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Los clientes llegan, algunos solos, otros acompañados o en familia, al local de María Asunción García Ruiz, quien antes de vender comida, se dedicaba a la venta de ropa para bebés, pero cansada de ir a comer a lugares donde se tardaban en servir, se le ocurrió abrir “Haga su taco”, donde los comensales no tienen que esperar, ellos mismos se sirven a su gusto sus tacos, sopes o quesadillas que ofrece todos los días a sus clientes.
Las mesas del local se vacían y se ocupan de inmediato. La fama que precede al lugar hace que los clientes nunca falten. Incluso, se pueden ver algunos extranjeros, por lo que María dice, en broma, que tendrá que aprender inglés para entenderles.
Recuerda que en el local que ocupa en el barrio de La Cruz, en la calle de Felipe Luna, tiene 13 años, pero el concepto de “Haga su taco” comenzó hace 15, cuando ocupaba un local en avenida Universidad, cerca de Tecnológico, pero ahí trabaja en un estacionamiento y había que recoger todos los días las mesas, sillas, por lo que buscaron un lugar establecido.
Los diferentes guisos que hace María y su cuñada para sus comensales están dispuestos en una barra, dentro de cazuelas de barro, para conservarlos calientes. A un lado, se ubica un cesto con tortillas hechas a mano, muy cerca del comal que sirve para su elaboración y donde también prepara los sopes, entre ellos el sope bandera, con salsa roja, verde y queso, así como quesadillas.
“Antes que esto yo vendía ropa de bebé y salía. Entonces cuando llegaba a los lugares a comer tenía tanta hambre que me costaba mucho trabajo esperar, y dije: voy a poner un negocio donde la gente haga su taco rápido y no tenga que esperar tanto tiempo. Esa fue la idea”, comenta.
Es una especie de buffet, donde la gente puede comerse, dos, tres tacos, los que quiera, dependiendo si le gustaron o no, indica.
Una familia de extranjeros, compuesta de dos adultos y tres niños, entra a “Haga su taco”, van acompañados por otra mujer que habla español y les explica la dinámica. Rápidamente ocupan una mesa y se disponen a probar algunos de los 14 guisados elaborados por María. Toman sus tortillas y prueban mole con pollo, chorizo con papas, frijoles.
En otra mesa, dos jóvenes también degustan los tacos, acompañados de una bebida, ya sea refresco o café de olla, que también se prepara en el lugar, donde trabaja María, su cuñada y su esposo.
“Los sábados y los domingos me traigo a mis hijos, cuando no van a la escuela, y cuando quieren venir, pero siempre en la semana siempre estamos mi cuñada y yo, porque mi esposo nos trae el mandado, a veces nos ayudan, pero tienen cosas que hacer y luego se va”, precisa.
Una familia, conformada por siete personas, llega a hacerse sus tacos. La mujer mayor es clienta de María desde hace mucho, pues le habla con familiaridad, además de que la recuerda de vista, por ser comensal frecuente.
Desde las 9:30 horas y hasta las 17:00 horas, todos los días, la gente puede acudir al lugar y degustar los tacos con tortillas hechas a mano, que durante el proceso de cocción llena con su olor no sólo el interior del local, también la calle, invitando a los peatones a “echarse un taco”.
Dice que un inicio ella hacía todos los guisos, pero su cuñada aprendió a hacerlos, trabajo que es muy laborioso, pues hay que estar muchas horas en la cocina. Se hacen 15 guisos al día, más sopes y quesadillas.
“Todo se vende, pero a los clientes les gustan mucho los sopes, el mole, la tinga, pero todos son buscados”, apunta, mientras dice que su favorito son las rajas con elote.
“Gracias a Dios tengo clientela desde que inicié. La señora que estaba en una mesa tiene muchos años de venir, pero hasta ahora le pregunté su nombre, se llama Esther. De hoy en adelante le voy a preguntar a mis clientes cómo se llaman, porque los conozco de vista, pero no de nombre”, agrega.
Además tiene clientes fieles, pues algunos aunque sólo acuden una vez al año, no faltan a su cita con las cazuelas de María. Gente de Monterrey, Guadalajara, Nuevo Laredo, de Chiapas, acuden a Querétaro de vacaciones y aprovechan para regresar a los tacos.
Las dos jóvenes desocupan su mesa y no pasan ni tres minutos para que otro cliente llegue. “Aparta” la mesa con su mochila, toma un plato, una tortilla y levanta una por una las tapas de las cazuelas, para tomar el guiso que más se le apetezca.
Tras el “protocolo de inicio”, una visita al refrigerador de los refrescos no puede faltar. Una bebida de limón, grosella, tamarindo o naranja, para acompañar los tacos, se tiene que hacer presente, aunque también un jarro de café de olla, aunque María comenta que su venta depende del clima, pues en tiempo de frío se vende más que cuando hace calor, pero hay clientes que son asiduos también a esta bebida.
Los guisos y todos los productos de María también pueden ser contratados a domicilio, pues ofrece también este servicio, que, dice, es muy socorrido por temporadas, ya que en clausuras de cursos o el día de la Santa Cruz tienen muchos pedidos particulares, aunque también en diciembre tienen actividad importante.
“A la gente le gusta tener este tipo de comida en sus eventos, porque es muy práctico. Para las fiestas eligen algunos guisos que les doy, y optan por los que quieren, pueden ser seis guisos y los sopes y las quesadillas, y llevamos para la gente que está invitada. También se les hacen sus tortillas a mano”, añade.
María revela su secreto. Todas las recetas son las que su mamá le enseñó, en su natal Peñamiller, donde cocinaban. Además de que desde pequeña también su madre le enseñó a hacer tortillas, “y vea, quién iba a pensar que iba a ser mi oficio. El sabor del taco es la tortilla hecha a mano, pues aunque los guisos estén ricos, pero si no tienen tortilla de esta, hecha a mano, tiene otro sabor”.
María se adapta también a los tiempos, pues en Cuaresma le gusta evitar los guisos con carnes rojas, y elabora chiles rellenos, calabazas, champiñones, aguacates, rajas, entre otros.
“Quitamos todo lo que es carne. Unos dicen: por qué me la quitaron, si yo sí como. Les digo que los que no comen se les olvida y comen por mi culpa, y no quiero ser culpable”, enfatiza.
Precisa que el día que ella ya no pueda trabajar se acabará “Haga su taco”, pues a sus hijos no cree que continúen con el negocio, pues estudian y harán una carrera. “A mi me gusta mucho, por eso lo tengo, pero hasta donde Dios diga”.