Marco Aurelio Hernández Santiago vendía ropa deportiva en la Alameda Hidalgo hasta hace un año, cuando los comerciantes fueron desalojados de ese lugar y se quedó sin un sustento para mantener a su hijo, Isaac Serrano Andrade, de 28 años, quien padece síndrome de Down.
El también corredor señala que toda su mercancía se hechó a perder, pues la dejaron a la intemperie y ahora debe pagar los créditos que adquiría para comprar sus productos, lo que aumenta sus problemas económicos.
El hombre, entre la desolación y la tristeza, señala que lleva seis meses pidiendo apoyo a la Secretaría de Gobierno del municipio capitalino, pero no ha recibido respuesta positiva por parte de las autoridades.
“Me traen vuelta y vuelta y no me resuelven nada. Es un apoyo económico porque se me hecho a perder mi ropa de la Alameda y a mi hijo no tengo con qué darle de comer. Trabajo con 50 mil pesos y aquí me prometieron un apoyo de 15 mil pesos”, indica.
Explica que le devolvieron su mercancía, pero toda la ropa estaba enmohecida, porque dejaron los carritos de los vendedores a la intemperie. Todo se perdió y a eso se suma la deuda con su proveedor, quien le va a cobrar a su casa; además, no tiene con qué pagar el crédito con el que trabajaba.
Dice que dependen de él su hijo con síndrome de Down y otro hijo de 17 años. No está casado: su ex esposa se mudó a Morelia, Michoacán, con sus tres hijas. Tiene 32 años de vender en el centro de la ciudad de Querétaro.
“Me fui a poner en la colonia Obrera, donde vivo. Me dijeron ‘póngase ahí’, pero llegaron y me quitaron mi mercancía, ya estaba vendiendo porque tengo que subsistir, pero llegaron y me quitaron. Acá pagaron la multa, pero no tengo dónde trabajar, como si fuera perseguido”, narra.
Subraya que no pertenece a ninguna organización de comerciantes, por eso se atrevió a pedir ayuda al municipio. Dice que no cuenta con nadie que los respalde, y pese a que tiene mercancía no lo dejan trabajar en ningún lado.
De aquí y de allá. Marco recuerda que cuando los desalojaron de la Alameda Hidalgo, hace ya casi un año, les dijeron que buscaran un lugar cercano a su delegación, por lo que buscó un lugar cercano a su domicilio donde ponerse, pero “hasta ahí fueron a retirarlo las autoridades”.
Marco precisa que toda la vida ha sido corredor y participa en todas las competencias que puede; cuenta que incluso se ganó un autómovil en una rifa que organizaron en una carrera. Confiesa que es su único patrimonio.
Explica que su hijo, a pesar de ser muy saludable, requiere de atención médica, pues tiene dos lesiones cerebrales, por lo que necesita atención especializada, además de que para trabajar en otros lados necesitaría llevarse a su hijo con él.
“Ahorita lo tuve que dejar solo para poder venir aquí a pedir el apoyo que no me dan”, confiesa.
El hombre de 60 años añade que sus tres hijas son menores de edad y viven con su mamá en Morelia, por lo que él debe de hacerse responsable de sus dos hijos más grandes.
Sobre su hijo, agrega que requiere de consultas médicas periódicas, por lo que debe buscar la forma de llevarlo al doctor, “aunque como goza de buena salud”, no tiene que recurrir mucho a estos servicios, aunque cuando se necesita es atención especializada.
“Cuando salgo a trabajar lo tengo que dejar solo. Creen que porque me saqué un auto en una rifa con eso ya puedo moverme a todos lados con mi hijo. Pero no es así. Él se come las manos, se come los pies. Es un problema, porque ahora que lo dejo solo se hace del baño y se come los pies. Se enferma del estómago, pero ya sé qué darle. Pero tengo que llegar a limpiar paredes, lavar todo yo, entonces no me queda tiempo para trabajar”, acota.
Añade que durante todo este año no le pidió nada a nadie, “hasta que lo fueron a quitar de donde estaba vendiendo en la colonia Obrera”, y para él, que toda la vida ha sido comerciante, “es muy complicado subsistir”.
Necesidad. Agrega que tiene familiares, pero no le ayudan en el cuidado de Isaac para que se salga a trabajar.
“Tengo familia en Chiapas, y cuando tengo que salir lo tengo que dejar en la casa hogar (San Pablo). Una vez lo dejé ahí y me fui una semana, regreso y me lo entregan”, precisa.
Dice que en la casa hogar, la última vez que lo dejó ahí por necesidad, le cobraron 500 pesos por una semana, pero lo tienen en una zona aislada, donde está separado del resto de los menores, tanto por ser adulto, como para que no lo molesten los otros niños.
“Soy una persona de 60 años. Ya no me dan trabajo tan fácil, sino ya hubiera buscado una forma de sobrevivir. En la casa hogar me dicen que si yo trabajo me cuidan a mi hijo, pero probé y era muy difícil regresar por el niño y era mucha vuelta, por lo que mejor seguí de comerciante. Tengo muchas fuerzas para trabajar, aunque no sea en el centro. Tengo mi licencia municipal, de la Alameda, y dicen que no tengo licencia para trabajar”, subraya, mientras saca de un morral varios papeles arrugados, y una foto de Isaac.