El 4 de enero la jornada laboral de Alejandro Ávila, en una tienda de autoservicio en Bernardo Quintana, transcurría de manera normal, hasta que uno de los empleados operó un montacargas a una velocidad no permitida. Como subgerente de Recibo, se acercó para llamarle la atención al trabajador, pero por el ruido no escuchó a un segundo montacargas que lo arrolló. Si bien no tuvo lesiones de consideración, en los siguientes días experimentó dolores, y pese a que su superior le dijo que no acudiera al IMSS, decidió visitar al doctor, tras lo cual fue despedido.
Dice que acudió al médico donde le dieron incapacidad, pero cuando la llevó a su empresa, no se la recibieron, pues estaba despedido.
En la empresa donde trabajaba, consultada por este medio, se limitaron a decir que el despido fue por otra razón, pero no explicaron cuál “por motivos de confidencialidad”.
Alejandro camina lento. Sus movimientos son pausados, con calma. A pesar de que ya pasaron casi dos meses desde el percance, su cuerpo aún lo reciente. “Era subgerente de Recibo en la tienda de autoservicio Sam’s Club de Bernardo Quintana. Hay ciertos protocolos cuando se está manejando maquinaria pesada, como es este caso de los montacargas. Todos los montacarguistas, por procedimiento, tienen que hacer alto total en las intersecciones y tocar el claxon, precisamente, para evitar este todo tipo de accidentes.
Primero entra un montacargas, pero entra al revés, y mi instrucción en ese momento era llamarle la atención, al primer operario por entrar al revés. Pero el ruido que hace el montacargas de adelante opaca al de atrás. Por procedimiento tienen que circular a máximo 10 kilómetros por hora y hacer alto total en las intersecciones. Esta persona venía a 20 kilómetros. Cuando volteo ya lo tengo encima”, narra Alejandro Ávila.
Tras recibir el golpe, recuerda, sale proyectado y cae sobre unas tarimas. Su primera reacción fue revisar que no tuviera ninguna fractura o lesión expuesta, revisar que no tuviera una lesión grave, pero las tarimas amortiguaron el golpe; sin embargo, presentó dolor en un hombro y una rodilla.
Indica que el percance se lo notifica de inmediato a sus superiores y al personal de Protección de Activos, pues es un protocolo que se tiene que realizar en caso de un percance al interior de las instalaciones.
“Cuando le informó al gerente y al subdirector, como físicamente no me pasó nada, no se me rompió un pie, no se me abrió la cabeza, no tenía una fractura expuesta, me dijeron que tenían que hacer la investigación, para saber cómo estuvo el accidente, pero que por lo pronto me siguiera presentando a trabajar”, explica, pero sus superiores le comentaron que en caso de sentir malestar a raíz del percance acudiera al Seguro Social.
A los dos días del percance, dice, el dolor en su hombro era severo, por lo que determinó acudir al IMSS, pese a que sus superiores trataron de disuadirlo, alegando que aún la investigación del incidente no terminaba. Sin embargo, acudió a consulta médica, pues el malestar que presentaba era importante.
Indica que la reacción de sus superiores, cuando les dijo que acudiría al médico, fue una amenaza, pues le advirtieron que si iba a consulta lo correrían, cuando lo que quería saber era si tenía una lesión interna que comprometiera su salud e integridad, pensando en su dos hijos y su esposa.
En el IMSS diagnosticaron que tenía un par de contusiones fuertes en un hombro y una rodilla, le mandaron hacer unos estudios y le dieron su incapacidad, que fue de cinco días a partir del día de la consulta.
“Cuando regreso (el 9 enero) a entregar mi formato de riesgos de trabajo y mi incapacidad a recursos humanos, me indican que ya no puedo entrar a trabajar porque ya estoy dado de baja y no me pueden recibir ningún documento. Me solicitan mi gafete, las llaves que tenía de la empresa. Me solicitan todo y ya no me dejan entrar, y no me reciben mi formato y mi incapacidad”, comenta.
Dice que este actuar por parte de la empresa es para no tener que pagar la prima de riesgo, además de que los multan pues deben de contar con planes de acción ante esos percances laborales.
Ante ello, narra, regresó al IMSS para decirles que no le habían querido aceptar sus documentos. En el instituto pudo corroborar que el 8 de enero lo habían dado de baja, por lo que solicitó al IMSS, de acuerdo al artículo 26 de la Ley del Seguro Social, que no se estableciera la baja, porque había un riesgo pendiente, además de elaborar un escrito a Auditoría para el patrón, a fin de que no procediera su baja, pues tenía una incapacidad y un riesgo pendiente. Con estas medidas, añade, logró revocar su baja de la empresa.
En el aspecto legal pese a existir una denuncia formal, no ha comenzado el proceso, pues de tres citas que tenía con los abogados de su empresa, ninguno llegó.
Por su parte, Gabriela Buenrostro, del Área de Comunicación Corporativa de Walmart de México, explica que el caso no es como lo señala Alejandro, aunque no revela más detalles del mismo.
“No puedo dar más detalles porque es un caso interno, pero definitivamente esas (el percance) no fueron las causas de la baja del asociado. En ningún momento fue esa la causa de la baja, como se está presentando.
“Sí, hay un ‘tema’ que lo tenemos perfectamente comentado internamente que no corresponde a la versión... Fue por otro proceso interno que fue dado de baja”, subraya.
Recalca que no puede comentar sobre los motivos de la baja de Alejandro, por tratarse de un asunto interno, “pero él lo sabe perfecto. No fue esa la causa de baja”, aunque se confirma que fue baja, pero no por las causas que Antonio afirma.
Por su parte, autoridades de la Secretaría del Trabajo del estado manifestaron interés en el caso. Incluso, la Procuraduría de la Defensa del Trabajo emitió ya varios citatorios a la empresa, para que se presente a las juntas conciliatorias, pero sin resultados.
En tanto, Alejandro, su esposa Gabriela y sus hijos, de siete y nueve años, tienen que esperar a que el conflicto se resuelva, mientras hacen “milagros” para que el dinero alcance en la casa, pues él no percibe ingresos desde hace casi dos meses.