Nuestras Historias

Banderas históricas, orgullo queretano

Dos estuvieron presentes en el campo de batalla, aún llevan las manchas de sangre de sus defensores; hoy reposan heroicas

La bandera que reposa en el Museo Regional fue creada en 1836 y participó en la Batalla del Castillo de Chapultepec en 1847. Foto: CÉSAR GÓMEZ
24/02/2018 |03:44
Domingo Valdez
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Las dos únicas banderas queretanas que se conservan originales en la entidad han participado en dos de los hechos históricos más importantes de la historia de México: una, expuesta en el salón del pleno en el Congreso del estado, ondeó en el campo de batalla donde sucumbió el ejército francés, en Puebla. La otra, lo hizo en tierras texanas durante la intervención estadounidense en 1847, y está expuesta en el Museo Regional, en el centro histórico de la capital queretana.

Confeccionada de seda

La bandera que se exhibe en el Museo Regional, dice Eduardo Rabell Urbiola, historiador experto en el escudo y bandera nacional, quien además prepara un libro sobre el tema, es la del Primer Batallón Móvil de Querétaro, que tuvo participación en la intervención estadounidense. Fue creada en 1836 y desapareció en la Batalla del Castillo de Chapultepec, en septiembre de 1847.

En tanto, David Saavedra Vega, bibliotecario del Museo Regional de Querétaro, señala que esta bandera se rescató y se entregó al museo. De acuerdo a los registros, se dice que está confeccionada en hilo de seda.

“Cuando Antonio López de Santa Anna se metió en esos problemas para ir a rescatar lo que era Tejas, se formó un ejército en Querétaro. Paralelo al ejército que se forma, damas queretanas tejieron esa bandera en hilo de seda. Para muchos es un triste recuerdo, porque el final perdió Tejas y no sólo ese terreno, pero la grandeza de este lábaro patrio fue ondear en el norte de México, y es así que se tiene como una de las joyas principales del museo. Esta bandera forma parte de nuestro acervo como algo especial”, indica.

Ello, continúa, por ser una auténtica bandera queretana hecha por mujeres queretanas, y por haber participado “en una guerra que no se debió dar”, pero que al final marcó la historia del país y que regresó al estado, pues en las luchas que se han tenido se han perdido muchas banderas, las cuales permanecen hasta la fecha en manos de los países que invadieron la nación.

“Afortunadamente esta la tenemos en un museo, donde la gente la puede ver, la puede gozar, pese a su triste historia”, indica Saavedra Vega, quien precisa que la bandera sólo ha recibido limpieza como parte de su conservación, aunque por el paso de los años los colores se opacaron, pues probablemente estuvo mucho tiempo expuesta a los elementos de la naturaleza.

Esta bandera, agrega, estuvo presente en las batallas de Palo Alto, en mayo de 1846, en lo que es actualmente la ciudad de Brownsville, Texas; de La Angostura, cerca de la ciudad de Saltillo, Coahuila, en febrero de 1847, y de Churubusco, en la periferia de la Ciudad de México, en agosto de 1847.

Precisa que ambas banderas, la que está en el Congreso y la que está en el Museo Regional, son importantes, pero para los queretanos y quienes han llegado al estado, la del Batallón Móvil de Querétaro es muy importante, “en primer lugar porque el ejército es queretano, la bandera está hecha en Querétaro, ondeó en tierras mexicanas y que, aunque desafortunadamente se pierde, regresó al estado.

“Son episodios diferentes. La Batalla de Puebla o del 5 de Mayo, con Ignacio Zaragoza, el haber ondeado donde cae el ejército más poderoso del mundo, que era el francés, que nunca pensó que un ejército con todas sus limitaciones como el mexicano les fuera a ganar. Son ambas, en su momento, importantes”.

Rabell Urbiola explica que la bandera que se encuentra en el Congreso local, perteneció al Primer Batallón de Infantería Permanente Ligeros de Querétaro. Este lábaro se encuentra en una urna, donde ahora puede apreciarse.

La misma, dice el historiador, ondeó en Puebla, durante la batalla del 5 de mayo de 1862, y un año después fue escondida y sepultada para que no fuera tomada, como muchas otras que se incineraban para evitar la captura. Años después se recuperó y regresó a territorio queretano en 1869, logrando así traerla para destruirla con el propósito de evitar que la mancillara el enemigo. La práctica de quemar las banderas era normal en tiempos de guerra y se hacía para que el lábaro patrio no cayera en manos del invasor o el enemigo.

Réplica para conservar la original

Francisco Dufóo Mendoza, supervisor de Logística del Poder Legislativo y encargado del resguardo de histórica bandera, explica que se utilizaba con anterioridad para la ceremonia del Grito de Independencia cada 15 de septiembre. La última vez que se usó fue en el quinto año de la administración del entonces gobernador Enrique Burgos, en 1996. Para el último año, se usó una réplica la cual se utiliza hasta la fecha.

La bandera original, dice, ya no se usa porque se está deteriorando con el paso de los años, además de que también está hecha de seda. La recomendación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es que se mantenga tapada en una urna y extendida. Las condiciones de temperatura no son tan importantes como las de luz, pues no puede recibirla de manera directa.

La última restauración que se hizo fue hace seis años, aproximadamente, por parte de la Secretaría de Gobernación, dando las especificaciones para su cuidado. Antes, un grupo de mujeres hizo lo propio.

En esta bandera se pueden apreciar algunas manchas, unas son de tierra, pero otras son de sangre de los soldados que defendieron a la patria del invasor francés. También hay algunas manchas rojas, pero son de la tela roja sobre la blanca, pues se cree que estuvo doblada.

De acuerdo a la reseña histórica que habla de la bandera, dos soldados queretanos, Eulogio Marroquín y Rómulo Bautista, murieron defendiéndola.

Antes, los queretanos con su bandera lucharon contra el ejército francés en Cumbres de Acultzingo, donde los combatientes mexicanos abatieron a 500 soldados franceses, previo a la Batalla de Puebla.

“Los queretanos han sido los primeros que han probado al mundo que esos soldados de Francia, valientes sí, no son empero invencibles y que los laureles de Crimea e Italia se han marchitado en nuestro suelo republicano.

“La defensa de las Cumbres [de Acultzingo] fue el preludio del glorioso 5 de mayo, en cuyo día, los hijos de Querétaro estaban también entre los defensores de los cerros de Puebla”, dijo en su proclama el general José María Arteaga a sus combatientes de regreso de Acultzingo, de acuerdo a la reseña que se lee en el Congreso.