Las calles del Centro Histórico de Querétaro comenzaron a ser reparadas, empezando en los cruces de Corregidora y 16 de Septiembre, así como Madero y Juárez, donde los hundimientos en el arroyo vehicular provocan molestias entre los automovilistas, así como riesgos de accidentes por los “volantazos” o “amarrones” de los conductores.

Aunque el deterioro en las calles del primer cuadro de la capital queretana es evidente, las autoridades capitalinas no habían tomado cartas en el asunto, hasta los últimos días, viéndose cuadrillas de trabajadores municipales que reparan las calles hundidas.

En avenidas como Juárez, Corregidora, y en calles como Allende, Ocampo y Guerrero, por el constante paso de vehículos, muchos de ellos de más de tres toneladas, como los repartidores, provocan que el adoquín de las calles históricas de la ciudad se vean deterioradas prematuramente.

Los automovilistas avanzan lentamente sobre Juárez, entre la calle de Arteaga y avenida Zaragoza. En esa cuadra es evidente el deterioro de los adoquines que al pasar de los vehículos hacen ruido, un traca-traca que evidencia que están sueltos, que no tardan en romperse. Los hundimientos de la calle son evidentes. Los conductores deben maniobrar para evitar caer en los agujeros, o caer lo menos, pues Juárez no es una avenida muy ancha y siempre se hacen dos carriles para avanzar más rápidamente.

La zona más dañada es la izquierda. Ahí los hundimientos ponen en riesgo también a los motociclistas y ciclistas que, en caso de encharcamientos, no verán los agujeros en los adoquines, provocando caídas que pueden ser graves.

En el afán de evitar los hundimientos, los automovilistas pueden virar de manera intempestiva e invadir el carril contiguo, con el riesgo de una colisión con otro vehículo.

En otras vialidades, como Corregidora, en su intersección con Independencia, la calle muestra un hundimiento general, no sólo en una sección. Ello causa que en temporada de lluvias se encharquen. Lo mismo sucede en la misma Corregidora, pero esquina con Universidad, donde es común que con las lluvias se acumule el agua, incluso hasta el nivel de la banqueta. Esta situación y los adoquines sueltos hacen que para los peatones, más que para los automovilistas, sea peligroso caminar, ya que se pueden tropezar con las esquinas de los adoquines salidos.

En la esquina de Morelos y Corregidora también se observa un hundimiento, justo en el paso peatonal, causando molestias a los transeúntes.

A una cuadra, en Morelos y Juárez, el hundimiento de la calle también molesta a los automovilistas y peatones que cruzan por la zona. Los automovilistas deben disminuir la velocidad al pasar en el sitio, para no dañar la suspensión de sus unidades.

Calles como Guerrero también presentan un deterioro severo, principalmente entre las calles Madero y 16 de Septiembre, donde los hundimientos y adoquines sueltos obligan a circular despacio, para no maltratar la suspensión de los automóviles.

En paso constante de vehículos de gran tonelaje daña el adoquín del primer cuadro, así como las banquetas, pues los vehículos de mayor tonelaje también son más anchos y los conductores, para pasar sin golpear a los autos estacionados se suben a la banqueta, dañándola del mismo modo.

“Es una molestia. Ahorita que está lloviendo se hacen los charcos. Los coches pasan rápido y nos salpican. Los choferes no se dan cuenta del hoyo, entonces pasan rápido y nos echan el agua. No hay pa’ donde hacerse”, señala una adulta mayor, vecina del primer cuadro.

Los problemas no son sólo para los automovilistas. También son para los peatones que tienen que cruzar la calle y deben de hacerlo “brincando” los adoquines dañados y sueltos.

Cruzar las calles se convierte en una acción de alto riesgo, pues a simple vista no se puede ver qué piezas del piso representan un peligro por estar sueltas. Es más para las personas mayores o con alguna discapacidad que tengan que usar algún apoyo, como silla de ruedas o muletas.

Las históricas calles queretanas muestran el daño por el tránsito intenso que pasa por ellas. Los automovilistas deben ser precavidos para circular, al igual que los peatones que deben cruzar también con cuidado, por aquello de las caídas.

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