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Don Juan Sánchez Valdez, habitante y oriundo de Santa María Magdalena, recorre las calles de su comunidad que lucen llenas de charcos y lodo. Los costales de arena, que llevó personal de Protección Civil municipal a las 6:00 horas, se apilan alrededor de las puertas, pero no evitaron que el agua ingresara a las viviendas durante la madrugada del martes.
Juan vive en la calle Adolfo López Mateos, pero el hombre dice que la calle División del Norte fue la más afectada por la inundación causada por la crecida del río Querétaro y el desbordamiento del dren El Arenal, que no aguantó la cantidad de agua por las lluvias de la noche del lunes y madrugada del martes.
El sol comienza a calentar y hace que la humedad se vuelva insoportable. Las cuadrillas de trabajadores del municipio trabajan para limpiar las calles y viviendas afectadas. Son una decena de casas que, por dos frentes, tuvieron que soportar el embate de las aguas, pues las viviendas de División del Norte tienen a sus espaldas un dren, El Arenal, y de frente otro cauce. Viven rodeados por las aguas.
Cientos de trabajadores limpian las calles y sacan el agua de los domicilios, donde las familias narran que la situación en constante y que de manera frecuente se registran estas inundaciones.
Juan explica que llovió prácticamente toda la noche y el agua que se juntó en la ciudad de Querétaro llegó posteriormente hasta Santa María Magdalena, “como viene toda el agua de la ciudad, aquí llegó poco antes de las cinco de la mañana.
Apunta que las inundaciones en la zona son menos frecuentes que antes, pues construyeron un puente. Señala que del otro lado de las vías estuvo más difícil la situación, pues los muros están más abajo, y la entrada del agua es mayor.
Por otro lado, Diana Laura Jiménez, joven mujer residente de la calle López Mateos, comenta que estuvo lloviendo en la noche y el agua del río se empezó a salir, inundando primero la calle y luego invadiendo las casas.
“Estaba dormida y me despertaron, porque el agua se empezó a meter a mi cuarto. Las autoridades arreglaron el puente para que ya no se inundara, pero el agua todavía se sigue metiendo a las casas”, explica a este reportero.
El agua, dice, alcanzó unos 30 centímetros, que por fortuna para ella, no registró pérdidas en sus pertenencias.
Las mayores afectaciones, del otro lado del puente. Don Juan refuerza los comentarios de Diana Laura, en el sentido de que las peores afectaciones fueron del otro lado de las vías del tren. Diana agrega que en la madrugada llegaron los militares y sacaron agua, pero que no estuvieron mucho tiempo.
Quien estuvo por la madrugada en la zona fue el presidente municipal, Marcos Aguilar Vega, quien fue alertado de las afectaciones en el lugar y visitó el sitio de las inundaciones muy temprano.
Juan camina por las calles. Se encuentra con un amigo, Francisco Hernández, vecino de la calle de Brasil, quien indica que el agua entró a su casa, aunque sin mayores afectaciones, pues tiene una barda interna que evita que el líquido ingrese. Dice que cada vez que se desborda y lleva mucha agua el río se sale de su madre.
Caminar por las calles es complicado. Los empedrados se vuelven resbalosos y cuando se llega a la zona donde sólo hay tierra pasar es más un decisión arriesgada. La tierra se convierte en lodo que adquiere una consistencia pastosa y sumamente resbalosa, que se pega a los zapatos y hace más difícil caminar.
Se cruzan las vías y se ve un docena de camiones del municipio de Querétaro y un buen número de trabajadores, quienes con escobas, cubetas y mangueras se dedicaron a limpiar la calle División del Norte y sus viviendas.
Algunos vecinos sólo observan cómo los trabajadores van y vienen por la calle. Una de las empleadas del municipio resbala con el lodo y se lastima un pie, por lo que es sacada en brazos por dos de sus compañeros.
Juan camina con habilidad entre el lodo. Sube sus pantalones para no ensuciarlos y avanza al final del empedrado de la calle, donde la tierra, ahora convertida en lodo, hace difícil el paso a quienes no están acostumbrados a esos terrenos.
Llega a un costado del dren, donde un tubo presenta una fuga de agua. “Este muro es muy bajo, por aquí salió el agua a las casas. Debieron de subirlo como allá”, dice mientras señala a menos de 10 metros los muros más altos de ese cuerpo de agua. Los muros del dren, a donde Juan está de pie están al mismo nivel de la calle, por lo que una crecida inunda las calles vecinas.
En la calle División del Norte Ana Luisa Hernández termina de limpiar el frente de su domicilio. Ella explica que se salió el agua del río mientras que de la coladera del baño también brotaban aguas negras.
Señala que aún no sabe si tendrá afectaciones en su casa, pues lo que alcanzó a mojarse fue su refrigerador y la lavadora, al tiempo que precisa que no han dormido nada, ya que se dieron cuenta de la contingencia a las 02:00 horas del martes, y tuvieron que empezaron a rescatar sus cosas, principalmente la ropa de sus cinco nietos. En casa de Ana Luisa viven sus padres y sus hijos, además de sus nietos.
Reconoce que los trabajadores del municipio les ayudaron a limpiar su domicilio y la calle, además de regalarles cubetas, cloro y escobas para limpiar el lodo que dejó el agua.
En los muros de las casas se aprecia la altura que alcanzó la inundación. La huella de humedad alcanza los 30 centímetros. Muchas de las viviendas del lugar cuentan con bardas en las puertas, para evitar que las aguas negras ingresen y contaminen todo el lugar, además de ser una muestra de lo constante que son las inundaciones en esta colonia.
Poco a poco los empleados del municipio se retiran luego de limpiar la zona y dejar costales de arena a los vecinos de División del Norte. Mientras, personal de Salud reparte en cada domicilio plata coloidal, sobres de Vida Suero Oral, y pastillas de cloro, además de explicar que si comienzan a sentir ardor en los ojos, comezón y sarpullido en la piel, deben acudir al médico, pues en zonas como ésta, donde se desbordan aguas negras es común que estas infecciones se presenten