Un edificio colapsó en la calle Coquimbo en Lindavista, se necesita apoyo. El reporte se escucha en el radio de las corporaciones de emergencias en la Ciudad de México. A unas cuantas cuadras del lugar están los rescatistas de ATE y Halcones, ambos provenientes del estado de Querétaro; llegaron desde el miércoles a apoyar en la emergencia del terremoto y desde entonces no han parado. Con el reporte del derrumbe, notan que es momento de volver a la actividades.
En dos ambulancias, seis integrantes de las corporaciones se apresuran para llegar al lugar del derrumbe, pues se habla de tres personas atrapadas en el interior y se desconocen las condiciones en las que se encuentran. En estas circunstancias el tiempo es crucial, cada segundo es vital.
Los operadores prenden las torretas y comienzan el camino, aunque zigzaguean entre algunos vehículos. La mayoría abre paso con rapidez y permite el paso acelerado de las unidades que no dejan de avanzar con rapidez.
Minutos después logran llegar a la zona del derrumbe donde ya están las demás corporaciones de seguridad que han asumido el mando de las actividades, una zona que tiene varios edificios en malas condiciones y el pronóstico de los colapsos se va cumpliendo. conforme pasan las horas.
Manuel Gutiérrez es uno de los rescatistas más jóvenes de los Halcones de Tequisquiapan, de hecho la corporación es de reciente creación en aquel municipio de Querétaro. Manuel es Técnico en Urgencias Médicas y los servicios que ha brindado desde el pasado miércoles son sus primeros de gran magnitud, pues a sus 20 años de edad, su labor se enfoca en atender los accidentes que ocurren en su localidad y apoyar en zonas cercanas, pero nunca había estado en un sismo de tal magnitud.
En los últimos días ha estado en múltiples lugares apoyando en las labores complementarias a los rescates, las cuales son necesarias para permitir el trabajo de quienes están dentro de los edificios tratando de rescatar a las personas atrapadas. Aunque su intención y deseo eran participar en esas actividades, entendió que necesita ampliar sus conocimientos y habilidades para poder hacerlo, por ello estuvo activo en las labores de calle en distintos puntos de la ciudad; al hacer un recuento es difícil precisar en cuántos lugares ha estado.
Las jornadas han sido extenuantes, han sido poco horas de sueño y muchas de trabajo. Muchas horas de estar al pendiente, de estar preparados y a veces sólo esperar, pues la llegada de cuerpos de emergencia de todo el país ha hecho que la ayuda sobre, aunque hay algunos rescatistas de otras agrupaciones que han dicho que el Ejército y la Marina han buscado acaparar las actividades. La realidad es que el apoyo se necesita, todavía.
Manuel llegó al lugar del derrumbe junto con compañeros de Asistencia Total en Emergencias (ATE), de San Juan del Río también en Querétaro. Muy cerca de Manuel ha estado Irvin Juárez, director de la corporación y rescatista desde hace varios años. Irvin fue uno de los principales impulsores para que Halcones y ATE hayan llegado a la Ciudad de México a pocas horas del sismo de 7.1 grados Richter, del martes pasado.
Uno de los factores que les ha permitido continuar en la capital del país es que ellos forman parte de organizaciones independientes, las cuales se coordinan con las corporaciones locales y no dependen directamente de la autoridad federal; contrario a ellos, Bomberos Voluntarios de varias entidades del país, así como elementos de Cruz Roja regresaron desde el miércoles a sus ciudades, por indicaciones de Protección Civil.
Las condiciones de Halcones y ATE son precarias, han batallado para conseguir el equipamiento y el material que requieren para sus actividades; consideran una fortuna que hoy por la tarde un conocido de ellos que vive en la Ciudad de México les haya dado un donativo para combustible, pues con ese apoyo pudieron llegar hasta Lindavista, una de las colonias con algunas de las emergencias más graves.
Una vez que llegaron al llamado en la calle Coquimbo se pusieron a disposición del comando de incidentes, la situación era de alto riesgo y los grupos especializados como Topos Azteca analizaban la manera de poder ingresar, y revisaban las posibilidades de comenzar el trabajo.
La escena era muy parecida a todas en las que han estado en los últimos días: preocupación de los vecinos y familiares de la gente atrapada, tareas específicas asignada a cada grupo, acordonamientos amplios y muchos voluntarios brindando alimento y agua a los rescatistas que llegan a los servicios.
Para estos rescatistas queretanos su tarea volvería a comenzar muy cerca de las 7 de la noche del jueves, tendrían que esperar a que los Topos y las otras corporaciones logren ubicar a las personas atrapadas y puedan sacarlas de los escobros, sin embargo, las condiciones climatológicas y estructurales complican las labores. Por lo mientras, ellos confían en que lograrán rescatar a más personas. En la clasificación de las instancias de emergencia, el color rojo significa que hay vida aunque con gravedad de las lesiones, por ello estos jóvenes tienen la esperanza de que puedan cumplir con su objetivo que es colaborar con sus conocimientos para salvar vidas.
Al reflexionar sobre las vivencias que han acumulado en estos últimos días, Manuel e Irvin coinciden en que no existe emergencia pequeña, y por lo cual es que pretenden seguir fortaleciendo sus conocimientos; el anhelo es poder participar en tareas con mayor grado de dificultad y colaborar en la salvación de vidas. Al preguntarles si esta labor los ha hecho menos emocionales, los dos sonríen y refieren que el lado sensible de cada persona genera esa empatía en la tristeza y los impulsa en los momentos de dificultad.
Y sí, tal vez si no existiera esa sensibilidad no estarían a 200 kilómetros de su ciudad natal, en espera de ser útiles para realizar cualquier labor en este momento histórico donde la solidaridad ciudadana ha eclipsado la tristeza y consternación por la tragedia, para demostrar, una vez más, 32 años después, la gran fortaleza de México, nuestro país.