“ Nos encomendamos a la Virgen de Guadalupe, a nuestro Padre y muchos (forcados) le tienen mucho afecto a la Virgen de Fátima”, explica José Antonio Montiel Cuyo, quien es el actual cabo de los Forcados Queretanos.
Sabe, al igual que todos sus compañeros, que en el ruedo se les puede ir la vida, además, coinciden en que la mejor manera de agradecer el apoyo de sus familias es regresando con bien a casa.
Cuyo dice que empezó como forcado por relajo, “pero después que empecé a ver, cuando fui a Portugal y me dí cuenta de toda la esencia, de lo que hay detrás de ser forcado, me gustó en serio esto”.
“Todos tratamos de predicar y pregonar el hombre de bien, con principios, con valores y que tiene que estar bien con todas sus obligaciones, con su trabajo, con su familia, para poder tener este tipo de actividades, de poder tener este gusto y poderle responder al grupo cuando lo necesite”, menciona.
Señala que la actual generación de forcados en activo se conforma por 22 integrantes, quienes tomaron parte de la corrida por el 35 aniversario del grupo, que tuvo como escenario la plaza Santa María.
Destaca que a este evento también se unieron forcados retirados, quienes no dejaron pasar la oportunidad de participar en la fiesta.
Cuando tiene al toro frente a él, dice que no piensa mucho, únicamente se enfoca en sus movimientos, se concentra en lo que debe hacer. Le gusta ver a los toros a los ojos, añade.
“Es cuando más valentía tienes que demostrar, para imponerte al animal. Debes de tener también un lenguaje corporal de imposición sobre el toro, para que no se ponga sobre ti. Entonces, lo que pienso es en todos los movimientos que voy haciendo, también los movimientos que va haciendo el toro y nada más”, abunda.
Dice que en los ojos del toro puede ver la bravura del animal o su mansedumbre, además de los gestos que hace cuando está en el ruedo.
Recuerda que una de las mejores tardes que ha vivido con los Forcados Queretanos fue cuando fueron a Portugal y pegaron dos toros, trayéndose al estado el premio a la mejor pega de esa tarde.
Un momento duro fue el accidente de Juan Manuel Leal Rodman hace casi dos años, lesión de la cual aún no se recupera; lo recuerda como un día muy doloroso aquel en el Lienzo Charro de San Juan del Río.
El mismo narra que ha tenido lesiones, la más fuerte en San Buenaventura, Coahuila, hace dos años, cuando un toro lo estrelló contra las tablas y “le ponchó un pulmón”. Tuvo traumatismo en el tórax, por lo que tuvo que ser intervenido para drenarle el órgano, dejándolo en el hospital cuatro días.
Apunta que, antes de salir a pegar, a sus compañeros les dice que hay que prepararse bien, que nunca dejen de prepararse, que sean humildes, pues nunca se deja de aprender.
“Muchas veces pensamos que tenemos la razón en todo y que conocemos mucho de esto y la verdad es que no. Tarde con tarde se aprenden cosas y que sigan haciendo cosas para que el grupo siga trascendiendo con el pasar de los años y podamos festejar 50 años algún día”, refiere.
Por otro lado, puntualiza que la preparación física depende de cada persona, pero es necesario hacer ejercicio; aunque, sobre todo, se requiere preparación mental, lo que da la tranquilidad de cumplir con las obligaciones de la vida diaria.