Circulación lenta, carreras, niños semidormidos y otros más emocionados, se observaron en Querétaro ante el regreso a clases de los estudiantes de educación básica, que iniciaron el ciclo escolar 2017-2018 en los diferentes planteles educativos.
Mamás corriendo, llevando a rastras a sus hijos, quienes aún con sueño caminaban arrastrando los pies dirigiéndose a los planteles educativos, en donde maestras y maestros con una sonrisa recibían a los niños en la entrada de la escuela. Era diferente el caso de los niños de primer año, iniciando una nueva aventura en su vida educativa, aunque para algunos, empezaban el año escolar con llanto y aferrándose a sus madres.
Atrás quedaron los días de vacaciones, cursos de verano, o mañanas en las casas de las abuelas, para los padres; las colas en las papelerías, búsquedas de: libretas, libros, plumas, juegos de colores o de geometría, de buscar el lugar para bordar el nombre del dueño del uniforme, la compra de zapatos y las prisas para forrar libros y cuadernos.
La circulación por las calles y avenidas de la capital fue lenta, pesada, con papás y mamás que a toda prisa querían rebasando a el conductor del otro automóvil, “echando lámina”, tocando el claxon, profiriendo una letanía de insultos y maldiciones por la tardanza del primer día y los demás vehículos continúan su trayecto de manera norma, siendo un obstáculo para los padres que a cada momento observan el reloj.
Las filas en algunas escuelas parecían no avanzar. Los padres dejaban a sus hijos desde el interior de su automóvil. Sólo abrían la puerta y los niños con la mochila en la espalda, bajaban corriendo alargando una mano en modo de despedirse.
En muchas otras escuelas, las madres pasaban a dejar a los niños personalmente, para escuchar a las maestras dar la bienvenida y atender sus instrucciones.
La mañana transcurrió y pasado el mediodía la escena se repitió, tanto el jardines de niños como en primarias. Las filas de padres afuera de los planteles educativos, esperando la salida de sus pequeños, mientras poco a poco los maestros abandonaban las instalaciones.
En los jardines de niños la salida es al mediodía. Afuera de estos planteles mamá o papá esperan el momento en el que los llamen para recoger a sus hijos y hacer la pregunta obligada: ¿Cómo te fue?
Dulce Hernández, madre de Daniel, que asiste a la escuela ubicada en la calle de Hidalgo, en el primer cuadro de la capital. Van acompañados de la abuela de Daniel. Juntos caminan un par de calles hasta el jardín Guerrero, donde el padre de Daniel, pasará por ellos.
Para Daniel Fue el primer día en la primaria. Dulce, su madre, explica que escogieron por la calidad educativa que brindan. Señala que por la mañana todo transcurrió con normalidad, sólo con pocos nervios de Daniel, ante la nueva aventura, “pero ahorita que salió ya se ubicó bien”, mencionó. Daniel dice que no pudo dormir la noche previa al inicio escolar, por los nervios de iniciar una nueva etapa escolar
Para la madre de Daniel lo que se hayan gastado en útiles y uniformes no es nada, pues ella y su marido buscan brindar la mejor educación a su único hijo, “Lo que gastemos es nada por el bienestar de los niños”, dijo.
En tanto, el pequeño Daniel menciona que le gustaría ser contador, pues sus padres son contadores independientes, por lo que son sus propios jefes y pueden disponer del tiempo necesario para pasar a la salida por Daniel, algo que se complica a las madres y padres que tienen un empleo, deben pedir permiso para salir y regresar a sus trabajos.
Graciela Gutiérrez madre de Camila y Fernanda, explica que en la mañana el tráfico para llegar a la escuela estuvo “pesadito”. Levantar a sus hijas para ir a la escuela no fue problema, pues desde una semana antes ya estaban listas y mentalizadas a que deberían de estar a tiempo para salir con anticipación de su hogar.
De la misma manera, dice, estuvieron “pesaditos” los gastos de útiles y uniformes, pues en su caso son dos chicas las que tienen que entrar a clases en este ciclo escolar. Para ella, la cercanía de la escuela con su trabajo es esencial, pues trabaja en el centro de la capital, y necesitaba una institución cercana para poder recoger a sus hijas a mediodía.
En otra escuela, ubicada muy cerca del tradicional mercado Hidalgo, las camionetas de transporte escolar esperan a los chicos para llevarlos a sus domicilios u oficinas de los padres. Los choferes esperan bajo el rayo de sol o dentro de sus unidades leyendo el periódico o revisando sus redes sociales en el teléfono celular.
Por la mañana y a mediodía la presencia policiaca fue notoria en el perímetro, para coordinar la circulación y evitar que los padres hagan doble fila.
La rutina de este lunes se repetirá hasta julio de 2018, con sus respectivos intervalos de vacaciones: padres estresados al volante, niños somnolientos en los asientos de atrás o desayunando en el camino, madres de cabello recogido en un chongo, ante la apuración por salir, y muchas horas de aprendizaje de los pequeños, quienes tendrán algún día en sus manos el destino del estado.