Rosa, mujer de pelo castaño y lleno de canas, dice: “Ya no le tengo miedo al diablo” mientras acerca sus manos al fuego de la parrilla sobre la que calienta gorditas de maíz quebrado.
Ella nació y tiene a su familia en el Estado de México, pero desde hace dos años vive en San Juan del Río, porque un pariente le ofreció trabajo en esta fonda de la colonia Granjas Banthi, la cual le queda cerca de la iglesia que ha venido frecuentando y que promueve con entusiasmo: Vida Victoriosa.
“Yo sí lo saqué de mi casa (al diablo), y sin desgreñarme ni nada. Se fue solito, ¿sabe? Satanás tiene muchas formas y yo lo tenía, clavado como garrapata dentro de estas várices, como una vez nos dijo el reverendo José Padilla, un señor maravilloso. Antes me dolían bien harto mis piernas, pero ya casi no y puedo trabajar; al pasito, pero ahí voy. Véngase un domingo, le va a gustar”.
“Tocaréis alarma con las trompetas y seréis recordados por Jehová…”, se lee en uno de los volantes que Vida Victoriosa distribuye activamente en este municipio. En otro de sus papeles, la agrupación religiosa invita a los sanjuanenses a una “gran cruzada de milagros”, destacando una historia casi periodística:
“El caso del niño Daniel (testifica su papá): A mi hijo lo iban a operar, porque nació sin la oreja y el oído izquierdo. Lo traje a una campaña de milagros, con el reverendo José Padilla, y cuando hizo la oración de fe por él, comenzó a sentir movimientos en su lado izquierdo, y cuando terminó su oración de fe, ya se le había formado su oreja y podía escuchar muy bien…”
La iglesia a cargo del reverendo Padilla se publicita como Agrupación Religiosa y aunque no difunde su registro ante la Segob, este diario pudo localizar su número (SGAR 1021), con sede en Guadalupe, Nuevo León.