Más Información
Los tiempos obligan a los artesanos a adaptarse a las exigencias del mercado, no pueden permanecer estáticos. Eso lo entienden Pedro Vega, artesano de Villa Progreso, en Ezequiel Montes, y Remedios Carreón Pérez, artesana mixteca originaria de Puebla, pero avecindada en Querétaro desde hace 20 años, quienes han adaptado su trabajo artesanal al siglo XXI.
Remedios, originaria de Chigmecatitlán, Puebla, dice que en su tierra, quienes no son artesanos son músicos. Refiere que en Querétaro ya tiene 22 años de residencia. Durante este tiempo aprendió a hacer otro tipo de artesanías para darle mayor realce a las artesanías tejidas, ampliar el surtido para tener mejores ventas.
Señala que le ha ido bien en la incursión de nuevos diseños y productos. “Si solamente vendiera lo que es clásico o típico, no siempre sale. Hay que empezar a recrear”.
Pone como ejemplo unas bolsitas de palma tejidas con cintas plásticas que anteriormente sólo eran monederos, pero que ahora hace de un tamaño más grande, para meter un teléfono móvil o una laptop.
“Aunque seamos pueblos originarios hay que adaptarse. Es importante para la economía adaptarnos a los nuevos usos. Por eso también la joyería que hago. Incluso con nuestra misma ideología, no nos podemos quedar atorados solamente en nuestra cosmovisión antigua.
“Creo que es importante, incluso, tomar criterio ante la sociedad que vivimos, porque no es la misma que antes de la colonia, ni mucho menos ahora. Necesitamos retomar nuestra visión en la vida”, afirma, mientras su hija Sikimi escucha.
Pedro y Remedios acuden a la feria que se instala este fin de semana en el jardín Guerrero, donde artesanos de diferentes partes de la entidad exponen sus trabajos para que los queretanos los puedan conocer y comprar.
Remedios explica que su hermana mayor aún hace las bolsitas de palma. En su pueblo, indica, muchas personas se dedican a esta artesanía, sobre todo los adultos mayores, porque la mayoría de los jóvenes ya no lo están haciendo.
“A lo mejor ya no se dedican a su elaboración porque sienten que ya no sale la venta o no lo han sabido adaptar. También creo que a través de la televisión y los medios, en su momento, se han difundido otros estereotipos, desde la moda.
“Luego, a lo mejor no queremos vestirnos como antiguamente o les gusta otra forma de vida, más gringa, y dejan de lado nuestras tradiciones”, asevera.
En otro punto del jardín Guerrero, Pedro elabora un cesto. Con la habilidad de los años de experiencia, poco a poco las piezas toman forma.
Pedro trabaja la fibra de maguey por tradición familiar. “Desde niños empezamos a trabajar el ixtle. De principio es difícil, pero ya que agarras experiencia, se le facilitan a uno las cosas”, subraya.
Lo primero que hizo fue los clásicos lazos para tender la ropa. De cinco hermanos, sólo dos conservan la tradición de trabajar el ixtle.
Precisa que la entrada al mercado de productos de plástico quitaron espacios a los lazos de ixtle. “Fue lo que hizo que cambiáramos de modelos, porque hacíamos puros mecates, pero los sustituyeron con plásticos. Por eso fue que hicimos figuras decorativas. Empezamos a hacerlas hace como 15 años”.
Entre sus productos, elaborados con la fibra del maguey, se encuentran burritos con cargas de leña, nacimientos, piñatas, vírgenes de Guadalupe, cestos para tortillas, escobillas, cepillos y esponjas para baño.
Dice que el cambio y la realización de nuevos productos les ha caído bien, pues estas piezas dejan una ganancia mayor que los lazos, al mismo tiempo que se lleva menos material. “Es más laborioso, pero dejan mayor ganancia”.
Precisa que además de estas ferias que organizan las autoridades, la gente puede acudir a Villa Progreso a comprar directamente sus productos con otros artesanos.
Además, en su caso, ha hecho uso del internet y las redes sociales para llegar a un mayor número de personas.
Pedro comenta que Facebook les ha sido útil, porque gracias a su presencia en esa red social hay más personas que conocen su trabajo.
“Cuando venimos aquí a ofrecer nuestro trabajo, casi siempre es gente local, pero en las redes sociales ya nos ven personas de otros estados. “Aquí estos eventos nos caen porque no tenemos un lugar (físico) para exponer nuestro trabajo. Cada mes o cada dos meses que nos invitan aquí estamos”, subraya.
Añade que a Villa Progreso le hace falta mayor difusión, para que conozcan las artesanías que se hacen en el lugar, al igual que su gastronomía que también es muy rica.
“Solamente hablan de Bernal, pero Bernal se vende solo, hace falta que nos impulsen a nosotros también”, puntualiza.
Pedro regresa a su trabajo. Meticulosamente borda el ixtle para terminar el pequeño cesto que trabaja con paciencia.
Considera que como artesanos del ixtle han enfrentado la escasez de su materia prima, pues hay pocas personas que siembran magueyes.
Ante esta situación, los artesanos han tenido que recurrir a productores de Yucatán y Tamaulipas para comprar su material y continuar con la tradición viva.
Pedro y Remedios han entendido que para sobrevivir, su trabajo artesanal debe transformarse y adaptarse a los gustos de las nuevas generaciones, responder a las nuevas necesidades de la sociedad, pero sin olvidar sus raíces.