familiar.
Alejandro se instala a un costado de la Fuente del Danzante, frente al Jardín Zenea. Enciende su bocina y comienza a cantar hip hop. No pasa mucho tiempo para lleguen tres inspectores del municipio de Querétaro, quienes no le dicen nada, pero con la mirada que “le echan” el joven entiende que debe moverse.
Apaga su bocina, sube a su patineta y cruza avenida Corregidora, atraviesa el Zenea, avanza en la calle de Hidalgo, llena de turistas que aún disfrutan de la semana de Pascua, pasa la calle de Allende y llega al Jardín Hidalgo, donde se sienta a platicar con dos mujeres jóvenes y un chico.
Llegado el momento, se lavanta y comienza a cantar. La letra de su canción habla de los tiempos del ex gobernador José Calzada, del deterioro de la seguridad en el estado y la baja popularidad del presidente municipal Marcos Aguilar Vega.
También dedica un par de estrofas al actual gobernador, Francisco Domínguez Servién.
“Me dedico a cantar, soy cantautor, hago un poco de rap urbano, ya tengo siete años haciendo este talento. Fue más que nada la necesidad. Hubo un problema hace siete años, tenía 13, mi papá sufrió un accidente, le dio parálisis y todo se nos vino para abajo. Yo me dedicaba a escribir esto y la verdad, la necesidad fue la que me trajo a las calles, a cantar en camiones y a ayudar a mi familia”, dice.
Apenas comienza a cantar, un grupo de personas se reúne a su alrededor a escuchar sus letras, algunos otros bailan al ritmo de la música. Alejandro improvisa las letras.
Le canta a la señora de vestido verde que se paró a verlo y que va acompañada de tres menores. Otras líneas las dedica al joven que baila animadamente y otras más al periódico EL UNIVERSAL.
Indica que la respuesta de la gente depende mucho de la edad, pues entre los chavos tiene buena acogida, mientras que hay personas de edad que “le hacen el feo”.
“Piensan que el rap sólo habla de groserías y vulgaridades. Lo que le vengo a demostrar al mundo es que no es cierto, se pueden hablar de diferentes cosas, tanto del gobierno, como de cosas de amor, desamor, crueldad, maldad, de la sociedad, de cualquier cosa les puedo cantar”, explica.
Apenas acaba la canción, el aplauso del público de Alejandro no se hace esperar. La mujer de vestido verde se acerca y lo felicita.
“Nosotros somos de Morelia, estamos de visita acá. Ya nos íbamos, pero te escuchamos cantar y nos llamó la atención, nos gustó mucho”, le dice la mujer de mediana edad y cabello pelirrojo.
Otro de los presentes no para de soltar adjetivos como “rifado”, “chido”, “canta de poca”, entre otros.
Alejandro confiesa que le gusta hablar en sus canciones del gobierno. “De hecho, tengo una canción que habla desde el secuestro de Joselyn, hasta lo que pasó en Francia, hasta lo que pasa en el estado de Querétaro, el gasolinazo”, precisa, además de criticar al gobierno federal.
Comenta que a los ambulantes no los dejan trabajar en Querétaro, pues supuestamente necesitan un permiso para laborar en la vía pública, lo que califica como corrupción de las autoridades municipales.
El joven juglar urbano, a petición de sus nuevos fans, interpreta otra canción, donde habla de problemas actuales de la sociedad queretana y de la baja popularidad de los funcionarios públicos. Atrás de él pasa un policía municipal que escucha lo que el muchacho canta, pero no hace nada, sólo lo observa a unos 10 metros.
Narra que los inspectores municipales le dicen que necesita un permiso, y agrega que apenas el domingo pasado arregló su bocina, pues uno de estos funcionarios municipales se la tiró, porque le dijeron que no podía estar cantando en Plaza de Armas. Apunta que fue la primera vez que sufre un incidente de este tipo.
Precisa que le gusta mucho cantar en las plazas del Centro Histórico, pero su favorita es Plaza de Armas, pues la gente lo recibe mejor en ese lugar que en otros sitios del primer cuadro capitalino.
Puntualiza que en los días pasados, cuando había muchos turistas en las calles queretanas, llegó a ganar hasta mil pesos en un día, cuando en promedio los ingresos “normales” llegan a ganar 200 pesos, iniciando a trabajar a 8:00 horas y le para a las 22:00 horas. A veces, añade, hay gente que le brinda de su comida, sino, tiene que solventar sus alimentos del día.
Precisa que por la misma situación económica de su familia no pudo continuar con sus estudios, quedándose hasta el tercer semestre de preparatoria, aunque enfatiza que le gustaría seguir con sus estudios en el futuro, para poder ser maestro de primaria.
“A veces habemos personas que la verdad no podemos, cuestiones económicas, hay que sacar para alimentar a la familia. En la casa somos cinco. Rentamos un cuartito y ahí vivimos tres hermanos y mis dos padres”, puntualiza.
Alejandro apaga su bocina, toma su patineta y se despide de los jóvenes con quienes charlaba. Toma la calle de 16 de Septiembre, con rumbo al Jardín Zenea, donde buscará un lugar para volver a cantar y ganarse unos pesos.