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En una esquina del mercado de La Cruz los vendedores de calaveritas esperan a los clientes que como cada año llegan hasta este lugar para comprar lo necesario para sus altares de muertos; este año, por los trabajos del nuevo estacionamiento del mercado, los compradores tardan en llegar.
Desde la calle de Gutiérrez Nájera, no se aprecia mayor movimiento, pues en años anteriores los puestos ocupaban parte del estacionamiento del mercado que da a esa vía, pero en esta ocasión los comerciantes se ubican sólo en una de las esquinas del mercado.
Calaveritas, alfeñiques, papel picado, decoraciones, disfraces, son algunos de los productos que ofrecen los comerciantes en los puestos de dos por dos metros que les fueron autorizado por las autoridades.
María es una comerciante artesana de calaveritas, aunque este año, dice, no obtuvo permiso para vender en el tianguis. Su familia, precisa, se ha dedicado por más de 30 años a la elaboración y venta de calaveritas y alfeñiques para esta fecha.
“Somos artesanos de hacer calaveritas para vender en el mercado de La Cruz. Tenemos más de 30 años vendiendo aquí. Este año me tocó ayudarles a vender a mi mamá y a mi hermana a trabajar porque a mi me negaron el espacio”, indica.
Explica que en su familia hacen las calaveritas de azúcar para venderlas durante dos semanas aproximadamente.
“Esta es mi tradición, es lo que sé hacer, es mi trabajo, nunca me lo habían negado, nunca había pasado esto”, indica.
Durante la primera semana de venta, los clientes llegaron de manera paulatina, con poco movimiento. “Las ventas están tranquilas”, es la frase común de los comerciantes que esperan compradores mientras arreglan sus puestos, limpian la mercancía del polvo constante que se genera por los trabajos de construcción en el nuevo estacionamiento del mercado.
María dice que a la elaboración de la calaveritas y alfeñiques se dedican su mamá, su hermana, la familia de su hermana, su hermano, así como su cuñada. Son muchas las familias que se dedican desde hace más de tres décadas a realizar esta tradición.
Confía en que las ventas puedan mejorar, pese a tener condiciones adversas para llevar a cabo su trabajo.
“Yo creo que la fe la tenemos puesta en que vamos a ganar algo, pero sí, esto de la obra (el estacionamiento) genera mucho congestionamiento de carros y la gente está acostumbrada a vernos de aquel lado (en uno de los estacionamientos). No nos ven, mucha gente se va. Mucha gente no viene por lo mismo.
De por sí los clientes no están acostumbrados a vernos acá, de este lado… esperemos en Dios que mejore un poquito la venta”, agrega.
Los artesanos y tianguistas también enfrentan la competencia de los centros comerciales y las cadenas de tiendas de autoservicio, donde incluso desde septiembre, se ofrecen decoraciones para Halloween y Día de Muertos, dos tradiciones que se mezclan y que conviven, pero sin que la costumbre mexicana desaparezca, a pesar de que al menos en los últimos 20 años pedir “calaverita” ya no sea tan popular entre los menores como disfrazarse y pedir dulces para “halloween”.
Las familias visitan el mercado y aprovechan para comprar las decoraciones para su hogar. Muchos otros sólo pasan y observan la mercancía, para luego volver para comprar.
Otros clientes preguntan por los precios y se marchan. Buscan los mejores para gastar un poco menos en estas fechas.
Hay para niños y adultos y los de personajes clásicos de terror siguen siendo los más populares. Es raro, pero se llegan a ver máscaras de personajes de la vida pública que suelen ser satirizados por la ciudadanía en estas fechas y que también se usan para infundir miedo.
Pese a la incursión de estas “nuevas tradiciones” lo que no falta en los hogares queretanos son los altares a los difuntos. La mejor manera de los vivos de recordar a aquellos que ya no están en este mundo y que aún recuerdan con sus platillos favoritos, las bebidas de su agrado, así como las anécdotas con las cuales serán recordados por sus seres amados.