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“La vida se hace para cumplir sueños, el cerebro sólo se creo para eso, para cumplir sueños”, dice Nicolás Caro, ciudadano español, originario de Toledo, quien junto con Jorge Alonso, de Monterrey, Nuevo León, viajan en bicicleta por el país. Ambos iniciaron sus rodadas en Alaska, aunque Jorge ya conoce la travesía de Argentina a Veracruz. Ahora hacen su viaje por un tiempo juntos.
Nicolás y Jorge avanzan por el acotamiento de la carretera México-Querétaro. Sus bicicletas van cargadas con todo lo necesario que requieren para su viaje, que son pocas cosas, apenas algunos artículos de higiene personal, algo de ropa, tiendas de campaña y mucho espíritu de aventura.
Originario de Toledo, Nicolás dice que hace cuatro meses inició su recorrido desde Alaska, teniendo como meta llegar a Tierra de Fuego, el lugar más al sur de América.
“Es un clásico ir de Alaska a Ushuaia, Argentina, a Chile, que es nuestro destino. Él (Jorge) ya lo ha hecho, ha hecho la mitad, y ahora va a terminarlo en México”.
Señala que para hacer este viaje se requiere tiempo, algo que la gente no tiene, además apunta que hacer este tour ha sido su sueño de siempre, desde que era más joven. Ahora, a los 44 años de edad, lo cumple.
“El cerebro sólo se creó para eso, para cumplir sueños, para comer una buena comida, dormir bien, siempre son sueños, pequeños y grandes, y ese era mi sueño, viajar en bicicleta”, indica.
Explica que tuvo que ahorrar por cuatro años para cumplir este sueño y planearlo, para estar dos años viajando. En Toledo, Nicolás trabaja en jardines, dentro de la administración pública.
Sus días, dice, comienzan cuando sale el sol, cuando empiezan a pedalear al sur, haciendo varios kilómetros por la mañana, para por la tarde detenerse a comer. Luego se vuelve a la ruta, hasta la noche, donde buscan un lugar donde dormir, ya sea en alguna casa de ciclistas, alguién que les da asilo, o a veces en campo abierto.
Indica que en promedio se hacen 100 kilómetros al día, a veces pueden ser 120, otras ocasiones sólo 80, pero terminan la jornada en la noche, para dormir, pues los mexicanos son muy hospitalarios y nunca falta quien les ofrezca un sitio para pernoctar.
Su familia, dice, ahora se alegra de que haga su viaje, aunque en un principio fue difícil para ellos, pues no es sencillo que un ser querido se vaya por dos años, pero comprenden que es algo que quiere y que disfruta hacer, ya que cada persona tiene sus sueños y el suyo es este.
Los camiones pasan veloces en la carretera, el ruido en ocasiones no deja escuchar las voces de los hombres que hacen una pausa en su jornada, para la cual aún le quedan muchos días y noches para terminar.
Sobre su recorrido en América indica que las naciones que ha recorrido son muy bonitas, pero se ha identificado más con México, por el idioma y la cultura latina, además la gente más auténtica.
Riesgos de la travesía
Sobre la seguridad en México, agrega que tiene sus problemáticas, pero que 98% de la gente es buena, “en México la gente es buena, claro que hay excepciones que hacen cosas, pero no es normal”.
Sobre el mantenimiento de las bicicletas dicen que lo pueden hacer ellos mismos, y sólo un par de desperfectos ameritan acudir a un taller especializado.
Por su parte, Jorge explica que desde niño también tuvo la inquietud de viajar y sólo hasta hace seis años se le presentó la oportunidad. Dice que vendió el pequeño negocio que tenía, y con ese dinero se fue financiado poco a poco, para cumplir su sueño.
Él narra que comenzó su viaje de Argentina hasta Veracruz, y como el clima cambiaba voló a Alaska y ahora hace el recorrido desde el norte al sur. “Ya me falta poco, pero creo que voy a continuar hasta Belice”, asevera.
Añade que para los alimentos ya saben más o menos en que tramos de camino no habrá nada para comer, así como llevar agua, por las distancias que se recorren. “Tengo una bolsa con la que puedo cargar 10 litros de agua. Como en Alaska, donde las distancias son muy grandes, me preparaba con comida para cuatro, cinco días y no había problema. Donde me agarrara la noche, pues me preparaba y me quedaba”, comenta.
No sólo viajan con productos básicos. Jorge incluso transporta una pequeña cocina para preparar alimentos en donde esté, así como cables para cargar los teléfonos celulares y una llanta de repuesto para la bici.
Narra que a Nicolás lo encontró en Baja California, donde estuvieron unos días, para viajar luego a La Paz, donde se separaron, pues él tomó rumbo a Mazatlán, para viajar a Durango, mientras que Nicolás lo hizo rumbo a Chihuahua, a la localidad de Creel, pero los caminos en este mundo son pequeños y volvieron a encontrarse en Querétaro.
Añade que seguirán juntos hasta la Ciudad de México, donde posiblemente pasen las fiestas decembrinas y de fin de año, pues el español quiere ir a Oaxaca, mientras que él no sabe si seguirá rumbo a Oaxaca, o a Veracruz.
“Hay un lugar en México que recibe a ciclistas, se llama la Casa del ciclista. Hay una también en Xochimilco, entonces ya nos dijeron que podemos llegar. A lo mejor en una pasamos la Navidad y en otra el Año Nuevo”, subraya.
Jorge precisa que su viaje lo podrá terminar en un año o dos años más. Pues le falta recorren parte del continente europeo y Asia, pues en dos ruedas ya recorrió parte de mundo, incluidas zonas que se consideran de peligro, aunque afirma que en todos lados se ha encontrado a buenas personas que son muy hospitalarias, que les ayudan mucho.
“Donde han sido más hospitalarios y más generosos ha sido en los países musulmanes, son los mejores. Aquí en México nunca he tenido un problema”, enfatiza.
Sobre su familia, puntualiza que en un inicio estaban preocupados por el viaje que iba a realizar, pero como siempre le han dicho que es la “oveja negra” ya estaban acostumbrados a sus correrías. Ahora se comunica con ellos de manera constante para que sepan donde está.
Ambos hombres planean que su viaje termine en unos dos años. Luego, quizá se piense en otra aventura.