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El albergue Ramón Rodríguez, a un costado del Hospital General, luce distinto a otros días. El movimiento de jóvenes con chalecos del Club Rotario es constante, supervisan que a los menores que recién salen de cirugía no les falte nada y estén cómodos.
Algunos de los pacientes vienen de lugares como Puebla y el Estado de México, otros de Querétaro y su semidesierto, pero todos con el único objetivo de mejorar su calidad de vida en la Segunda Jornada Quirúrgica de Malformaciones 2018, realizada en conjunto por Grupo Mercy, Club Rotario y autoridades estatales y municipales.
Apoyo completo a jóvenes.
José Armando Amado Galicia, de 16 años, viajó junto con su padres y su hermano desde Tehuacán, Puebla, para ser operado de estrabismo en el ojo derecho. Tiene unas horas que salió de cirugía. Conserva aún los lentes oscuros y la gasa en el ojo recién operado, para evitar que la luz solar lastime sus ojos.
El lugar donde está en el albergue es ocupado por otra media docena de adolescentes y niños operados por la misma causa. Las ventanas tienen las cortinas abajo.
En penumbra José Armando, acompañado de su padre, dice que su madre se enteró de que existían este tipo de campañas. En Tehuacán los orientó un doctor, tras lo cual los organizaron para estar el domingo en tarde en Querétaro, para ver si era candidato a cirugía, mediante una evaluación, y lo fue.
El joven platica con soltura. Narra que luego de la valoración y ser candidato la operación le dijeron que debía permanecer en ayuno por más de 12 horas, para ser intervenido el martes por la mañana de esta patología que no le permitía ver bien con su ojo derecho.
Joel Amado, padre de José Armando, explica que sus dos hijos padecen estrabismo. Su otro hijo, de cinco años, también fue operado por la misma causa. Señala que han sido bien atendidos, al tiempo que expresa su gratitud al Grupo Mercy, el Club Rotario y a las autoridades de Salud y del DIF del estado de Querétaro por las atenciones que han recibido, pues todo, desde el transporte hasta la alimentación, han corrido por parte de estos organismos e instituciones.
Joel, pintor de casas de oficio, indica que para él hubiera sido muy oneroso pagar las operaciones para cada uno de sus hijos. Él es el único sustento de su casa. Su esposa no puede trabajar, ya que tiene que cuidar a los niños.
Superación de obstáculos. José Armando dice que “mañana va a ser mejor que como era antes. Me daba pena mirar a la gente a los ojos. Estaba viendo siempre hacia otro lado. Cuando hablas con alguien, con un compañero, por pena o por la poca madurez que tienen los compañeros y la poca madurez que tengo no me gustaba mirar a la gente a los ojos”. Ahora lo podrá hacer.
En la cama contigua, Erica Ramírez Núñez cuida a su hijo Emiliano Piña Ramírez, también operado de estrabismo en ambos ojos. El chico, de 16 años, aún no termina de salir de la anestesia. Tiene los ojos cubiertos y apenas si se mueve cuando escucha hablar a su madre, aunque levanta un pulgar en señal de aprobación y de que poco a poco regresa a la conciencia.
Erica explica que supo de esta jornada de cirugías gracias a un amiga, cuyo hijo fue operado de estrabismo hace un año, por lo que estuvieron al pendiente de las fechas de la jornada y cuando supo de su realización, inmediatamente acudió a inscribirse.
Alivio para las familias. Por el costo de la cirugía, estas jornada altruistas son un alivio para ella y su hijo. No tuvieron que esperar mucho tiempo, apenas un mes, para que Emiliano pudiera ser operado.
Para su vida cotidiana el estrabismo no representaba muchos problemas para Emiliano, explica Erica.
“El problema se fue dando porque los chicos de hoy en día son un poco crueles, y es ahí donde se veía afectado, pues más de un niño en una ocasión lo ofendió, lo hizo sentir mal. Incluso en alguna ocasión me percaté de unos mensajes en donde lo hacían sentir mal.
“Por eso comencé a moverme para hacer la cirugía, toda vez que no se podía hacer de pequeño, que tenía que esperar hasta cierta edad, a que madure el ojo”, abunda.
Emiliano Piña, gran aficionado al futbol, se mueve un poco más en la cama donde se recupera. Para su madre es importante que esté bien en todos los aspectos, para que pueda desarrollarse con normalidad y juegue futbol en el futuro.
Participa un equipo de 61 especialistas en salud. Otra área del albergue está destinada a los pacientes de cirugía plástica. El lugar luce más iluminado. En una cama está Flavia Jiménez, cuida a su hijo Eduardo Yoali Estrada, de apenas tres años. Al menor lo sometieron a una cirugía para colocarle los testículos en el escroto, una condición peligrosa.
El menor come una gelatina de limón con unas galletas. Apenas unas horas antes se sometió a la operación y se encuentra “como si nada”. Termina su gelatina y pide leche. Su madre se la da y en poco tiempo el pequeño Eduardo ya ha terminado su comida.
Flavia y Eduardo se desplazaron desde el municipio de Peñamiller para la atención médica del menor, pues la operación era necesaria para el bienestar del pequeño, cirugía que se tenía que hacer después de los tres años.
Explica que la buscaron del Centro de Salud, donde personal del DIF le dijo que se realizaría la jornada de cirugías, y que Eduardo estaba en la lista de candidatos a beneficiarse, por lo que tras pensarlo un poco decidió acudir.
Le ayudaron para el traslado, por lo que no tuvo que pagar nada para viajar a Querétaro.
Eduardo se mueve mucho, como todo niño de tres años. Su madre le pide que se esté quieto, pero no hace caso. Quiere seguir jugando, hasta que un poco cansado se acurruca junto a la almohada para dormir un poco, sin dejar el carrito de juguete que sostiene en la mano.
En otro costado está Elvia Mateo García. Cuida a José Armando, quien fue operado de labio leporino. Los doctores le dijeron que le hace falta una operación más para la nariz, pero la cirugía de ayer fue un éxito para Elvia, quien no dejó pasar la oportunidad.
Dice estar feliz por esta cirugía que le realizaron a José Armando, para que pueda tener una vida normal. Elvia Mateo se trasladó desde Los Reyes La Paz, Estado de México, aunque es originaria de Oaxaca, de Pinotepa Nacional.
En Querétaro encontraron el alivio y la ayuda que brindan los 61 médicos y enfermeras que se trasladaron de San Diego, California, por parte del Grupo Mercy, y que se apoyaron con personal médico del Hospital General de Querétaro, para un trabajo conjunto de poco más de 100 personas.